viernes, 30 de noviembre de 2018

Fundamentalismo abortista

En el lenguaje común, fundamentalista es alguien radical y peligroso. En muchos lugares se asocia el término a grupos religiosos. Pero también hay otros fundamentalismos, por ejemplo el fundamentalismo abortista.
Alguno pensará que con “fundamentalismo abortista” se designa a aquellas personas que, dentro del movimiento abortista, adoptan actitudes peligrosas, intolerantes, incluso violentas. De este modo, se distinguirían de otros abortistas “moderados”, es decir, de aquellos defensores del aborto que saben dialogar, que respetan otros puntos de vista, que evitan actitudes intransigentes.
Si vamos más a fondo, cualquier persona que defiende el aborto sería “fundamentalista” en el sentido popular del término. ¿Por qué? Porque defiende una idea que implica amenaza, peligro y violencia.
Sí: en cada aborto se produce la violencia de algunos seres humanos, con mayor o menor competencia técnica, sobre otros seres humanos, los hijos antes de nacer. Por lo mismo, en todo defensor del aborto hay una actitud de intolerancia y de violencia, precisamente porque acepta la eliminación de embriones humanos, cuando en realidad lo que necesitan esos hijos es lo opuesto: ayuda, protección y justicia.
Lo paradójico del caso es que en ciertos ámbitos culturales se acusa a los provida de fundamentalismo, cuando en realidad el fundamentalismo más peligroso está precisamente entre los partidarios del aborto.
Reconocer lo anterior no significa olvidar que habría algunos abortistas menos peligrosos, aquellos que consideran unos abortos como “peores” y otros como “mejores”. Por ejemplo, no faltan entre los partidarios del aborto quienes consideran que el aborto selectivo de embriones y fetos femeninos sea algo discriminatorio e injusto. Pero si una persona piensa lo anterior, ¿no resulta extraño que no diga nada cuando se aborta a un embrión humano con la excusa de que no ha llegado a tener el número de semanas de vida que garantizaría cierta protección legal?
Abrir los ojos a las injusticias del aborto, reconocer que en todo abortista se esconde, en niveles de mayor o menor gravedad, un “fundamentalista” enemigo de inocentes, permitirá evitar las manipulaciones de quienes desprecian la vida de los hijos antes de nacer, y promover culturas más abiertas, acogedoras y justas. Porque sólo hay justicia cuando se protege a los más débiles. Y uno de los seres más débiles e indefensos de nuestra sociedad es, precisamente, el embrión humano. FP

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