Día litúrgico: Lunes
XII (B) del T.O.
Texto del
Evangelio (Mt 7,1-5): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No
juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis
seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá. ¿Cómo es que
miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que
hay en tu ojo? ¿O cómo vas a decir a tu hermano: ‘Deja que te saque la brizna
del ojo’, teniendo la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu
ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano».
«Con el juicio con que juzguéis
seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá»
Comentario: Rev. D.
Jordi POU i Sabater (Sant Jordi Desvalls, Girona, España)
Hoy, el Evangelio me ha recordado las palabras de la Mariscala en El
caballero de la Rosa, de Hug von Hofmansthal: «En el cómo está la gran
diferencia». De cómo hagamos una cosa cambiará mucho el resultado en muchos
aspectos de nuestra vida, sobre todo, la espiritual.
Jesús dice: «No juzguéis, para que no seáis juzgados» (Mt 7,1). Pero
Jesús también había dicho que hemos de corregir al hermano que está en pecado,
y para eso es necesario haber hecho antes algún tipo de juicio. San Pablo mismo
en sus escritos juzga a la comunidad de Corinto y san Pedro condena a Ananías y
a su esposa por falsedad. A raíz de esto, san Juan Crisóstomo justifica: «Jesús
no dice que no hemos de evitar que un pecador deje de pecar, hemos de
corregirlo sí, pero no como un enemigo que busca la venganza, sino como el
médico que aplica un remedio». El juicio, pues, parece que debiera hacerse
sobre todo con ánimo de corregir, nunca con ánimo de venganza.
Pero todavía más interesante es lo que dice san Agustín: «El Señor nos
previene de juzgar rápida e injustamente (...). Pensemos, primero, si nosotros
no hemos tenido algún pecado semejante; pensemos que somos hombres frágiles, y
[juzguemos] siempre con la intención de servir a Dios y no a nosotros». Si
cuando vemos los pecados de los hermanos pensamos en los nuestros, no nos
pasará, como dice el Evangelio, que con una viga en el ojo queramos sacar la
brizna del ojo de nuestro hermano (cf. Mt 7,3).
Si estamos bien formados, veremos las cosas buenas y las malas de los
otros, casi de una manera inconsciente: de ello haremos un juicio. Pero el
hecho de mirar las faltas de los otros desde los puntos de vista citados nos
ayudará en el cómo juzguemos: ayudará a no juzgar por juzgar, o por decir
alguna cosa, o para cubrir nuestras deficiencias o, sencillamente, porque todo
el mundo lo hace. Y, para acabar, sobre todo tengamos en cuenta las palabras de
Jesús: «Con la medida con que midáis se os medirá» (Mt 7,2).
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