Cuando
nos rodean las tinieblas, la luz queda oscurecida. El camino apenas se
vislumbra. Aumenta el riesgo de perderse.
También
hay tinieblas que aturden a las mentes y a los corazones: cuando la mentira se
hace fuerte, cuando los ojos evitan la luz de las verdades, cuando los
sentimientos secuestran a las personas y a los pueblos.
Salir de
las tinieblas es posible cuando buscamos salir fuera de la zona de peligro,
cuando nos acercamos a espacios abiertos y protegidos de las nubes bajas,
cuando buscamos la luz que permite ver con claridad.
Salir del
engaño, de las mentiras colectivas, es posible cuando nos unimos a buenos
compañeros, cuando evaluamos serenamente lo que llega como ‘información’ y
puede ser algo falso, cuando pensamos de modo sereno y serio.
Causa
maravilla ver cómo pueblos enteros y personas concretas quedan atrapados por
tinieblas de sofismas y por presiones colectivas que impiden la claridad de mente
y la perspicacia para denunciar las mentiras.
Pero
incluso en situaciones de desorientación masiva, no faltan hombres y mujeres
que saben ir contracorriente, que denuncian los sofismas repetidos mil veces,
que tienen mentes y corazones abiertos a la verdad.
Quizá
esos héroes de la luz sean declarados como seres peligrosos, como fanáticos
tradicionalistas, como imprudentes progresistas, o con otras etiquetas que
buscan neutralizar su osadía.
Por
encima de las persecuciones y los esfuerzos por aislar a los amigos del saber
bueno, su esfuerzo, tarde o temprano, ayudará a otros a salir de las tinieblas
y a penetrar en el maravilloso mundo de la luz, la claridad y la honradez
propia de inteligencias libres y rigurosas. FP
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