Compartir, ayudar y motivar son las prioridades de este blog, tratando de iluminar el camino de nuestros semejantes con nuestra pequeña luz interior, basados en tres pilares fundamentales: "Respeto, Humildad y Honestidad"
viernes, 31 de agosto de 2018
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La paz del alma y del cuerpo...
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Pedro Esteban Hernández, Beato
Religioso y
Mártir, 01 de Septiembre
Martirologio Romano: En
diversos lugares de la diócesis de Lleida (Lérida), España, Beatos Mariano
Alcalá Pérez y 18 compañeros de la Orden de la Bienaventurada Virgen de las Mercedes,
asesinados por odio a la fe. († 1936-37)
Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el
pontificado de S.S. Francisco.
Pedro Esteban Hernández nació en Híjar, Teruel, el
27 de junio de 1869, de Isidro y María, familia de los Sidricos, que lo
bautizaron al día siguiente.
Ingresó de veinte años en El Olivar para clérigo,
pero, porque le costaban los estudios y se le hacían cuesta arriba los latines,
declinó a hermano laico, vistiendo el hábito el 19 de abril de 1890, de manos
del padre Pedro José Ferrada, ante el padre Florencio Nualart. Profesó los
votos temporales el 27 de abril de 1891, ante los padres Ferrada, Ramón Prat y
Luís Caputo; y los solemnes, el 27 de abril de 1894, ante los padres Luís Prat,
Mariano Flores y Domingo Aymeric. Fue testigo de la profesión de fray Manuel
Gargallo Sancho el 6 de enero de 1905. Se dice de fray Pedro que era
observante, humilde, obediente, trabajador, puntual en el coro y los actos
comunitarios, gustoso de lecturas espirituales, amante de las cosas de la
comunidad; que componía gravedad con jovialidad, afabilidad y respeto; que
contagiaba alegría a cuantos le trataban.
Pero la grandeza de fray Pedro se cifra en que supo
conjugar lo humano y lo divino, conllevar el ser patrón y amigo, hallar a Dios
en los rastrojos y en coro. Porque el suyo fue en un ministerio harto
dificultoso, cuarenta y cinco años al frente de la explotación agrícola de El
Olivar. Requiere harta sabiduría; cuándo labrar, qué sembrar, cómo coger la
sazón; hallar el momento de podar, de segar, de sulfatar, de llevar la oliva a
la almazara.
De su incumbencia eran las caballerías, su
adquisición, su reproducción, su rendimiento; experimentando lo que era estar
en trance de muerte hasta tres veces en un solo año, 1924. Pues el 2 de mayo le
atizó un par de coces un mulo guito; el 27 de agosto se cayó del carro por
delante, yendo agarrado a las varas más de cien metros; el 23 de septiembre un
auto le espantó la mula, que le pasó por encima sin hacerle daño. Cada suceso
era celebrado por la comunidad con himnos de gratitud al Señor y a la Virgen,
que tan milagrosamente tutelaban la vida de fray Pedro.
Tenía particular destreza con los mostos, para
elaborar buenos tintos o claretes, esmerar caldos generosos, sacar el mejor
vino de celebrar para todas las parroquias de la contornada, mimar la madre de
las cubas seculares. Además era hábil levantando paredes, remendando muros,
adaptando cuadras.
Era muy servicial con todos los religiosos, que
gustosamente escuchaban sus jugosos coloquios y sus reflexiones espirituales.
Su vida íntegra le daba mucha autoridad sobre los jóvenes de la comunidad, que
oían con atención sus exhortaciones sobre la santísima Virgen y sobre el
cultivo de la pureza.
Era sumiso a los superiores, que le hallaban
imprescindible para el manejo de las fincas, por eso estuvo toda su vida
religiosa en El Olivar, saliendo una sola vez, que yo sepa, a Barcelona;
mandado por el provincial el 17 de agosto de 1934 para sustituir a fray
Benjamín Arnáiz, enfermo, y supongo, para que conociera la ciudad.
Se manejaba divinamente a criados, braceros,
segadores, vendimiadores. Claro que siempre era el primero en emprender la
labor, y el último en buscar la sombra. Ponía humanidad, recompensaba con
generosidad, se prodigaba con los que pasaban estrecheces y les instruía en las
verdades de la fe cristiana. Sabía obsequiar un trago de buen vino.
Feliz venía realizando su trabajo al servicio de
una comunidad que en aquel momento contaba con setenta miembros, cuando se
desencadenó la locura de julio de 1936. Si alguno se merecía el martirio
-asevera el padre Bienvenido Lahoz- era él; dedicó toda su juventud a Dios, fue
muy laborioso, edificante para los seglares que se le acercaban, muy buen
fraile; pudo salvarse de la muerte, pero no quiso dejar a fray Antonio Lahoz.
Martirio de Fray Pedro Esteban Hernández y de Fray
Antonio Lahoz Gan
Fray Pedro y fray Antonio fueron de los últimos en
abandonar El Olivar, saliendo con el grupo del padre Francisco Gargallo.
Estando emboscados en la Codoñera, el padre Comendador les autorizó para irse
para su pueblo, Híjar, el 5 de agosto. Pasando por el Tormagal, comieron algo,
obsequiados por los molineros; a media tarde pasaron por Crivillén declinando
la merienda que les ofrecieron, porque iban deprisa, pasaron por la era de
Manuela Estopañán para despedirse, fray Antonio le regaló un rosario hecho de
huesos de oliva. Iban tristes y se despidieron llorando. A primera hora de la
noche llegaron a los Mases de Crivillén encontrándose con el grupo del padre
Gargallo, pero tomaron otro rumbo. Tras algunas jornadas de andar por los
montes, llegaron a Burillo, dándose a conocer; pidieron comida y rogaron que
avisaran a sus familias. Dijeron que habían salido del convento porque los
querían matar.
Enterados los familiares de fray Pedro, vino su
resobrino Pascual Lázaro Esteban para trasladarlos a La Chumilla, aposentándose
en una caseta de campo. La familia les traía víveres; ellos leían sus libritos
de devoción, rezaban el rosario, y sin recatarse conversaban con los campesinos
y aún les ayudaban en las tareas del campo. Lo tenían claro: Venimos a cumplir
la voluntad de Dios, y a venga lo que Dios quiera. Estamos dispuestos a recibir
el martirio.
La familia y otros vecinos, mirando por su
salvación, intentaron organizar su huída a la zona nacional y hasta anduvieron
un trecho los dos frailes, pero se volvieron porque era de cobardes huir de la
muerte, y porque es muy grande y muy glorioso ser mártires. La verdad es que
fray Antonio andaba muy mal, por anciano y desmejorado, y fray Pedro desistió
de dejarlo solo.
