Una de las preguntas cruciales que
los investigadores tratan de resolver sobre el nuevo coronavirus es si las
personas que han pasado la enfermedad son inmunes a una reinfección. Conocer la
protección -y la duración- que puedan ofrecer los anticuerpos, las células T y
otras herramientas del organismo ante la COVID-19 es capital para diseñar las
políticas públicas y posibles campañas de vacunación.
Varias investigaciones aparecidas en
las últimas semanas apuntan a que, ocho meses después de los primeros síntomas,
muchos de los pacientes recuperados presentan suficientes células inmunes para
prevenir una recaída. Esta misma semana ha
aparecido en fase de prepublicación uno de los análisis más completos sobre
esta cuestión, elaborado por investigadores del Instituto de Inmunología de la
Jolla en California (EEUU).
Aunque aún deben ser confirmados de
manera independiente, los primeros resultados apuntan a una tasa de disminución
lenta en varias de las herramientas clave que permiten a nuestro sistema inmune
mantener a raya la enfermedad. De hecho, los autores sostienen que nuestro
organismo podría mantener niveles suficientes para proteger a la mayoría de los
infectados de contraer de nuevo una forma severa de la enfermedad, incluso años
después de la primera infección.
De confirmarse, estos hallazgos
supondrían un espaldarazo para las vacunas que se aprobarán en los próximos
meses, ya que si la inmunidad del virus fuera de corta duración, se necesitaría
una administración de dosis más repetida para mantener la pandemia bajo
control, lo que complicaría el proceso. En este caso los inmunólogos del
instituto californiano reclutaron a 185 pacientes de entre 19 y 81 años, que
habían pasado la COVID-19. En su mayoría casos leves, que no requirieron hospitalización. A todos
ellos se les realizaron análisis de sangre para seguir la evolución de cuatro
elementos del sistema inmunitario: anticuerpos, células B (capaces de producir
anticuerpos adicionales en caso de necesidad) y dos tipos de células T,
encargadas de reconocer y eliminar células infectadas.
La idea era reconstruir de manera
detallada a través de estos marcadores la respuesta inmune a lo largo del
tiempo. Los resultados mostraron que los anticuerpos generados eran duraderos,
tan sólo apuntaron ligeras disminuciones a los 6 u 8 meses de la infección,
aunque los autores subrayan que hay una importante variedad en los niveles
entre pacientes. En cualquier caso, las
células T mostraron un leve y lento declive. Las células B incluso aumentaron
su número, un hallazgo inesperado que intriga a los autores y que esperan poder
analizar de manera más detallada en el futuro.
Años de inmunidad
El mes pasado, investigadores de la Universidad
de Arizona publicaban en la revista Immunity otro trabajo sobre la producción de anticuerpos en una población de más de
6.000 personas. Sus resultados respaldan esa presencia de una respuesta inmune
sólida, meses después de haber sido infectados por el SARS-CoV-2. “Observamos que se siguen produciendo anticuerpos de
alta calidad de cinco a siete meses después de la infección del SARS-CoV-2”,
explicó Deepta Bhattacharya, profesor de inmunobiología y uno de los autores
principales del estudio. De manera similar a los investigadores de la Jolla, el
equipo de Arizona realizó un seguimiento de los niveles de anticuerpos durante
varios meses y hallaron que estos niveles se mantenían relativamente estables
en los meses posteriores, aunque creen que, en realidad, puede durar bastante
más.
En los últimos meses, algunos
trabajos habían sugerido una disminución repentina en los anticuerpos y la
posibilidad de reinfecciones, lo que podría hacer que las personas sean de
nuevo vulnerables al virus. Pero la mayoría de inmunólogos considera que una
caída de los niveles de anticuerpos no es una prueba concluyente, ya que estas
células son sólo una parte de un sistema muy complejo. “Sabemos que algunas personas que fueron infectadas con
el primer coronavirus del SARS, que es el virus más similar al SARS-CoV-2,
siguen experimentando inmunidad hasta 17 años después de la primera infección”,
afirmó Bhattacharya. “Y si el SARS-CoV-2 es similar al primero, esperamos que
los anticuerpos duren como mínimo 2 años”.
La difícil respuesta
definitiva
Aunque el análisis parece indicar una
respuesta de larga duración, los autores reconocen que aún es complicado
realizar predicciones sobre cuánto puede durar exactamente. Esto se debe a que
aún se desconoce qué niveles son necesarios para asegurar una protección
suficiente. Otros trabajos recientemente publicados sugieren que incluso un
pequeño número de anticuerpos o células T y B pueden ser suficientes para
proteger a los supervivientes. Por ejemplo, un estudio publicado la semana pasada en Nature
Medicine, elaborado por científicos de la
Universidad de Friburgo (Alemania), refleja resultados similares en la
presencia de un tipo de células T inmunes, incluso cuando los anticuerpos no
son detectables. En esta misma línea, investigadores de la Universidad de
Washington han demostrado que ciertas células de memoria, producidas durante y
después de la infección, persisten en el organismo a lo largo de -al menos- 3
meses. BP
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