La Lic. Guadalupe Matos, nutricionista de DIM CENTROS DE SALUD explica
la fundamental importancia de una alimentación variada en cuanto a frutas,
verduras, legumbres, granos integrales, semillas, frutos secos, carnes y
lácteos magros -entre otros- para tener un sistema inmune fuerte que pueda
resistir mejor al ataque de virus, bacterias y otros organismos patógenos
Si bien no existe una dieta ni alimentación única o ideal para mejorar
el sistema inmune, sí se puede seguir una alimentación adecuada, sana y
equilibrada para mantenerlo y fortalecerlo.
En tal sentido, una alimentación saludable consiste en comer de forma
variada, basando nuestras elecciones en alimentos reales (frutas, verduras,
legumbres, granos integrales, semillas, frutos secos, carnes y lácteos magros
aquellos que los consuman) y disminuyendo el consumo de ultra procesados.
Justamente, este tipo de productos contienen, entre sus ingredientes, más de
cinco de estos componentes: azúcares, jmaf (Jarabe de maíz de alta fructosa),
grasas, sodio, colorantes, conservantes, entre otros.
Poder incorporar variedad de alimentos es fundamental para poder cubrir
los macro y micronutrientes. De esta forma, nos aseguramos de que no nos falte
ningún nutriente. También es importante mantener un peso saludable porque se ha
visto que el aporte excesivo de energía puede afectar a la capacidad del
sistema inmunológico de combatir infecciones, por lo que la obesidad está
ligada a una mayor incidencia de enfermedades infecciosas.
Además, las personas que presentan sobrepeso u obesidad, presentan más
riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión, dislipemias,
que pueden afectar el correcto funcionamiento de nuestro sistema inmune.
A continuación, la profesional nos brinda algunos tips para mejorar
nuestra alimentación y nuestras defensas:
·
Incorporar 5 porciones de frutas y
verduras por día. Procurar en el almuerzo y cena tener tres colores de verduras
en el plato para asegurarnos la variedad.
·
Incorporar granos integrales y
legumbres. Nos aportan proteínas, hierro, fibra, selenio y zinc.
·
Reforzar el consumo de vitamina C
(tomate, brócoli, morrón, cítricos, etc.), vitamina A (zanahoria, batata,
calabaza, morrón, etc.) y chequear los valores de vitamina D.
·
Cuidar la hidratación. Más allá de
las infusiones que se suelen tomar más en invierno, intentar incorporar al
menos entre 1,5 y 2 litros de agua.
·
Realizar actividad física por lo
menos 30 minutos por día.
·
Disminuir el consumo de sodio y
azúcar.
·
Incorporar pre y probióticos
(yogur, kefir, kombucha, miso, frutas, verduras, etc.) nos ayuda a mantener
nuestra microbiota saludable. BP
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