El hígado no “patea”; más bien
nosotros lo maltratamos a él. El pobre trabaja sin descanso cumpliendo un
montón de funciones sin las cuales no podemos vivir. Y sin embargo, 3 de cada
10 adultos tienen hígado graso en Argentina, y se estima que la cifra irá en
aumento, según datos de la Asociación Argentina para el Estudio de las
Enfermedades del Hígado (AAEEH).
Hay que hacer una aclaración: son
cifras de enfermedad hepática no relacionada con consumo de alcohol, que
consiste en la acumulación de grasa en el hígado; produce inflamación y el daño
de las células, y puede derivar en una fibrosis, es decir una acumulación de
cicatrices fibrosas y duras que impiden el funcionamiento normal.
«El hígado graso no alcohólico
impacta considerablemente en la salud: sextuplica el riesgo de enfermedad
cardiovascular y aumenta las chances de sufrir diabetes tipo 2 y enfermedad
renal crónica», explicó la Dra. María Inés Alonso, hepatóloga de la
AAEEH.
Pero además, si la enfermedad no
se controla y no se mejora el estilo de vida, el hígado puede alcanzar grados
cada vez más severos de fibrosis. Y se corre riesgo de llegar al estadio
terminal (cirrosis), y de que se necesite un trasplante y/o se desarrolle un carcinoma
(tumor maligno) hepático. De hecho, proyecciones internacionales establecen que
para 2030 esta condición será la principal causa de trasplante hepático.
«El hígado graso se asocia al sedentarismo y a la obesidad, que está en aumento en nuestro país y en el mundo. Por eso es importante prevenir (y tratar) el exceso de peso, y promover la dieta saludable y la actividad física», resaltó la Dra. Beatriz Ameigeiras, presidenta de AAEEH. En otras palabras: mejorando el estilo de vida, muchos podrán incluso revertir el compromiso hepático.
«El hígado graso se asocia al sedentarismo y a la obesidad, que está en aumento en nuestro país y en el mundo. Por eso es importante prevenir (y tratar) el exceso de peso, y promover la dieta saludable y la actividad física», resaltó la Dra. Beatriz Ameigeiras, presidenta de AAEEH. En otras palabras: mejorando el estilo de vida, muchos podrán incluso revertir el compromiso hepático.
Sin síntomas
«Uno de los inconvenientes de esta
condición es que suele no presentar síntomas en los estadios iniciales: cerca
de la mitad de los pacientes no tiene ninguno, y uno de cada tres puede tener
alguna molestia en la zona cercana al hígado», detalló la Dra. Alonso.
«Por lo general, el paciente se
encuentra asintomático mientras la enfermedad no progrese a la cirrosis
descompensada u otras complicaciones. Pero la coexistencia de manifestaciones
como obesidad, hipertensión o diabetes indican riesgo significativo de sufrir
en el futuro complicaciones vasculares como infarto de miocardio o accidente
cerebrovascular», añadió el Dr. Eduardo Fassio, hepatólogo de AAEEH.
Riesgo de cáncer
El hígado graso también impacta en
el desarrollo de cáncer, y el diagnóstico temprano es complejo por la casi
total ausencia de síntomas hasta llegar a estadios avanzados. Muchos pacientes
ignoran que padecen hígado graso, porque no se realizan chequeos de este órgano
con frecuencia.
La incidencia del cáncer de hígado
se ha triplicado en los últimos 35 años y alcanzó los 700.000 nuevos casos por
año a nivel mundial, lo que implica unas 80 nuevas detecciones por hora. BP
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