Una noche de primeros de septiembre, sobre las cero
horas, llegaron Luís Pina y cuatro milicianos, conducidos por el chofer José
Beltrán, que se mantuvo al margen. Uno de los asesinos abrió la puerta y vio
delante a fray Pedro que le ofreció el pecho, diciendo no tengo miedo, ¡viva
Cristo rey! Fray Antonio estaba a su lado. Sacaron a los dos hermanos fuera de
la choza –especifica el atestado- les hicieron una descarga y dejando a la
víctima allí regresaron al pueblo. Luís Pina se jactaría luego ante sus
compinches: Chicos, ayer matamos a dos frailes, y al primer tiro que le tiré a
uno se le saltaron todas las tripas.
Antonio Montañés y El Alpargatero, traídos por
Beltrán, al día siguiente los enterraron. Pasó luego un vecino, vio la tierra
reciente del hoyo en que fueron sepultados y un charco de sangre aún fresca,
con la que escribió en el dintel: Aquí han caído dos mártires.
El 25 de noviembre de 1938 fueron exhumados los
cadáveres y, por Alloza y Crivillén, los llevaron a El Olivar, donde el 28, al
medio día, fueron sepultados. Unas cien personas vieron los esqueletos que se
conservaban enteros con la piel pegada a los huesos y las ropas mostrando los
agujeros de las balas.
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Siempre hay que lavarse las manos después de ir al baño
Todos sabemos lo que se supone que debemos hacer
después de ir al baño, pero más allá de eso, los científicos siguen
investigando y dando recomendaciones. Es que, no todo el mundo lo cumple. El último
estudio realizado halló que solo el 67% de las personas se lavan las manos antes
de abandonar el sanitario.
“No importa qué hagas en el baño, siempre debes
lavártelas”, aseguró el Dr. Donald W. Schaffner, profesor de ciencias
alimentarias en la Universidad de Rutgers, Nueva Jersey (EEUU). Hay que tener
en cuenta que cada viaje que haces al baño implica entrar en el hábitat natural
de los gérmenes. Aunque esté limpio, pueden sobrevivir durante mucho tiempo. Aunque
no lo parezca, la higiene personal y cotidiana se introdujo bastante tarde. No
fue hasta el siglo XVIII cuando los médicos de la época vincularon la buena
higiene de las manos para reducir las tasas de infección, que por aquel
entonces, eran muy altas.
Por ejemplo, el pionero de los procedimientos
antisépticos, el histórico Dr. Ignaz Philipp Semmelweis médico húngaro de
origen alemán, percibió que cuando los médicos y estudiantes de medicina
manejaban cadáveres antes de tocar a los pacientes en las salas de maternidad,
las madres primerizas desarrollaban altas fiebres e, incluso, morían.
Generalmente, la enfermedad más común asociada a
esta práctica desatendida es la diarrea, la cual mata a cerca de 525.000 niños
menores de 5 años al año en todo el mundo. Las formas de contagio son el agua
contaminada, la ingesta de alimentos contaminados o podridos, así como de
persona a persona, “como resultado de una higiene deficiente”, advierte la
Organización Mundial de la Salud (OMS).
Un mejor lavado de manos podría reducir las tasas
de mortalidad por diarrea a la mitad y salvar a más de un millón de vidas cada
año, según estiman los investigadores de la Escuela de Higiene y Medicina
Tropical de Londres. En el caso de las enfermedades respiratorias, la cifra de
muertos se vería reducida en un 16%.
Todos entramos en contacto con sustancias
infecciosas o desagradables con regularidad, especialmente después de tocar
pomos de las puertas de los baños públicos o incluso la pantalla de nuestros
teléfonos móviles. Estas dos cosas tienen más probabilidad de estar más sucias
incluso que el asiento de un retrete limpio, que normalmente alberga solo 50
bacterias por pulgada. Por ello, lavarse las manos en cualquier momento del día
puede ayudar a detener la propagación de muchos tipos de bacterias, levaduras y
virus. “Lo mejor que puedes hacer es lavarte las manos cada vez que sientas que
pueden estar sucias”, afirmó el Dr. Schaffner. En otras palabras, cada vez que
veas un lavamanos, aprovecha la oportunidad y lávatelas.
Consejos
prácticos
“La temperatura da igual”, aseguró el Dr.
Schaffner. Los estudios realizados sobre el tema ven una diferencia, por lo que
si crees que al estar más caliente previene de más enfermedades, esto es falso.
“Tómate tiempo con el jabón”, recalcó. Si lo
remueves y extiendes durante cinco segundos, es suficiente, pero si lo haces
durante un total de 20 segundos, ya ninguna bacteria se resistirá. Es más, los
Centros para el Control de Enfermedades recomiendan tararear el “Cumpleaños
Feliz” al menos 2 veces.
Por último, sécate bien antes de salir de la
estancia. Este paso es clave porque unas manos mojadas transmiten más bacterias
que las secas. “Si todavía las tienes mojadas y tocas la puerta del baño, es
posible que la humedad ayude a transferir todas las bacterias”, concluyó el Dr.
Schaffner.
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Salud
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¿El cáncer pasa de la madre al feto?
La Dra. Lara Iglesias, oncóloga del Hospital 12 de
Octubre de Madrid (España), plantea algunas de las dudas más relevantes que
tienen las mujeres y sus parejas a la hora de la maternidad sabiendo de
antemano que padecen un cáncer, o bien cuando reciben este tipo de noticia,
siempre injusta, durante el periodo de gestación o lactancia.
¿Es posible que una
mujer embarazada transmita el cáncer al feto?
“Es muy raro que una mujer embarazada pueda
transmitir su cáncer al feto, aunque sí se han detectado células tumorales
circulantes. Por lo general se quedan retenidas en la placenta y no suelen
llegar hasta el feto. Los casos de transmisión cancerígena son una excepción y
solo se conocen en leucemia y melanoma”, señala.
¿Puede recibir
tratamiento de quimioterapia o radioterapia una mujer embarazada?
“Con la quimioterapia, y durante los 3 primeros
meses de embarazo, no existe evidencia empírica que implique riesgo directo
para el feto o posibles malformaciones futuras. A partir del segundo trimestre,
y hasta el momento del parto, solo se pueden prescribir determinados fármacos
antitumorales”, resalta.
Se sabe que la radioterapia aumenta la posibilidad
de defectos congénitos, como también se conoce que el tratamiento del cáncer
puede provocar alteraciones en la fertilidad.
¿Puede una mujer
quedarse embarazada después de haber recibido un tratamiento para el cáncer?
“Sí, puede quedar embarazada. Los tratamientos de
quimio y radioterapia generarán esterilidad temporal, aunque en ocasiones se
puede convertir en permanente. En las mujeres, lo más habitual es que les cause
alteración en los ciclos menstruales o desaparezca la regla. En los hombres,
por regla general, disminución del número o calidad de los espermatozoides”,
explica.
