Desde un punto de vista cualitativo, la relación del tabaquismo con el cáncer oral es el efecto nocivo más grave a tener en cuenta, más aún sabiendo que la tasa de supervivencia relativa para el cáncer oral en cinco años es de alrededor un 50%. Sin embargo, cuantitativamente, su importancia parece centrarse más en la periodontitis, pues esta enfermedad afecta a un porcentaje importante de la población. Además, en los últimos años, dada la alta prevalencia de problemas periimplantarios (enfermedades que afectan a los tejidos de soporte de los implantes), se le está dando cada vez mayor relevancia a la relación del tabaco con la supervivencia de los implantes dentales.
Cáncer oral
De todos los cánceres que se pueden producir en el organismo, aproximadamente del 2 al 4% se encuentran en la cavidad oral. El carcinoma oral de células escamosas es el tumor maligno más frecuente en la cavidad oral (supone el 90% de los cánceres de cabeza y cuello), siendo el efecto nocivo del tabaco tan relevante como en los carcinomas de pulmón, laringe o vejiga. Su incidencia es mayor en grandes fumadores (más de 2 cajetillas diarias), con un incremento del riesgo a medida que aumenta la cantidad de cigarrillos fumados. Las localizaciones que muestran una mayor asociación con el consumo de tabaco son la zona posterior lateral de la lengua y el suelo de la boca.
El potencial carcinógeno sucede a partir de las partículas de nicotina, alquitrán y por los gases de monóxido de carbono. También podría influir la forma de consumo del tabaco, aumentando el riesgo si se fuma puro, pipa o al masticar tabaco.
Además, si se mantiene el hábito tabáquico durante el tratamiento del cáncer oral, se obtiene una peor respuesta al tratamiento de quimioterapia y/o radioterapia. Por el contrario, se ha visto que, tras 5 años sin fumar, el riesgo de recaída es el mismo que el de una persona no fumadora.
El tabaquismo, junto al consumo excesivo de alcohol, incrementa aún más el riesgo de desarrollar cáncer oral al tener un efecto sinérgico. Se ha estimado que entre el 75 y el 90% de los casos de cáncer oral se relacionan con el efecto combinado de ambos.
Lesiones potencialmente malignas
La leucoplasia oral es la lesión potencialmente maligna más frecuente de la mucosa oral, siendo seis veces más común en fumadores. Las leucoplasias en el suelo de la boca están fuertemente asociadas con el hábito tabáquico, mientras que aquellas localizadas en los bordes laterales de la lengua son más comunes entre no fumadores.
El abandono del hábito tabáquico estaría relacionado con una mejora ostensible de la lesión e incluso con su desaparición, siendo ésta la primera medida a tener en cuenta seguida de una actitud expectante, revisando al paciente cada seis meses y tomando una biopsia si la lesión persiste, así como ante el más mínimo cambio. La transformación maligna de la leucoplasia varía ampliamente en los numerosos informes que se han publicado, llegando a suceder hasta en el 20% de los casos.
Candidiasis oral
La relación entre el tabaco y la candidiasis oral está bien establecida, pero se desconoce exactamente el mecanismo causante de esta asociación. En cualquier caso, se sabe que aquellos pacientes que continúan fumando una vez finalizada la terapia antimicótica sufren una recaída de la infección por Cándida en todos los casos. Así mismo, está demostrado que algunas de estas infecciones desaparecen simplemente dejando de fumar.
Palatitis nicotínica
Es una lesión que se caracteriza por el engrosamiento epitelial de la bóveda del paladar ocasionada por el calor desprendido al fumar con pipa (y, ocasionalmente, cigarrillos). Es una lesión blanca, rugosa y asintomática que contiene pequeñas manchas rojas en forma de pequeños nódulos elevados. Aunque no sea una lesión potencialmente maligna, se debe animar al paciente a que deje de fumar y se debe evaluar de manera periódica.
Melanosis del fumador
Esta pigmentación de la mucosa oral está ocasionada por la estimulación de la producción de melanina debido a las sustancias químicas del humo del cigarrillo. Se relaciona sobre todo con grandes fumadores, siendo la encía de la zona facial anterior la que suele verse implicada con mayor frecuencia, aunque puede presentarse en cualquier zona de la mucosa oral. Este cambio de coloración es asintomático no se considera una lesión premaligna y suele ser reversible, desapareciendo en un año o más al dejar el hábito.
Alteraciones de la saliva
El tabaco provoca destacadas alteraciones en la cantidad y composición de la saliva, aunque los estudios sobre los efectos del tabaco en la secreción salivar y en su composición muestran resultados muy variables y difíciles de comparar. Algunos estudios demuestran que, a corto plazo, fumar aumenta el flujo salivar, pero a largo plazo no parece que haya diferencias entre fumadores y no fumadores. En otros estudios, sin embargo, el hábito tabáquico parece estar relacionado con una disminución de la secreción salival, potenciando la sensación de sequedad bucal relacionada con la toma de fármacos como antidepresivos tricíclicos, antiparkinsionianos, benzodiacepinas, antihipertensivos, broncodilatadores, antihistamínicos o diuréticos.
