En el lenguaje
común, fundamentalista es alguien radical y peligroso. En muchos lugares se
asocia el término a grupos religiosos. Pero también hay otros fundamentalismos,
por ejemplo el fundamentalismo abortista.
Alguno pensará
que con “fundamentalismo abortista” se designa a aquellas personas que, dentro
del movimiento abortista, adoptan actitudes peligrosas, intolerantes, incluso
violentas. De este modo, se distinguirían de otros abortistas “moderados”, es
decir, de aquellos defensores del aborto que saben dialogar, que respetan otros
puntos de vista, que evitan actitudes intransigentes.
Si vamos más a
fondo, cualquier persona que defiende el aborto sería “fundamentalista” en el
sentido popular del término. ¿Por qué? Porque defiende una idea que implica
amenaza, peligro y violencia.
Sí: en cada
aborto se produce la violencia de algunos seres humanos, con mayor o menor
competencia técnica, sobre otros seres humanos, los hijos antes de nacer. Por
lo mismo, en todo defensor del aborto hay una actitud de intolerancia y de
violencia, precisamente porque acepta la eliminación de embriones humanos,
cuando en realidad lo que necesitan esos hijos es lo opuesto: ayuda, protección
y justicia.
Lo paradójico
del caso es que en ciertos ámbitos culturales se acusa a los provida de
fundamentalismo, cuando en realidad el fundamentalismo más peligroso está
precisamente entre los partidarios del aborto.
Reconocer lo
anterior no significa olvidar que habría algunos abortistas menos peligrosos,
aquellos que consideran unos abortos como “peores” y otros como “mejores”. Por
ejemplo, no faltan entre los partidarios del aborto quienes consideran que el
aborto selectivo de embriones y fetos femeninos sea algo discriminatorio e
injusto. Pero si una persona piensa lo anterior, ¿no resulta extraño que no
diga nada cuando se aborta a un embrión humano con la excusa de que no ha
llegado a tener el número de semanas de vida que garantizaría cierta protección
legal?
Abrir los ojos
a las injusticias del aborto, reconocer que en todo abortista se esconde, en
niveles de mayor o menor gravedad, un “fundamentalista” enemigo de inocentes,
permitirá evitar las manipulaciones de quienes desprecian la vida de los hijos
antes de nacer, y promover culturas más abiertas, acogedoras y justas. Porque
sólo hay justicia cuando se protege a los más débiles. Y uno de los seres más
débiles e indefensos de nuestra sociedad es, precisamente, el embrión humano. FP
No hay comentarios.:
Publicar un comentario