Cayendo de rodillas, lo adoraron.
Los magos
vienen del «Oriente», un lugar que evoca en los judíos la patria de la
astrología y de otras ciencias extrañas. Son paganos. No conocen las Escrituras
Sagradas de Israel, pero sí el lenguaje de las estrellas. Buscan la verdad y se
ponen en marcha para descubrirla. Se dejan guiar por el misterio, sienten
necesidad de «adorar».
Su presencia
provoca un sobresalto en todo Jerusalén. Los magos han visto brillar una
estrella nueva que les hace pensar que ya ha nacido «el rey de los judíos» y
vienen a «adorarlo». Este rey no es Augusto. Tampoco Herodes. ¿Dónde está? Esta
es su pregunta.
Herodes se
«sobresalta». La noticia no le produce alegría alguna. Él es quien ha sido
designado por Roma «rey de los judíos». Hay que acabar con el recién nacido:
¿Dónde está ese rival extraño? Los «sumos sacerdotes y letrados» conocen las
Escrituras y saben que ha de nacer en Belén, pero no se interesan por el niño
ni se ponen en marcha para adorarlo.
Esto es lo que
encontrará Jesús a lo largo de su vida: hostilidad y rechazo en los
representantes del poder político; indiferencia y resistencia en los dirigentes
religiosos. Solo quienes buscan el reino de Dios y su justicia lo acogerán.
Los magos
prosiguen su larga búsqueda. A veces, la estrella que los guía desaparece dejándolos
en la incertidumbre. Otras veces, brilla de nuevo llenándolos de «inmensa
alegría». Por fin se encuentran con el Niño y, «cayendo de rodillas, lo
adoran». Después, ponen a su servicio las riquezas que tienen y los tesoros más
valiosos que poseen. Este Niño puede contar con ellos pues lo reconocen como su
Rey y Señor.
En su aparente
ingenuidad, este relato nos plantea preguntas decisivas: ¿Ante quién nos
arrodillamos nosotros? ¿Cómo se llama el «dios» que adoramos en el fondo de
nuestro ser? Nos decimos cristianos, pero ¿vivimos adorando al Niño de Belén?
¿Ponemos a sus pies nuestras riquezas y nuestro bienestar? ¿Estamos dispuestos
a escuchar su llamada a entrar en el reino de Dios y su justicia?
En nuestras
vidas siempre hay alguna estrella que nos guía hacia Belén. JAP
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