Fundadora,
26 de Noviembre
Martirologio Romano: En Bassano, Vicenza, Italia, beata Cayetana Sterni, religiosa, que,
habiendo enviudado siendo joven, se entregó al servicio de los pobres, fundando
la Congregación de las Hermanas de la Divina Voluntad, para atender a los
menesterosos y enfermos (1889).
Cayetana Sterni vivió toda su vida en Bassano del
Grappa, antigua y alegre ciudad de la provincia de Vicenza (Italia). Allí llegó
con su familia, a los 8 años, desde la cercana Cassola, donde nació, el 26 de
junio de 1827. Su padre, Giovanni Battista Sterni, administraba las propiedades
de campo de la familia Mora, nobles venecianos, en Ca’Mora de Cassola, donde
vivió holgadamente con su esposa Giovanna Chiuppani y sus 6 hijos.
En 1835 se trasladó con su familia a Bassano. Al
poco tiempo, algunas vicisitudes cambiaron las condiciones de vida de la
familia Sterni. A los 18 años murió su hermana mayor, Margarita y después de
una penosa enfermedad, murió su padre; mientras su hermano Francisco, en busca
de una carrera artística se alejó de la familia, que por entonces, estaba
pasando una crítica situación económica. Estos hechos marcaron la vida de Cayetana,
que crecía rápidamente, con dividiendo con su madre los problemas de cada día.
Es inteligente, se muestra sensible y madura, llena
de entusiasmo, deseosa de amar y de ser amada”. Su educación en la fe es sólida
y apoyada por el testimonio de vida y enseñanzas de su madre, de la oración y
frecuencia de los sacramentos. En su ambiente familiar adquirió estima y
aprecio por su viva personalidad, llena de buen sentido y por su delicada femineidad.
Estas sus cualidades humanas atrajeron la atención de un joven emprendedor,
viudo y con 3 hijos que quiso hacerla su esposa. Valorando conscientemente sus
sentimientos, la responsabilidad del matrimonio y haciendo caso omiso de su
tutor, Cayetana, a los 16 años, aceptó ser la esposa de Liberale Conte. La
joven esposa llena el nuevo hogar, de vitalidad, serenidad y alegría. Cuando
Cayetana sabe que espera un hijo, la felicidad de los esposos es completa.
Un día estando en oración tuvo el presentimiento
del inminente fallecimiento de su esposo. Su espíritu se sintió turbado y
angustiado porque veía desaparecer la persona más querida de su vida. Al mismo
tiempo, siente en lo más íntimo de su alma, la presencia de una fuerza
espiritual que la fortalece para no caer en la desesperación y más bien,
abandonarse completamente en Dios.
El presentimiento de la muerte de su esposo, se
hizo realidad, y Liberale Conte muere en la plenitud de su juventud, vigor y
salud. La joven esposa vive momentos de terrible angustia no sólo por la muerte
de su esposo, sino también por el dolor de sus hijos, de nuevo huérfanos y por
la muerte prematura de su propio hijo que no conoció a su padre. Estos
difíciles momentos de su vida, Cayetana los vive con confianza y completo
abandono en el Señor, su única esperanza y fortaleza. El dolor y sufrimiento se
renovaron cuando el hijo tanto deseado y esperado murió a los pocos días de su
nacimiento.
Inicia para Cayetana la prueba dolorosa de la
viudez. La familia de su difunto esposo, no justificando el afecto que la une a
los 3 hijos huérfanos, le hacen la vida imposible con sospechas,
incomprensiones y calumnias, hasta llegar a separarla de sus hijos y alejarla
de su querido hogar. A los 19 años, Cayetana regresa a la casa de su madre. No
obstante esta prueba grande y dura, Cayetana olvidándose de sí, ayuda a sus
hijos a comprender y a aceptar esta separación.
Amable y segura defiende los derechos de sus hijos,
perdona, comprende y logra la plena reconciliación con todos sus familiares. El
sufrimiento no la desespera. Su fina y delicada sensibilidad se hace presencia
misericordiosa y solidaria.
