lunes, 2 de agosto de 2021

Una reflexión cristiana sobre el beso…

¿Has besado a alguien hoy? ¿Madre, padre, hijos, novio/a, amigos, esposa, a algún niño?
No se conoce exactamente el origen del beso, pero se cree que esta práctica comenzó en los antiguos rituales religiosos como signo de respeto.
Su origen podría remontarse, sin embargo, a un factor cultural: las personas necesitan demostrarse afecto unas a otras, y desde hace mucho tiempo usan el beso para expresarse. Este signo de afecto se expresa de varias formas y tiene significados distintos: respeto -con el así llamado besamanos-, romanticismo -como un ‘te amo’-, amistad -el beso en la mejilla cuando se llega o se va-. 
Luego está el beso soñado o robado que hace latir el corazón de la locura, el primer beso que nadie olvida nunca e incluso el beso de la traición. 
Falso osculum 
En la época de Cristo, los romanos tenían tres tipos de beso: el basium, entre conocidos; el osculum, entre amigos; el suavium, el beso de los amantes. 
El osculum de Judas fue el falso signo de afecto que escondía los motivos reales de la persona que lo estaba entregando. 
El gesto de Judas también puede ser interpretado como una manifestación de afecto, pero en realidad Satanás había ya entrado en su cuerpo, y de manera oculta había vendido a su maestro por 30 monedas de plata. 
Beso dulce 
El beso de san Francisco al leproso en 1206. Al pasear a caballo por el campo en los alrededores de Asís, el santo vio a un leproso, que siempre le pareció horrible, repugnante a la vista y al olfato y cuya presencia le había siempre incomodado suscitándole rechazo. 
Ese día, sin embargo, como movido por una fuerza superior, bajó del caballo, y dándole una limosna en la mano ensangrentada le dio un beso de amistad. 
Dijo luego: “Lo que me parecía amargo se transformó en dulzura para el alma y el cuerpo. Y después de eso, salí del mundo”. 
Beso online 
Para quien está lejos existen las opciones de los besos virtuales, pero si estás cerca ¡lánzate! Dar besos al aire no toca el corazón de nadie. 
Es necesario acercarse, tocar, besar con sinceridad y afecto, para que el otro entienda que en ese gesto sin palabras se encuentran muchas palabras: perdón, disculpa, despedida, nostalgia, amor, consuelo, comprensión, misericordia. 
Vale la pena intentarlo. Los besos dados por interés vuelven los pasos pesados. Quien camina con amor, en cambio, no se cansa.

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