No es fácil responder a esta pregunta. Y no solo porque hemos
de contar con ese mundo de fuerzas inconscientes que influyen en nuestras
decisiones o porque actuamos muy condicionados por el aprendizaje familiar o
social, sino porque vivimos sutilmente programados desde fuera.
Nuestra vida la quieren decidir hoy desde el mercado; la
sociedad de consumo necesita saber, no quiénes somos, sino qué vamos a
consumir, el dinero del que vamos a disponer, las nuevas necesidades que se han
de despertar en nosotros. Desde una perspectiva mercantilista lo que importa es
si yo seré un buen consumidor, no una persona digna.
La publicidad, por su parte, pretende marcar qué intereses
hemos de tener y hacia dónde hemos de dirigir nuestros gustos y apetencias. Y
de la misma manera que la moda decide cómo hemos de vestir, las corrientes
culturales nos dictan cómo hemos de pensar, qué hemos de sentir y amar o cómo
hemos de valorar los diversos aspectos de la vida.
Al mismo tiempo, cada uno se esfuerza por cumplir lo mejor
posible su rol para funcionar ágilmente en esta sociedad. Y uno aprende a ser
un buen vendedor, un empleado eficaz o un profesor estimado, aunque su
verdadera personalidad se diluya detrás de una máscara.
Es difícil no dejarse vivir desde fuera. Pero el camino de
una maduración personal no es aceptar como criterio algo tan postmoderno como
el «me apetece» o «me gusta»; ésa puede ser la manera más ingenua de
abandonarse al zarandeo de cualquier moda cambiante. Lo más importante es plantearse
desde dónde quiero vivir, a quién o a qué le doy poder para decidir mi vida.
«Escoger mi vida» exige acertar con un hilo conductor que
oriente de manera más o menos consciente mis decisiones y mi actuación. Y es
aquí donde la fe cristiana puede tener un lugar decisivo para elegir un estilo
acertado de vivir.
La tarea, sin embargo, no es sencilla pues cuando Jesús
explica cómo entiende y vive su vida y la ofrece como modelo a sus discípulos,
dice estas sorprendentes palabras: «El Hijo del Hombre no ha venido para que le
sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate de muchos.» Según Jesús, la
vida se entiende y se vive en su verdadero contenido humano cuando uno se
entrega, no a competir, producir, ganar o dar imagen, sino a algo tan poco
«normal» y «presentable» en nuestra sociedad como es servir, ayudar, compartir.
Hay muchos estilos de vivir. Desde el que dice «mi vida es
mía y solo mía» hasta el que decide darla de mil formas poniéndola al servicio
de los demás. Para el cristiano solo ésta es la manera acertada de vivir. JAP
No hay comentarios.:
Publicar un comentario