Jamás había pensado hacerse religiosa. Mirando al
futuro y en el silencio de la oración pide a Dios le haga conocer cuál es el
esposo que Dios quiere para ella. Precisamente en la oración comprende con claridad
meridiana que es Dios mismo quien quiere ser el único esposo de su alma. Grande
fue la sorpresa de Cayetana. En diálogo con su confesor, este le asegura, que
se trata de una auténtica llamada de Dios. Por tanto, pide ingresar en el
convento de las Canosianas de Bassano, siendo aceptada como postulante y donde
solamente vive felizmente 5 meses. Estando en oración tiene el presentimiento
de la vecina muerte de su madre, y se prepara espiritualmente a esta nueva
prueba de su vida. Pocos días después, muere su madre y Cayetana tiene que
dejar su querida comunidad y convento para cuidar y velar por sus hermanos
menores.
Pasan años afrontando dificultades, enfermedades,
sinsabores y estrecheces económicas. No obstante todo esto, logra darse una
forma de vida que la sostiene y fortalece espiritualmente.
Consultando nuevamente a su confesor y en asidua
oración para conocer cuál es la voluntad de Dios, Cayetana comienza a entrever
que Dios la quiere totalmente dedicada al servicio de los pobres y necesitados.
Cayetana recuerda y no puede olvidar, que durante su breve permanencia con las
Canosianas al mismo tiempo que presentía la ya cercana muerte de su madre,
comenzaba a intuir que Dios mismo, la estaba preparando para el hospicio y allí
entregar toda su vida al servicio de los pobres y así cumplir su voluntad. Por
mucho tiempo conserva oculta en su corazón esta llamada de Dios que no se
atreve a manifestarla a su confesor, porque le parece una llamada extraña y
exigente. Finalmente cuando abre su espíritu a su confesor, este no le da mucha
credibilidad. No obstante la actitud del confesor, Cayetana cada vez que ve y
encuentra un pobre en el hospicio, siente de nuevo la invitación del Señor: te
quiero entre mis pobrecitos. A esta invitación, Cayetana se dice a sí misma: la
idea del hospicio siempre me persigue. En 1853 sólo por hacer la voluntad de
Dios se da al servicio de los pobres en el hospicio de su ciudad, que por
entonces contaba 115 huéspedes, “en su mayoría víctimas de una vida desordenada
y del vicio. Allí permanece 36 años hasta el día de su muerte, entregada completamente
al servicio de los pobres con infatigable caridad. En las noches de vela junto
al lecho de los moribundos, en los servicios más humildes a los ancianos y
enfermos, Cayetana era toda, abnegación, dulzura, suavidad y ternura, con la
firme convicción de servir a Dios mismo en cada pobre y en cada necesitado.
Con gran confianza en Dios y con un gran deseo de
ser toda de Él, buscó hacer y cumplir en todo, sólo su voluntad. A los 33 años
y con la aprobación de su confesor, Don Simonetti, hizo el voto de donación
total de sí misma a Dios, dispuesta a aceptar lo que Dios quiera disponer para
ella. Con ilimitada confianza se abandona en las manos de Dios, débil
instrumento del cual Dios se sirve para sus designios. Atribuye sólo allá
Divina Providencia el nacimiento de su congregación que surge en la simplicidad
y en el ocultamiento, con la profesión de sus dos primeras compañeras en 1865.
El nombre de Hijas de la Divina Voluntad,
interiormente inspirado a Cayetana, para ella y para sus seguidoras, indica la
característica propia que siempre las debe distinguir: uniformidad en todo a la
Divina Voluntad, mediante un total abandono en Dios y un santo celo por el bien
del prójimo, dispuestas si fuera necesario a sacrificarse totalmente. Como
ella, sus primeras compañeras animadas por el mismo espíritu, se consagraron a
la Voluntad de Dios y se dedicaron al servicio de los pobres del Hospicio, al
prójimo necesitado, especialmente con la asistencia de los enfermos a domicilio
y con otras obras de caridad, según las necesidades particulares del momento. El
obispo de Vicenza aprobó las primeras reglas de la congregación en 1875.
Cayetana muere el 26 noviembre de 1889,
amorosamente asistida por sus hijas y venerada por sus conciudadanos. Sus
restos mortales son venerados en la Casa Madre. Desde sus inicios la
Congregación de las Hijas de la Divina Voluntad se ha multiplicado y difundido,
siendo presente actualmente en Europa, América y África. El camino de santidad
de Cayetana Sterni, es esencialmente, un itinerario espiritual que se puede y
debe proponer a todo cristiano: cumplir en todo y siempre lo que agrada al
Señor, entregándose a Él, con ilimitada confianza, para cambiar con la sola fuerza
del amor, el mal en bien, siguiendo el ejemplo de Jesús. Fue beatificada el 4
de noviembre de 2001 por S.S. Juan Pablo II.
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