Parece ser que la sensación de sequedad oral no está solo provocada por la menor cantidad de saliva, sino también por cambios en la composición salivar, como la disminución de la cantidad de mucinas en la misma. Esto provoca la pérdida de hidratación y lubricación de las mucosas que inducirá malestar con sensación de quemazón, con un impacto negativo en la calidad de vida.
Debido a esta alteración en la cantidad/composición de la saliva, podemos encontrar diferentes signos y síntomas como:
• Halitosis o mal aliento
• Dificultad para masticar, hablar o deglutir; junto con alteraciones del sentido del gusto y el olfato.
• Aumento en la incidencia de caries, que suelen ser de rápida evolución y con una localización a nivel cervical o en localizaciones poco habituales como borde incisal de dientes anteriores. Este aumento parece estar relacionado con que los fumadores de larga evolución tienen levemente reducido el Ph y la capacidad amortiguadora de la saliva, comparado con los no fumadores.
• Problemas con prótesis removibles, al disminuir la retención y adhesión de la prótesis, así como un aumento de las lesiones por roce o fricción.
• Predisposición a infecciones orales, principalmente por la colonización por Cándida albicans sobre el dorso de la lengua y paladar, así como Queilitis angular.
Sialoadenitis
Es un término genérico empleado para describir la respuesta inflamatoria de las glándulas salivales ante un amplio espectro de agentes causales, como infecciones víricas, bacterianas, procesos obstructivos, alteraciones inmunológicas, radiaciones ionizantes, etc. En concreto, la sialometaplasia necrotizante es una lesión reactiva asociada a un proceso inflamatorio que implica a las glándulas salivares menores del paladar duro. Su origen podría encontrarse en una isquemia local que produce la muerte de los acinos salivales, un proceso donde el tabaco y el alcohol podrían ser considerados factores desencadenantes.
Retraso en la cicatrización de las heridas
Los fumadores muestran mayores dificultades para curar heridas en la cavidad oral. Esta peor curación de las heridas es probable que esté asociada con mayores niveles plasmáticos de adrenalina y noradrenalina después de fumar, dando lugar a una vasoconstricción periférica. Otra hipótesis es que el tabaco también afectaría a la curación de los tejidos periodontales por un efecto tóxico directo sobre los fibroblastos, células imprescindibles en los procesos de curación por su relación con la síntesis del colágeno.
Peor apariencia estética
Son muchas y variadas las consecuencias estéticas del hábito de fumar. Las más conocidas y habituales son la decoloración y aparición de manchas en los dientes, restauraciones dentales y dentaduras.
Pero el tabaco también influye en el estado del tejido cutáneo, haciendo que los tejidos pierdan firmeza y elasticidad, formándose arrugas en la piel. Los fumadores presentan más arrugas, de aparición más precoz y más profundas en una piel más seca, menos elástica y peor oxigenada, pudiéndose relacionar por ello con un envejecimiento prematuro. Este fenómeno se agrava en la zona del contorno labial, donde a los efectos sistémicos del tabaco se une el contacto más cercano con el humo y, sobre todo, por la contracción del músculo orbicular de los labios en el acto de fumar. Esto sucede sobre todo en mujeres, pues a los hombres les protege su piel más gruesa y la presencia de folículos pilosos.
Afectación periodontal
Existen numerosos factores de riesgo que modulan la susceptibilidad del huésped a la infección periodontal, los cuales influyen en el curso clínico y en la severidad de la enfermedad, siendo el tabaco uno de los más investigados. Se calcula que entre el 30 y el 40% de los casos de periodontitis crónica pueden ser atribuibles al tabaco. Asimismo, los fumadores presentan una peor respuesta al tratamiento periodontal y una peor cicatrización de los tejidos.
Los fumadores presentan entre 2,5 y 6 veces más riesgo de pérdida de inserción que los no fumadores. En este sentido, estudios comparativos entre pacientes periodontales fumadores y no fumadores concluyeron que los fumadores presentan también mayor pérdida de dientes y de hueso alveolar, así como mayor profundidad de sondaje y afectación furcal.
El efecto del tabaco parece ser dosis-dependiente, de manera que a mayor número de cigarrillos consumidos, mayor será el grado de afectación. Se estima que en los fumadores que superan los 5 cig./día el riesgo de pérdida de inserción se duplica y la pérdida ósea se triplica, y que este riesgo va aumentando en proporción directa al consumo de tabaco. Pero, además, también influye la duración del hábito tabáquico: existe una asociación directa entre el número de años que una persona lleva fumando y la pérdida de soporte.
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