Obispo de la Primera Orden, 20 de Octubre
Jacobo de Strepa, de noble familia polaca, nació
hacia 1340. Muy joven ingresó en la Orden de los Hermanos Menores. Por muchos
años ejerció el ministerio en Rusia, fue vicario general de aquella misión y
trabajó activamente por la unidad de los cristianos. Elegido obispo de Halicz,
cuya sede metropolitana fue luego trasladada a Leópoli.
Como obispo y pastor de almas, Jacobo de Strepa se
consagró por entero a las necesidades de la diócesis y se mostró modelo
perfecto del pastor de almas. En muchos distritos el número de las iglesias era
insuficiente para las necesidades de la población, para remediarlo, hizo
construir nuevas iglesias, erigió nuevas parroquias y colocó allí sacerdotes de
probado celo. Fundó también casas religiosas para multiplicar los medios de
santificación, edificó hospitales, proveyó a los pobres con largueza y
generosidad. Las rentas de su obispado eran enteramente destinadas al
mantenimiento de los lugares de culto y a la caridad y beneficencia para con
los pobres y necesitados.
El celoso pastor se esforzó por infundir la fe en
los fieles con prácticas de devoción que produjeron frutos abundantes de
santidad. Amó con tierno y filial afecto a la Santísima Virgen. En su escudo
episcopal colocó la imagen de la Madre de Dios que también había hecho esculpir
en su anillo pastoral. Difundió ampliamente el culto a la Santísima Virgen.
Todas las tardes el pueblo se reunía en las iglesias para rezar el Rosario y
otras oraciones a la Virgen. La Eucaristía fue el centro irradiador de toda su
vida. En Leópoli instituyó la adoración perpetua. Tuvo la alegría de ver
reflorecer en su diócesis la piedad y la moral.
Recorrió su extensa diócesis a pie, vestido con el
hábito franciscano, sembrando en su camino la palabra de Dios, uniendo a su
apostolado activo una vida de austeridad y de penitencia. Nombrado senador en
el consejo de su patria, dio sabios consejos e hizo tomar importantes y útiles
decisiones. Por su interés se frenaron en el territorio polaco las incursiones
de los bárbaros, los enemigos fueron rechazados. Después de 19 años de dinámico
episcopado el Beato Jaime fue a recibir el premio de sus trabajos. Murió el 20
de octubre de 1409. Por sus excepcionales méritos civiles fue proclamado
defensor y custodio de su patria. Fue sepultado en la iglesia de los
franciscanos de Leópoli, vestido con el hábito religioso y con las insignias
pontificales. En su tumba se produjeron milagros. Su culto se difundió en
Polonia, Lituania y Rusia, de donde en un tiempo venían numerosos peregrinos
para invocar su protección. En su exhumación realizada en 1419, su cuerpo fue
encontrado incorrupto. Su culto fue aprobado por Pio VI el 11 de septiembre de
1790.
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