La cantidad de radiación que se recibe en el
abdomen o la pelvis es proporcional a la cantidad de radiación que llega a los
ovarios o a los testículos.
Una de las opciones para un futuro embarazo es
congelar óvulos, tejido ovárico y espermatozoides antes del tratamiento
anticancerígeno.
En cualquiera de los casos, cabe recordar
información de sumo interés:
·
Durante el tratamiento con quimio o radioterapia no
conviene quedarse embarazada, ya que existe un gran riesgo de malformaciones en
el feto.
·
Tampoco es aconsejable dar leche maternal al bebé,
directa o indirectamente. Los medicamentos pueden llegar hasta la leche y pasar
al bebé. La alternativa es el preparado lácteo maternal.
·
Cualquier paciente que esté diagnosticado de cáncer
necesita consultar a su oncólogo para que le prescriba el tipo de tratamiento
de conservación más adecuado. Es necesario luchar contra la enfermedad de la
madre y evitar riesgos innecesarios en el futuro bebé.
·
Además, a una mujer que acaba de ser tratada contra
un tumor maligno no se le aconseja el embarazo para prevenir una recaída.
·
La oncología médica recomienda esperar alrededor de
5 años, periodo de seguridad que dependerá de cada caso según la edad de la
paciente y del tipo de tumor que tuvo en el pasado. BP
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Salud
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La vocación del joven rico
Mirada amorosa que preside el llamado y las
exigencias del Renunciamiento
Cuando Jesús se
ponía en camino, alguien corrió, se arrodilló delante de Él y le dijo: -Maestro
bueno: ¿Qué debo hacer para ganar la vida eterna? Jesús respondió- ¿Por qué me
llamas bueno? Nadie es bueno sino solo Dios. Ya conoces los mandamientos: no
mates, no cometas adulterio, no robes, no digas cosas falsas de tu hermano, no
seas injusto, honra a tu padre y a tu madre. Él le contestó: - Maestro, todo
esto lo he cumplido desde mi juventud. Jesús fijando su mirada en él, lo amó, y
le dijo: Una sola cosa te falta: Anda, vende cuanto tienes, dáselo a los
pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; ven después y sígueme. Pero al oír
estas palabras se fue triste; tenía muchos bienes. (Marcos 10:17-22).
Un arranque de entusiasmo
San Marcos no
nos dice nada sobre la edad de esta persona rica; Mateo 19:-20 precisa que se
trata de un joven. El entusiasmo que manifiesta parece confirmarlo ¿Acaso no
hace falta ser joven de cuerpo y de alma para precipitarse hacia Jesús? En
efecto el joven corrió y se prosternó ante el Maestro. Lo que provocó su fervor
fue la bondad de Cristo de que fue testigo, pues lo llama de inmediato: “Maestro
bueno”.
Jesús
ciertamente merece este entusiasmo. El amor que derrama a su alrededor es digno
de conquistarle los corazones. El rasgo distintivo del Maestro es su bondad.
Por esto se puede uno abandonar a El sin reserva, le puede entregar su vida con
toda la confianza. El entusiasmo por la persona amante de Cristo favorece la
floración de una vocación.
El deseo de la vida eterna
¿Qué debo hacer
para ganar la vida eterna? El fin que se propone este joven es muy alto:
comprendió que no debía vivir sencillamente por el placer o por los goces
terrenales, tan pasajeros, sino por la verdadera vida que es la que dura
siempre, la vida eterna. Se muestra dispuesto a todo para alcanzar este fin.
Diríase que está pronto para aceptar todo lo que Cristo le va a decir. Por su
pregunta pone en manos del Maestro la orientación de todo su porvenir.
La disposición
ideal para recibir la vocación es por un lado el deseo de una vida más alta que
la vida terrenal, y por otro la voluntad de tomar todos los medios para
alcanzarla.
Bondad exigente
Jesús responde
con bastante viveza: -¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino solo Dios-.
El Maestro resfría el entusiasmo del joven porque su punto de vista es
inadecuado. Sin duda el joven esperaba que la bondad de Cristo fuera menos
exigente y más accesible que la de Dios. Jesús lo desengaña afirmándole que su
bondad es idéntica a la de Dios, con las mismas exigencias y en particular que
nada se quita a los mandamientos de la antigua ley.
El error del
joven no consiste en dejarse llevar del entusiasmo, son más bien en una falsa
esperanza, en contar que por razón de su bondad, Cristo lo dirigiría a la vida
eterna, sin exigirle mucho, sin pedirle renunciamientos ni sacrificios.
Precisamente porque se es bueno y amable Jesús exige mucho a los llamados.
La mirada de cariño
Cuando el joven
declaró haber cumplido los mandamientos, Cristo quiso señalarle un camino más
alto. Pero antes de hablarle le dirige una mirada de amor, mirada que llamó la
atención de los testigos de esta escena. San Marcos lo dice claramente: “Jesús
fijó su mirada sobre él y lo amó”.
Esta mirada del
amor de Cristo precede a la vocación. El Maestro mira al joven con una mirada
penetrante que quisiera llegar hasta las profundidades del alma para decidirla
a entregarse totalmente a Él. Esta mirada está cargada de amor. En otros
lugares del Santo Evangelio leemos que Jesús amaba a ciertas personas como Lázaro,
Marta y María, o a Juan, “el discípulo que Jesús amaba”. Aquí el Evangelista
escribe: “Jesús lo amó”. Es un amor que surgió en ese momento y que vieron
pasar por los ojos del Maestro. Es pues, un amor muy especial, el que acompaña
el llamamiento.
Amor gratuito
Al leer por
primera vez el texto, se pudiera tener la impresión que el amor de Cristo fue
atraído por el hecho de que el joven había cumplido los mandamientos desde
chico. Si hubiera sido así, este sería un amor de agradecimiento y de
aprobación, una recompensa por la fidelidad del joven.
Sin embargo, el
amor de su mirada reviste otro significado, precede y lleva en sí una
invitación a una vida más alta. Este amor de su mirada no se refiere a su
pasado sino a su porvenir. El amor de Jesús es un amor nuevo que llama a una
vida nueva. Es un don gratuito, un favor hecho al joven. Nunca hubiera podido
merecer este favor ni este amor. Se podría preparar y disponerse a recibir la
gracia de la vocación por el fiel cumplimiento de los mandamientos, pero nunca
podría merecer el llamado en sí mismo, que viene del libre amor del Señor.
Más allá de los mandamientos
“Una sola cosa
te hace falta” le dice Cristo. Esta sola cosa tiene una importancia capital,
aunque no sea un mandamiento. Según el Evangelio de San Mateo, Jesús dijo: “Si
quieres ser perfecto”... Subraya que no se trata de un camino para practicar lo
mínimo indispensable para la amistad con Dios, sino para conquistar la
perfección. Este sentido estricto, este camino no es obligatorio: se propone a
los que libremente quieren obligarse: “Si tú quieres...”
