Presbítero y
Abad, 23 de Septiembre
Martirologio Romano: En el monasterio de Hy,
en la isla de Iona, Escocia, san Adamnano, presbítero y abad, varón muy docto
en conocimientos bíblicos y amantísimo de la unidad y de la paz, que, tanto en
Escocia como en Irlanda, con su predicación persuadió a muchos para celebrar la
Pascua según la tradición romana († 704).
Fecha de beatificación: el 5 de julio de 1898 el Papa León XIII
confirmó su culto.
Nació hacia el año 624 en el condado de Donegal, Irlanda. Se cree que fue monje de la comunidad de Drumhome en Donegal. Pasó a Iona.
A la muerte de Oswy el rey de Nortumbría, en el
670, su hijo Alfrido, para escapar al rencor del usurpador Egfrido, buscó
refugio en Iona, donde conoció a Adamnano. A quien en el 679 eligieron
como abad del monasterio. Hombre de gran cultura,
muy instruido en las Escrituras, hizo sentir su influencia en la iglesia
irlandesa. Escribió la “Ley de los inocentes” para proteger a las mujeres y
niños de la implicación de hechos de guerra y que sería adoptada por una
asamblea de los gobernantes y del clero de Irlanda. Escribió una vida de san Columba,
que era uno de sus familiares y un guía de Palestina, donde narra el viaje a
Jerusalén del obispo Arculf llamado “De los lugares santos”, aunque él sólo
salió de su Irlanda natal para hacer dos viajes a Inglaterra.
Trabajador infatigable a favor de la unidad y la
paz, tanto en Escocia como en Irlanda, en tiempos del papa san Pascual I,
inclinó a muchos por medio de la predicación y la disciplina. Fue embajador
para el Uf Néill meridional; visitó a su amigo, el rey Aldfrido de Northumbría,
y se afanó en obtener el regreso de los irlandeses prisioneros por el difunto
rey Egfrido. En el 687 volvió a Northumbría y estuvo en la abadía de Jarrow con
san Ceolfrido. Predicó con gran celo la observancia romana de la Pascua. Beda
lo describió como “hombre bueno y sabio, con un conocimiento excelente de las
Escrituras” y “campeón de la paz y de la unidad”. También se dice que fue
obispo y abad de Raphoe, en Irlanda, de donde es patrón.
Entre las leyendas populares relacionadas con este
santo se halla una donde se relata que, a fin de abastecer de leña a su
monasterio, derribó él mismo con el hacha tan gran cantidad de encinos, que se
podían llenar doce lanchones con los troncos. También se afirma que, en otra
ocasión, los monjes advirtieron que no estaba con ellos en el coro y se
pusieron a buscarle hasta que le encontraron en un rincón apartado, arrebatado
en éxtasis, en la contemplación del Niño Jesús.
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