Recluso, 21 de Mayo
Elogio: En la ciudad
de Niza, en Provenza, san Hospicio, ermitaño, varón de admirable espíritu de
penitencia, que predijo la llegada de los longobardos.
Recluso nacido,
según la tradición, en Egipto, aproximadamente a inicios del siglo sexto; murió
en Saint-Sospis, cerca de Villefranche, departamento de Alpes-Maritimes,
Francia, el 21 de mayo del 581. Se dice que el santo, conocido popularmente
como san Sospis, fue monje en su tierra natal. Llegado a la Galia, se convirtió
en eremita, y se retiró a una torre derruida, situada en la península de
Cap-Ferrat (posteriormente llamada, en su honor, Saint-Sospis, y en la
actualidad nuevamente Cap-Ferrat), algunos kilómetros al este de Niza.
La gente de
los alrededores frecuentemente le consultaba; y en una ocasión vio por
anticipado, hacia el 575, la inminente incursión de los longobardos. Hospicio
fue capturado por los invasores, pero lo dejaron con vida. Obró un milagro en
favor de uno de los guerreros, que se convirtió, abrazó la vida religiosa, y
fue personalmente conocido por san Gregorio de Tours. Fue de él de quien
Gregorio, a quien debemos los escasos detalles de la vida del santo, conoció
las austeridades y numerosos milagros del recluso. Hospicio previó su muerte, y
fue sepultado por su hermano, Austadio, obispo de Cimiez. Es muy venerado en la
diócesis de Niza. La Catedral posee como reliquia un pequeño hueso de su mano;
otras reliquias están en Viilefranche, La Turbie y Cap-Ferrat.
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