Después se llamó
a este camino la vía de los consejos, para distinguirlo de la vía de los preceptos,
por cuanto llama más a la libertad personal y porque no es necesario para la
salvación. El llamado a la vocación no se impone bajo pena de pecado. Viene de
un amor especial de Cristo, que reclama una mayor espontaneidad de amor, una
decisión más libre, y quiere suscitar el deseo de una generosidad que vaya más
allá de lo prescrito.
Llamado a la pobreza
“Vende cuanto
tienes”. Cristo pide el renunciamiento a los bienes de esta tierra, al dinero.
Si el joven quiere ser perfecto debe liquidar su fortuna y darla a los pobres.
En cambio, tendrá un tesoro invisible, un tesoro en el cielo. Así podrá como
pobre, seguir a un Maestro pobre.
Tal es la
exigencia de la vocación. El llamamiento pone frente a una opción, como al
joven del Evangelio; permanecer apegados a los bienes de la tierra, o
entregarse a Cristo renunciando a estos bienes.
El joven rico
probablemente esperaba conciliar el disfrutar de su herencia y alcanzar la
perfección. Cristo le impone a escoger, porque “nadie puede servir a dos
señores”.
Una opción clara y libre
Esta vez la
elección de la vocación está claramente definida. El joven puede tomar una
decisión con conocimiento de causa. Jesús no quiso aprovechar su entusiasmo
pasajero para atraerlo a su lado. Al contrario, desea que lejos de seguirlo por
un impulso emotivo, reflexione y pese el valor del sacrificio que le pide. Al
enumerar los mandamientos le da tiempo de que recobre su sangre fría: después
le ha manifestado las condiciones de una vida más perfecta, sobre todo la
pobreza, que era más difícil de aceptar para el joven.
El amor de la
mirada de Cristo es realmente seductor, pero no quita la libertad a aquél a
quien se dirige: por encantado que esté por este cariño, el joven responderá
con entera independencia a la propuesta que se le hace.
El rechazo
“Pero él al oír
estas palabras se fue triste”. No puede no manifestar la decepción que tuvo al
oír las palabras de Cristo: no era lo que esperaba. Poseyendo una gran fortuna,
no quiere sacrificarla. Entre la riqueza y Jesús, escoge la riqueza. Rechaza la
invitación de seguir al Maestro.
“Se fue triste”.
Se le vio dar la espalda a Jesús y se fue hacia sus bienes. La opción que hizo
no lo hace feliz. Está triste porque Dios es la única fuente de felicidad: el
que se aleja del Señor para gozar de los bienes de este mundo, solo cosecha la
tristeza.
El joven rechazó
la más grande de las gracias que le era ofrecida. Permanece como ejemplo del
“No” dicho a la vocación, “No” que se opone a la mirada de amor de Cristo.
Si no cometió
pecado al decir “No”, sin embargo, perdió por su cobardía, el don tan precioso
que se le ofrecía, y perdió la oportunidad de una vida mucho más noble: la
participación al gran sacrificio de Cristo por la salvación de los hombres.
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Reflexión
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La Pampa, Argentina
Día litúrgico: Sábado XXI (B) del T.O.
Texto del Evangelio (Mt 25,14-30): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Un hombre, al
ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco
talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se
ausentó. Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con
ellos y ganó otros cinco. Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos.
En cambio, el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió
el dinero de su señor.
»Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de
aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos. Llegándose el que había recibido
cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: ‘Señor, cinco talentos me
entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado’. Su señor le dijo: ‘¡Bien,
siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te
pondré; entra en el gozo de tu señor’. Llegándose también el de los dos
talentos dijo: ‘Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he
ganado’. Su señor le dijo: ‘¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido
fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor’.
»Llegándose también el que había recibido un
talento dijo: ‘Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no
sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso me dio miedo, y fui y escondí
en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo’. Mas su señor le
respondió: ‘Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y
recojo donde no esparcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a los
banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses.
Quitadle, por tanto, su talento y dádselo al que tiene los diez talentos.
Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun
lo que tiene se le quitará. Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de
fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes’».
«Un hombre, al ausentarse, llamó a
sus siervos y les encomendó su hacienda»
Comentario: Rev. D. Albert SOLS i Lúcia (Barcelona,
España)
Hoy contemplamos la
parábola de los talentos. En Jesús apreciamos como un momento de cambio de
estilo en su mensaje: el anuncio del Reino ya no se limita tanto a señalar su
proximidad como a describir su contenido mediante narraciones: ¡es la hora de
las parábolas!
Un gran hombre decide
emprender un largo viaje, y confía todo el patrimonio a sus siervos. Pudo
haberlo distribuido por partes iguales, pero no lo hizo así. Dio a cada uno
según su capacidad (cinco, dos y un talentos). Con aquel dinero pudo cada
criado capitalizar el inicio de un buen negocio. Los dos primeros se lanzaron a
la administración de sus depósitos, pero el tercero —por miedo o por pereza—
prefirió guardarlo eludiendo toda inversión: se encerró en la comodidad de su
propia pobreza.
El señor regresó y...
exigió la rendición de cuentas (cf. Mt 25,19). Premió la valentía de los dos
primeros, que duplicaron el depósito confiado. El trato con el criado
“prudente” fue muy distinto.
El mensaje de la
parábola sigue teniendo una gran actualidad. La separación progresiva entre la
Iglesia y los Estados no es mala, todo lo contrario. Sin embargo, esta
mentalidad global y progresiva esconde un efecto secundario, peligroso para los
cristianos: ser la imagen viva de aquel tercer criado a quien el amo (figura
bíblica de Dios Padre) reprochó con gran severidad. Sin malicia, por pura
comodidad o miedo, corremos el peligro de esconder y reducir nuestra fe
cristiana al entorno privado de familia y amigos íntimos. El Evangelio no puede
quedar en una lectura y estéril contemplación. Hemos de administrar con
valentía y riesgo nuestra vocación cristiana en el propio ambiente social y
profesional proclamando la figura de Cristo con las palabras y el testimonio.
Comenta san Agustín:
«Quienes predicamos la palabra de Dios a los pueblos no estamos tan alejados de
la condición humana y de la reflexión apoyada en la fe que no advirtamos
nuestros peligros. Pero nos consuela el que, donde está nuestro peligro por
causa del ministerio, allí tenemos la ayuda de vuestras oraciones».
