Beda el Venerable dice que san Víctor era «hombre doctísimo y santísimo». Y en el mismo sentido se expresan los hagiógrafos Adón y Usuardo. El propio Beda cuenta que el cálculo que Víctor hizo de cómo debía computarse la fecha de Pascua fue recibido y aprobado por el Sínodo de Arlés, y da otros detalles de su vastísima obra.
De esa obra quedan sólo fragmentos, pero se puede colegir que fue de gran amplitud y profundidad. Su saber se extendía no sólo a cuestiones de exégesis bíblica y teología, sino que abarcaba también matemáticas, astronomía y música. Al cómputo pascual hay que añadir sus trabajos de exégesis y crítica textual bíblica, no menos importantes. Entre otras cosas realizó una cuidada copia de la Vulgata latina, así como las epístolas de Pablo en el orden en que se leía en las iglesias. Ese documento, que llegó a Alemania de la mano de san Bonifacio, fue la fuente de las traducciones posteriores, y es un testigo excepcional del texto latino antiguo.
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