María conservaba todas estas cosas.
A muchos puede
extrañar que la Iglesia haga coincidir el primer día del nuevo año civil con la
fiesta de Santa María Madre de Dios. Y sin embargo, es significativo que, desde
el siglo IV, la Iglesia, después de celebrar solemnemente el nacimiento del
Salvador, desee comenzar el año nuevo bajo la protección maternal de María,
Madre del Salvador y Madre nuestra.
Los cristianos
de hoy nos tenemos que preguntar qué hemos hecho de María estos últimos años,
pues probablemente hemos empobrecido nuestra fe eliminándola demasiado de
nuestra vida. Movidos, sin duda, por una voluntad sincera de purificar nuestra
vivencia religiosa y encontrar una fe más sólida, hemos abandonado excesos
piadosos, devociones exageradas, costumbres superficiales y extraviadas. Hemos
tratado de superar una falsa mariolatría en la que, tal vez, sustituíamos a
Cristo por María y veíamos en ella la salvación, el perdón y la redención que,
en realidad, hemos de acoger desde su Hijo.
Si todo ha sido
corregir desviaciones y colocar a María en el lugar auténtico que le
corresponde como Madre de Jesucristo y Madre de la Iglesia, nos tendríamos que
alegrar y reafirmar en nuestra postura. Pero, ¿ha sido exactamente así? ¿No la
hemos olvidado excesivamente? ¿No la hemos arrinconado en algún lugar oscuro
del alma junto a las cosas que nos parecen de poca utilidad?
Un abandono de
María, sin ahondar más en su misión y en el lugar que ha de ocupar en nuestra
vida, no enriquecerá jamás nuestra vivencia cristiana sino que la empobrecerá.
Probablemente hemos cometido excesos de mariolatría en el pasado, pero ahora
corremos el riesgo de empobrecemos con su ausencia casi total en nuestras
vidas.
María es la
Madre de Cristo. Pero aquel Cristo que nació de su seno estaba destinado a
crecer e incorporar a sí numerosos hermanos, hombres y mujeres que vivirían un
día de su Palabra y de su gracia. Hoy María no es sólo Madre de Jesús. Es la
Madre del Cristo total. Es la Madre de todos los creyentes.
Es bueno que,
al comenzar un año nuevo, lo hagamos elevando nuestros ojos hacia María. Ella
nos acompañará a lo largo de los días con cuidado y ternura de madre. Ella
cuidará nuestra fe y nuestra esperanza. No la olvidemos a lo largo del año. JAP
No hay comentarios.:
Publicar un comentario