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jueves, 30 de agosto de 2018
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José de Arimatea y Nicodemo, Santos
Discípulos
de Jesús, 31 de Agosto
Martirologio Romano: En
Jerusalén, conmemoración de los santos José de Arimatea y Nicodemo, que
recogieron el cuerpo de Jesús bajo la cruz, lo envolvieron en una sábana y lo depositaron
en el sepulcro. José, noble decurión y discípulo del Señor, esperaba el reino
de Dios, y Nicodemo, fariseo y principal entre los judíos, que había ido de
noche a ver a Jesús para interrogarle acerca de su misión, defendió luego su
causa ante los sumos sacerdotes y los fariseos que buscaban la detención del
Señor. († s.I)
En realidad la figura de José de Arimatea sólo nos es conocida por una única referencia que está, sin embargo, presente en los cuatro evangelios, respectivamente en Mateo 27,47, Marcos 15,43, Lucas 23,50-51, y Juan 19,38. A pesar de tan escasas menciones los cuatro testigos no parecen ponerse demasiado de acuerdo en cómo describir al personaje. Veamos:
-En Marcos se dice: «vino José de Arimatea, miembro respetable del Consejo, que esperaba también el Reino de Dios, y tuvo la valentía de entrar donde Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús.»
-En
Mateo se dice: «Al
atardecer, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que se había hecho
también discípulo de Jesús.»
-En
Lucas, por su parte: «Había
un hombre llamado José, miembro del Consejo, hombre bueno y justo, que no había
asentido al consejo y proceder de los demás. Era de Arimatea, ciudad de Judea,
y esperaba el Reino de Dios.»
-Y
finalmente en Juan: «Después
de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por
miedo a los judíos, pidió a Pilato autorización para retirar el cuerpo de
Jesús.»
Evidentemente
resultó incómodo para esta generación cristiana que elaboraba los recuerdos de
la época de Jesús constatar que podía haber sido discípulo de Jesús, o al menos
haber sido afín a su predicación, alguien que de una manera u otra hubiera
estado en el Consejo que emitió la condena. Marcos, de redacción más antigua
que los otros tres, trae lo que podríamos llamar la expresión básica, sin
pretender responder a la contradicción que señalábamos. Mateo y Lucas, cada uno
a su manera, añadirán a la descripción algo que permita salvar el problema,
así, mientras Mateo se libera del asunto omitiendo la pertenencia de José al
Consejo, Lucas aclara que aunque pertenecía no asintió. Juan por su parte no
dudará en incluir a José entre el grupo que los especialistas en su Evangelio
llaman los «criptocristianos», es decir cristianos que no daban el paso
valiente que suponía la ruptura con el judaísmo; aunque en beneficio de José
debe tenerse presente que esta situación es propia de la época de Juan y no de
la época de José de Arimatea.
Una fuente
apócrifa, Evangelio de Pedro 6,21-24, narra más detalladamente las acciones de
José con el cuerpo de Jesús, que corresponden al ritual de enterramiento de un
muerto: «Entonces, los judíos sacaron los clavos de las manos del Señor y lo
depositaron en el suelo. En ese momento, tembló toda la tierra y cundió el
pánico entre la gente. Pero el sol a lucir, y se comprobó que era la hora
nona. Los judíos se alegraron y entregaron el cuerpo de Jesús a José para que
lo enterrase, pues había sido testigo de todo lo bueno que él [Jesús] había
realizado. José tomó al Señor, lo lavó, lo envolvió en unos lienzos, y lo
colocó en su propio sepulcro, en el lugar llamado Jardín de José». No nos
agrega demasiado a lo dicho en los Evangelios, sino sólo el rito de lavado,
que, naturalmente, no habrá faltado en el sepultamiento de Jesús. El pueblo de
Arimatea es de localización incierta, aunque en la actualidad tiende a
identificarse con Rentis, a unos 30 Km al NE de Jerusalén. Que fuera miembro
del Consejo -lo que se supone que indica el Sanedrín, aunque con ese nombre
sólo se lo menciona aquí-, no indica que fuera sacerdote ni anciano. No hay más
datos históricos sobre este personaje, aunque leyendas posteriores lo hacen
transmisor del Santo Grial con la sangre de Jesús, ideal de la búsqueda
caballeresca en el Medioevo.
Junto a él, en
la misma escena del sepultamiento, el evangelio de Juan nos muestra a otro
personaje, que sólo conocemos por esa tradición, aunque no aparece una única
vez; se trata de Nicodemo, un personaje que nos es familiar por el bellísimo
relato de Juan 3, la visita nocturna que le hace a Jesús, en la que en un
diálogo catequístico puesto en boca de Jesús, se le introduce -a Nicodemo y al
lector- en los puntos centrales de la teología del Cuarto Evangelio. El diálogo
ocurre en la noche, porque precisamente se tratará de los conocimientos que permitirán
al discípulo pasar de las tinieblas de la ignorancia-noche, a la luz del
día-sabiduría.
No llegamos a
saber, propiamente, nada sobre Nicodemo, tan sólo que es un «magistrado judío»,
sin que se nos especifique más, y que debía ser de muy buena posición
económica, para costear, más tarde, los ricos perfumes de la unción de Jesús.
El nombre Nicodemo, aunque es griego, no era desconocido ni inusual entre los
judíos de época de Jesús, y se conoce, por ejemplo, un fariseo, Naqdimon ben
Gurion, anterior a los 70. Por supuesto, eso no significa que ese fariseo sea
nuestro Nicodemo, sino sólo que el nombre no es completamente atípico. La
existencia histórica de Nicodemo parece fuera de toda duda, pero esa existencia
histórica no debe distraer del punto central, que es que Juan no lo menciona
por su historicidad, sino por un papel altamente simbólico que cumple en su
narración: representando a todos aquellos que, aunque formados y conscientes de
la verdad de Jesús, temen dar el salto hacia la fe, porque no terminan de
deponer su propia sabiduría -humana- y abrirse a la acción del Espíritu que,
puesto que es viento (espíritu y viento son la misma palabra en griego), «sopla
donde quiere» (Jn 3,8).
El arte los
suele representar juntos, ya sea en la escena del descendimiento, en la unción
o en el momento de la sepultura. Los creyentes también los recordamos unidos,
pero no sólo por la acción del sepultamiento, sino también por ese carácter de
«cristianos sin animarse del todo», que, como la inscripción del Martirologio
piadosamente nos recuerda, también pueden llegar, por el soplo del Espíritu, a
las alturas de los coros celestiales. Gran consuelo para muchos de nosotros.
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Santoral
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La Pampa, Argentina
Presentan la Estrategia de Intervención para la Prevención de la Sífilis Materna y Congénita
En respuesta al crecimiento de casos de sífilis en
la región en los últimos años, la cartera sanitaria bonaerense desarrolló una
estrategia para la prevención y tratamiento de esta enfermedad en embarazadas.
En efecto, la Provincia de Buenos Aires promoverá
el acceso al diagnóstico oportuno de sífilis materna mediante la creación de
Centros de Testeo Rápido en Sífilis y el tratamiento con penicilina en el
primer nivel de atención a las embarazadas infectadas por Treponema Pallidum
(sífilis) y sus parejas, como política pública para la disminución de la
sífilis materna y congénita en el territorio provincial.
