Lector y mártir, 05 de Mayo
Elogio: En Auxerre,
en la Galia Lugdunense, san Joviniano, lector y mártir.
San Joviniano
es mencionado en la «Vita» de san Peregrino de Auxerre, como ayudante y lector
de este santo obispo evangelizador en las Galias. Si la asociación de estos dos
varones apostólicos es correcta, la vida de Joviniano se desarrollo en torno al
258, pontificado de san Sixto II, que fue quien consagró y envió a san
Peregrino (pero debe tenerse presente que la propia cronología de san Peregrino
es dudosa).
San Joviniano,
con distintas variantes en el nombre, aparece inscripto en esta fecha del 5 de
mayo en el Martirologio Jeronimiano (y desde allí en la mayoría de los
martirologios posteriores), por lo que no se puede dudar de la historicidad
básica de la noticia: su nombre, su oficio eclesiástico (lector), y la realidad
de su martirio.
Fuera de eso,
no poseemos datos, ya que siendo el protagonista de las gestas de san Peregrino
el propio obispo, la pasión de san Joviniano queda en las sombras, y no hay
actas propias, ni siquiera legendarias. No es posible siquiera establecer si su
martirio tiene relación con el de san Peregrino.
Sin embargo,
se conserva un breve relato en el antiguo «Martirologio de la Reina de Suecia»
(s. IX-X), que depende a su vez de un martirologio anterior perdido. Allí se
dice lo siguiente:
«En Auxerre,
pasión de san Joviniano, lector y mártir, que con san Peregrino, obispo y
mártir, bajo el pontificado de Sixto II, Papa, llegó a Auxerre; como era un
hombre de general elocuencia, y gran erudito en las Sagradas Escrituras; cuando
enfrentó con fortaleza las supersticiones de los paganos, fue atacado; y
perseverando en la confesión de Cristo, fue muerto».
Aunque la
noticia es muy posterior, tiene todos los visos de autenticidad. En los
primeros siglos el oficio de lector era muy destacado y necesario, ya que no
todos sabían leer, así que poder acceder al texto de las Escrituras, implicaba
tener que interpretarlo, explicarlo y transmitirlo a la comunidad cristiana.
En la iglesia
de san Francisco de Boulogne-sur-Mer se conservaron durante algunos siglos unas
reliquias de san Joviniano, pero es imposible determinar si se trataba de las
de este Joviniano, lector, ya que hubo por la época otros Jovinianos, con otros
oficios eclesiásticos, como diácono o subdiácono.
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