Fundadora,
29 de Noviembre
Martirologio Romano: En Roma, Italia, beata María Magdalena de la Encarnación (Catalina)
Sordini, virgen, fundadora del Instituto de las Hermanas de la Adoración
Perpetua del Santísimo Sacramento. († 1824)
Fecha de beatificación: 3 de mayo de 2008, durante el
pontificado de S.S. Benedicto XVI.
Nació en Porto Santo Stefano (Italia) el 16 de
abril de 1770, en el seno de una familia fervientemente católica. Fue bautizada
al día siguiente con los nombres de Catalina María Francisca Antonia.
Creció en un ambiente impregnado de religiosidad
ejemplar. Su padre, Lorenzo Sordini, promovió que en la iglesia parroquial se
expusiera a la veneración pública, en circunstancias especiales, con espíritu
de amor y reparación, el Santísimo Sacramento, como por ejemplo el jueves de
carnaval. Así, desde su adolescencia, Catalina pasaba horas en adoración junto
a Jesús sacramentado.
A los 17 años recibió una propuesta de matrimonio
de parte de Alfonso, joven de posición acomodada que le regaló preciosas joyas.
En una ocasión, adornada con ellas, al mirarse en un espejo se le apareció el
rostro doloroso de Jesús crucificado que la invitaba a entregarse totalmente a
Él y le decía: “Catalina, ¿me abandonas por un amor humano?”. En febrero de
1788 ingresó en el monasterio de las Terciarias Franciscanas de Ischia di Castro.
Al vestir el hábito religioso tomó el nombre de sor María Magdalena de la
Encarnación.
El 19 de febrero de 1789, jueves de carnaval, en el
refectorio vio a “Jesús como en un trono de gracia en el Santísimo Sacramento,
rodeado de vírgenes que lo adoraban” y oyó una voz que le decía: “Te he elegido
para instituir la obra de las Adoratrices Perpetuas, que día y noche me
ofrecerán su humilde adoración para reparar las ofensas y las ingratitudes de
la humanidad e impetrar gracias y ayudas de mi divina misericordia”. Aquel día
se convirtió para ella en el “día de la luz”.
El 20 de abril de 1802 fue elegida abadesa, cargo
que ocupó hasta 1807, cuando, siguiendo la voluntad de Dios que deseaba un
nuevo instituto y escritas las Constituciones, se trasladó a Roma, con algunas
hermanas y la bendición de Pío VII, para fundar el primer monasterio de las
Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento, en el convento de San Joaquín y
Santa Ana, en Quattro Fontane. La fundación tuvo lugar el 8 de julio de 1807.
Por iniciativa suya la iglesia se abrió a la adoración de los fieles laicos.
Gracias a su unión con Dios cada vez más íntima, a
su gran espíritu de fe y a su intensa oración en tiempos muy difíciles, por la
invasión de los franceses después de la Revolución, logró realizar muchas
obras, en beneficio del monasterio y también de muchas personas que recurrían a
ella.
La madre María Magdalena profetizó al Papa Pío VII
la deportación a Francia: “Pero no tenga miedo; nadie le podrá perjudicar y
volverá glorioso a Roma”. También llegó la cruz para las Adoratrices, en forma
de supresión del instituto; y ella fue exiliada a Florencia.
Caído el régimen napoleónico, en el año 1814 la
madre volvió a Roma con algunas jóvenes florentinas y el 18 de septiembre de
1817 vistió el nuevo hábito religioso, que había visto en visión el “día de la
luz”: sayo blanco y escapulario rojo, símbolos del candor virginal y del amor a
Jesús crucificado y eucarístico.
El 10 de marzo de 1818 la Santa Sede reconoció
oficialmente la congregación, que la madre María Magdalena puso bajo el
patrocinio de la Virgen de los Dolores.
Murió el 29 de noviembre de 1824 en Roma, donde
reposan sus restos.
El instituto cuenta hoy con más de noventa
monasterios esparcidos por todo el mundo.
El milagro para su beatificación
El milagro comprobado, y por el que S.S. Benedicto
XVI la declarara beata el 3 de mayo de 2008, fue la sanación de Juan de Dios
Rodríguez Madrid, un sinaloense de 60 años, que el 2 de julio de 1994 tuvo un
accidente. El iba sentado en la parte trasera de una camioneta que corría a
gran velocidad, al dar el vehículo una curva él cayó a tierra golpeándose
fuertemente la cabeza contra el pavimento.
Llegó inconsciente al hospital. El 3 de julio a la
01:40 horas fue preso de fuertes convulsiones, las que provocaron que cayera de
la camilla del tomógrafo; golpeándose nuevamente la cabeza lo que empeoró la
situación. Los exámenes que se le realizaron pusieron en evidencia una fractura
linear fronto-parietal, hemorragia subaracnoidea, edema cerebral difuso y
hematoma laminar subdural occipital. Los médicos que lo atendieron manifestaron
un pronóstico desfavorable, temían por su vida y por los trastornos
neurológicos secundarios al grave trauma cráneo encefálico.
La madre María Eugenia Monárrez Madrid, sobrina de
Juan de Dios, monja Adoratriz Perpetua del Santísimo Sacramento, avisada del
accidente, invitó a la comunidad y a su familia a rogar a la Madre María
Magdalena de la Encarnación, y se inició una novena. La mañana del lunes 4 de
julio se le permitió a María Eugenia visitar al enfermo y el médico que lo
asistía en el departamento de Terapia Intensiva le confirmó la gravedad de la
situación. Con toda su fe, María Eugenia pone una reliquia sobre la cabeza de
su tío, invoca la gracia de la curación por intercesión de la Madre y el 6 de
julio, tercer día de la Novena, a las 13:35 horas, en presencia de los doctores
Marenco y Rivera, inesperadamente el enfermo mueve las extremidades, trata
verbalmente con los presentes que le asisten, se levanta solo del lecho y sin
apoyo, camina.
Los médicos afirmaron que la evolución de la
mejoría fue inesperada, rápida e impresionante, para la cual no tienen
explicación, pues de un caso así, quien sobrevive, queda paralizado.
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