En esta primera instancia, la estrategia comenzará
a implementarse en el Centro de Atención Primaria en Salud “2 de Abril” del
municipio de Quilmes, el cual quedará habilitado para realizar asistencia,
diagnóstico y tratamiento inmediato de la patología.
A su vez, este sistema de diagnóstico y tratamiento
se replicará en los próximos meses en Florencio Varela, Escobar, y
seguidamente, en el resto de los municipios del conurbano, para luego avanzar
escalonadamente en el resto de la Provincia.
La iniciativa estratégica busca además garantizar
la capacitación de los equipos y los recursos para realizar el testeo a la vez
que contempla el tratamiento inmediato de los casos positivos con penicilina.
Las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) se
encuentran entre las principales causas de enfermedad en el mundo y entre
ellas, la sífilis es una de las más frecuentes y la que ha demostrado un
aumento significativo de la incidencia en la última década en el país.
La mayor preocupación que genera la sífilis para la
salud pública es su capacidad de transmisión de una mujer gestante infectada a
su hijo/a, durante cualquier momento del embarazo, lo que puede originar
elevadas tasas de morbimortalidad perinatal e infantil.
Sin embargo, si se diagnostica y trata en forma
temprana se pueden prevenir consecuencias severas como abortos, muerte fetal y
discapacidades en los recién nacidos. De allí la importancia de implementar el
testeo rápido en el primer nivel de atención.
Según el Boletín Integrado de Vigilancia del
Ministerio de Salud de la Nación publicado en febrero del 2018 que corresponde
a los casos acumulados hasta la semana 52° del 2017, en la provincia de Buenos
Aires se notificaron 850 casos de sífilis congénita y se confirmaron 485,
mientras que en el país llegaron a 1105.
Qué es
y cómo se trasmite
La sífilis es una enfermedad de transmisión sexual
producida por una bacteria (Treponema Pallidum), que se transmite por
relaciones sexuales (vaginales, anales u orales) sin preservativo con una
persona infectada. También existe lo que se denomina transmisión vertical, que
es la que ocurre de madre a hijo durante la gestación.
Se diagnostica a partir de un análisis de sangre y
se trata con un antibiótico (penicilina). Los síntomas aparecen 20 días después
de que la bacteria entre al organismo y presenta varios estadios.
La comunidad mundial se ha comprometido a eliminar
la transmisión materno-infantil del VIH y la sífilis como problema de salud
pública y OPS/OMS ha establecido como meta, alcanzar menos de 50 casos de
sífilis congénita por 100.000 nacidos vivos, para el año 2020. Con el horizonte
deseado se apunta a reducir la incidencia de la sífilis congénita (incluidos
los mortinatos) de 0,5 o menos por 1000 nacidos vivos.
Para alcanzar estas metas, debe llegarse a una
cobertura de atención prenatal (al menos una consulta) igual o superior al 95%
y debe tratarse el 95% o más de las embarazadas con sífilis. BP
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Salud
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La Pampa, Argentina
Argentina está entre los países que menos cuidan su salud bucal
A pesar de las fuertes campañas educativas a nivel
nacional de los últimos años sobre la importancia del cuidado de la salud
bucal, un estudio de mercado reciente ubica a la Argentina entre los países de
América latina que menos productos consumen para la higiene dental diaria.
El informe -elaborado por Colgate con datos de
2017- ubica a nuestro país en el octavo lugar en consumo de crema dental por
persona muy por detrás de Costa Rica, Brasil y Chile que encabezan la lista con
los mejores puntajes.
Los argentinos utilizamos anualmente apenas 231
gramos de crema dental por persona, por debajo del consumo de Paraguay (262
gramos), frente al resto de los países líderes que promedian los 466 gramos
(Costa Rica), 456 gramos (Brasil) y 392 gramos (Chile).
El Dr. Javier Canzani quien inició su gestión en el
año 2016 como Director Nacional de Salud Bucodental del Ministerio de Salud de
la Nación, manifestó que los altos índices de caries en la Argentina datan
desde hace muchos años.
“Dependiendo de la zona del país que analicemos es
mayor o menor el porcentaje de personas que sufren problemas de caries. En las
zonas más vulnerables esta situación se profundiza aún más. También se deberá
trabajar en campañas sobre el sangrado de encías (conocido como gingivitis) que
afecta a más de un 80% de la población mundial”, agregó el Dr. Canzani.
“Últimamente observamos una baja en el consumo per
cápita de crema dental demostrando que cada vez menos personas acceden a un
cuidado de la salud bucal adecuado, ubicando a la Argentina como uno de los
países con menor consumo de productos para la salud oral de América Latina. Los
estudios confirman que estamos muy por debajo del promedio general de América
latina que es de 359 gramos”, aseguró la Dra. Mónica Larcebeau, odontóloga y
Gerente de Relaciones Profesionales Colgate Región Cono Sur.
Los expertos en salud bucal aconsejan cepillar los
dientes al menos 3 veces por día: a la mañana, después del almuerzo y antes de
irse a dormir dedicando aproximadamente 2 minutos para realizar una limpieza
profunda y correcta.
De acuerdo con los expertos, el cuidado empieza en
la casa. “Los padres deben enseñarle a sus hijos en edad preescolar la
importancia de una correcta higiene bucal porque eso les permitirá tener bocas
sanas en el futuro”, sostuvo el Dr. Canzani, a la par que aseguró que también
es fundamental mantener una dieta equilibrada y restringir el consumo de
bebidas dulces y azucaradas que son las que provocan las caries.
Por su parte, Larcebaeu subrayó que “es fundamental
continuar con la educación y concientización acerca de la importancia del
cuidado bucal en la Argentina para prevenir enfermedades en dientes y encías
que pueden provocar trastornos en la salud”. Y explicitó que “el cuidado de la
higiene bucal comienza con el asesoramiento profesional sobre el correcto
cepillado siempre de acuerdo a la necesidad de su paciente, el uso de hilo
dental y el complemento del enjuague bucal según cada característica
individual”. BP
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Salud
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Juan Bautista, el precursor
Juan envía a sus discípulos
Juan estaba preso en la fortaleza de Maqueronte.
Sus discípulos que sufren, no son indiferentes a los sucesos que se están
viviendo es Israel. Por eso “Informaron a Juan sus discípulos de todas estas
cosas. Y Juan llamó a dos de ellos, y los envió al Señor a preguntarle: ¿Eres
tú el que ha de venir o esperamos a otro? Presentándose aquellos hombres le
dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado a ti a preguntarte: ¿Eres tú el que ha
de venir o esperamos a otro? En aquella misma hora curó a muchos de sus
enfermedades, de dolencias y de malos espíritus, y dio la vista a muchos
ciegos, les respondió diciendo: Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído:
los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen,
los muertos resucitan y los pobres son evangelizados; y bienaventurado quien no
se escandalice de mí"(Lc).
Juan aprovecha la ocasión para que sus discípulos
reconozcan a Jesús como el Mesías. Él mismo ya se lo había mostrado como el
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y algunos de los suyos siguieron
a Jesús. Siempre había dejado claro que él no era el Mesías. Ahora anima a los
suyos para que hagan a Cristo la pregunta decisiva: ¿Tú eres el Mesías?
Las obras hablan por sí mismas
Jesús contesta, poniendo delante de sus ojos los
milagros -que ya habían sido profetizados- como característicos de los nuevos
tiempos mesiánicos. Son libres de creer o no, de seguirle o no. Pero las obras
hablan por sí mismas. El grupo de los preparados con el bautismo de penitencia
se apresta para el gran paso de recibir al Mesías.
“Después de marcharse los enviados de Juan,
comenzó a decir a las muchedumbres acerca de Juan: ¿Qué salisteis a ver en el
desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿Qué salisteis a ver? ¿Un hombre
vestido con ropas delicadas? Mirad, los que visten con lujo y viven entre
placeres están en palacios de reyes. ¿Qué habéis salido a ver? ¿Un profeta? Sí,
os digo, y más que un profeta. Este es de quien está escrito: He aquí que yo
envío delante de ti mi mensajero, que vaya preparándote el camino. Os digo,
pues, que entre los nacidos de mujer nadie hay mayor que Juan; aunque el más
pequeño en el Reino de Dios es mayor que él. Y todo el pueblo y los publicanos,
habiéndole escuchado, reconocieron la justicia de Dios, recibiendo el bautismo
de Juan. Pero los fariseos y los doctores de la Ley rechazaron el plan de Dios
sobre ellos, no habiendo sido bautizados por él"(Lc).
La manifestación de Jesús como Mesías
Y es a partir de este momento cuando va a ser más explícita
la manifestación de Jesús como Mesías. Es más, en esta segunda Pascua ya va a
dar señales más claras aún de su divinidad. No se trata de un reformador
religioso más o menos lúcido; Él es el mismo Mesías, el Hijo de Dios. Los
espíritus deben estar atentos a lo que va a suceder, y Juan Bautista ha sido el
mensajero anunciado por el profeta Malaquías para preparar el camino del Señor.
La embajada del Bautista también interesaba a sus discípulos, pues a pesar de
vivir una vida penitente con rechazo del pecado, no eran inmunes a las pequeñas
envidias: antes de que encarcelasen a Juan criticaban a los discípulos de
Jesús. Así lo cuenta Juan evangelista, que había sido discípulo de los dos: “Después
de esto fue Jesús con sus discípulos a la región de Judea, y allí convivía con
ellos y bautizaba. También Juan estaba bautizando en Ainón junto a Salín,
porque había allí mucha agua, y acudían a ser bautizados, pues aún no había
sido encarcelado Juan.
Juan llama a Jesús, el
Esposo
Se originó una discusión entre los discípulos de
Juan y un judío acerca de la purificación. Y fueron a Juan y le dijeron: Rabí,
el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio,
está bautizando y todos van a él. Respondió Juan: “No puede el hombre
apropiarse de nada si no le es dado del cielo. Vosotros mismos me sois testigos
de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de él.
Esposo es el que tiene la esposa; el amigo del esposo, el que está presente y
le oye, se alegra mucho con la voz del esposo. Por esto mi gozo se ha colmado.
Es necesario que él crezca y que yo disminuya"(Jn).
Juan había llamado Esposo a Jesús. Todos sabían que
estas palabras, a la luz de la Escritura, son significativas porque Dios es el
Esposo de Israel, en la Alianza de amor que les une. Veladamente, señala quién
es Jesús, pero convenía un testimonio evidente, contundente. Con la embajada lo
va a conseguir.
La humildad de Juan
Juan era valiente, y verdaderamente humilde. No
busca la gloria propia, sino la gloria de Dios. No se siente humillado, porque
muchos le abandonen como Maestro y sigan a Jesús. No le considera una
competencia, sino que se sabe precursor, y su enseñanza revela bien el sentido
profundo de que su penitencia era verdadera humildad: “conviene que él
crezca y yo disminuya". El sentido del mensajero es ocultarse cuando
llega el hijo del rey. Juan puede decir con verdad que “El que viene de
arriba está sobre todos. El que es de la tierra, de la tierra es y de la tierra
habla. El que viene del Cielo está sobre todos, y da testimonio de lo que ha
visto y oído, pero nadie recibe su testimonio. El que recibe su testimonio
confirma que Dios es veraz; pues aquél a quien Dios ha enviado habla las
palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y todo
lo ha puesto en sus manos. El que cree en el Hijo tiene vida eterna, pero quien
rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre
él"(Jn). En sus palabras se trasluce la voz del Padre, escuchada en el
momento del Bautismo de Jesús en el Jordán, hacia ahora año y medio.
Las profecías del nacimiento de Juan
Se estaban cumpliendo las profecías enunciadas en
el nacimiento del Bautista por su padre, Zacarías. Recordemos su nacimiento
extraordinario: “Hubo, en tiempos de Herodes, rey de Judea, un sacerdote
llamado Zacarías, de la familia de Abías, cuya mujer, descendiente de Aarón, se
llamaba Isabel. Ambos eran justos ante Dios, y caminaban intachables en todos
los mandamientos y preceptos del Señor; no tenían hijos, porque Isabel era
estéril y los dos de edad avanzada. Y sucedió que, al ejercer su ministerio
sacerdotal delante de Dios, cuando le tocaba el turno, le cayó en suerte, según
la costumbre del Sacerdocio, entrar en el Templo del Señor para ofrecer el
incienso; y toda la concurrencia del pueblo estaba fuera orando durante el
ofrecimiento del incienso. Se le apareció un ángel del Señor, de pie a la
derecha del altar del incienso. Y Zacarías se turbó al verlo y le invadió el
temor. Pero el ángel le dijo: No temas, Zacarías, porque tu oración ha sido
escuchada, así que tu mujer Isabel te dará a luz un hijo, y le pondrás por
nombre Juan. Será para tu gozo y alegría; y muchos se alegrarán en su
nacimiento, porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor, será
lleno del Espíritu Santo ya desde el vientre de su madre, y convertirá a muchos
de los hijos de Israel al Señor su Dios; e irá delante de Él con el espíritu y
el poder de Elías para convertir los corazones de los padres hacia los hijos, y
a los desobedientes a la prudencia de los justos, a fin de preparar al Señor un
pueblo perfecto. Entonces Zacarías dijo al ángel: ¿Cómo podré yo estar cierto
de esto? pues ya soy viejo y mi mujer de edad avanzada. Y el ángel le
respondió: Yo soy Gabriel, que asisto ante el trono de Dios, y he sido enviado
para hablarte y darte esta buena nueva. Desde ahora, pues, te quedarás mudo y
no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no has creído
en mis palabras, que se cumplirán a su tiempo. El pueblo estaba esperando, y se
extrañaba que Zacarías se demorase tanto en el Templo. Cuando salió, no podía
hablarles; y comprendieron que había tenido una visión en el Templo. El
intentaba explicarse por señas, y permaneció mudo. Y sucedió que cuando se
cumplieron los días de su ministerio, se marchó a su casa. Después de estos
días Isabel, su mujer, concibió y se ocultaba durante cinco meses, diciéndose:
Así ha hecho conmigo el Señor, en estos días en los que se ha dignado borrar mi
oprobio entre los hombres".
Isabel acoge a María
María Santísima se enteró de estos hechos seis
meses después por boca del ángel Gabriel, y acudió a visitar a Isabel para
ayudarla en el parto. Isabel la acogió con gran alegría; y convivieron tres
meses hasta que nació el niño. Zacarías recuperó el habla porque tuvo fe en la
intervención de Dios, y el Espíritu Santo habló por su boca anunciando qué
tenía previsto Dios para aquel niño que de adulto será Juan Bautista.
Entre tanto llegó a Isabel el tiempo del parto, y
dio a luz un hijo. Y oyeron sus vecinos y parientes la gran misericordia que el
Señor le había mostrado, y se congratulaban con ella. El día octavo fueron a
circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre Zacarías. Pero su
madre dijo: De ninguna manera, sino que se ha de llamar Juan. Y le dijeron: No
hay nadie en tu familia que se llame con este nombre. Al mismo tiempo
preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. Y él, pidiendo
una tablilla, escribió: Juan es su nombre. Lo cual llenó a todos de admiración.
En aquel momento recobró el habla, se soltó su lengua, y hablaba bendiciendo a
Dios. Y se apoderó de todos sus vecinos el temor y se comentaban estos
acontecimientos por toda la montaña de Judea; y cuantos los oían los grababan
en su corazón, diciendo: ¿Qué pensáis ha de ser este niño? Porque la mano del
Señor estaba con él.
Y Zacarías, su padre, quedó lleno del Espíritu
Santo y profetizó diciendo:
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha
visitado y redimido a su pueblo, y ha suscitado para nosotros el poder salvador
en la casa de David su siervo, como lo había anunciado desde antiguo por boca
de sus santos profetas; para salvarnos de nuestros enemigos y de la mano de
cuantos nos odian: ejerciendo su misericordia con nuestros padres, y
acordándose de su santa alianza, y del juramento que hizo a Abraham, nuestro
padre, para concedernos que, libres de la mano de los enemigos, le sirvamos sin
temor, con santidad y justicia en su presencia todos los días de nuestra vida. Y
tú, niño, serás llamado Profeta del Altísimo: porque irás delante del Señor a preparar
sus caminos, enseñando a su pueblo la salvación para el perdón de sus pecados; por
las entrañas de misericordia de nuestro Dios, el Sol naciente nos visitará
desde lo alto, para iluminar a los que yacen en tinieblas y en sombra de
muerte, y guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Mientras tanto, el niño iba creciendo y se
fortalecía en el espíritu, y habitaba en el desierto hasta el tiempo en que
debía darse a conocer a Israel"(Lc).
Juan correspondió libremente al querer de Dios, y
fue profeta del Altísimo anunciando los caminos misericordiosos de Dios. Juan
era la voz y Jesús era la Palabra que salva al mundo. EC
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Reflexión
Ubicación: La Pampa, Argentina
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Día litúrgico: Viernes XXI (B) del T.O.
Texto del Evangelio (Mt 25,1-13): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: «El
Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la
mano, salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias, y cinco
prudentes. Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de
aceite; las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las
alcuzas. Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron. Mas a
media noche se oyó un grito: ‘¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!’.
Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las
necias dijeron a las prudentes: ‘Dadnos de vuestro aceite, que nuestras
lámparas se apagan’. Pero las prudentes replicaron: ‘No, no sea que no alcance
para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo
compréis’. Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban
preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. Más tarde
llegaron las otras vírgenes diciendo: ‘¡Señor, señor, ábrenos!’. Pero él
respondió: ‘En verdad os digo que no os conozco’. Velad, pues, porque no sabéis
ni el día ni la hora».
«En verdad os digo que no os conozco»
Comentario: Rev. D. Joan Ant. MATEO i García (La
Fuliola, Lleida, España)
Hoy, Viernes XXI del
tiempo ordinario, el Señor nos recuerda en el Evangelio que hay que estar
siempre vigilantes y preparados para encontrarnos con Él. A media noche, en
cualquier momento, pueden llamar a la puerta e invitarnos a salir a recibir al
Señor. La muerte no pide cita previa. De hecho, «no sabéis ni el día ni la
hora» (Mt 25,13).
Vigilar no significa
vivir con miedo y angustia. Quiere decir vivir de manera responsable nuestra
vida de hijos de Dios, nuestra vida de fe, esperanza y caridad. El Señor espera
continuamente nuestra respuesta de fe y amor, constantes y pacientes, en medio
de las ocupaciones y preocupaciones que van tejiendo nuestro vivir.
Y esta respuesta sólo
la podemos dar nosotros, tú y yo. Nadie lo puede hacer en nuestro lugar. Esto
es lo que significa la negativa de las vírgenes prudentes a ceder parte de su
aceite para las lámparas apagadas de las vírgenes necias: «Es mejor que vayáis
donde los vendedores y os lo compréis» (Mt 25,9). Así, nuestra respuesta a Dios
es personal e intransferible.
No esperemos un
“mañana” —que quizá no vendrá— para encender la lámpara de nuestro amor para el
Esposo. Carpe diem! Hay que vivir en cada segundo de nuestra vida toda la
pasión que un cristiano ha de sentir por su Señor. Es un dicho conocido, pero
que no estará de más recordarlo de nuevo: «Vive cada día de tu vida como si
fuese el primer día de tu existencia, como si fuese el único día de que
disponemos, como si fuese el último día de nuestra vida». Una llamada realista
a la necesaria y razonable conversión que hemos de llevar a término.
Que Dios nos conceda
la gracia en su gran misericordia de que no tengamos que oír en la hora
suprema: «En verdad os digo que no os conozco» (Mt 25,12), es decir, «no habéis
tenido ninguna relación ni trato conmigo». Tratemos al Señor en esta vida de
manera que lleguemos a ser conocidos y amigos suyos en el tiempo y en la
eternidad.
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Evangelio
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