¿Quién no ha estado alguna vez en pareja con una persona manipuladora e
inmersa en una relación tóxica? Es más común de lo que creemos. Un
manipulador/a puede causar que tu autoestima baje, hacer que te sientas
desacreditado o generarte una sensación de que no servís para nada.
A esta práctica de manipulación, abuso o chantaje emocional se la conoce
globalmente como hoovering, llamada también técnica de la aspiradora, ya que quien la práctica
intenta succionar, aspirar y absorber a una persona a una relación disfuncional
o tóxica que ya se ha dado por terminada.
«En principio, el hábil manipulador ofrece lo que supone habrá de ser
algo que su víctima añora poseer. Claro, solo se tratará de una carnada»,
explicó el Lic. Daniel Alejandro Fernández, licenciado en Psicología con
orientación psicoanalítica. «Luego, paulatinamente, dicha carnada se alejará
más y más hasta casi desvanecerse, y la contrapropuesta del manipulador será
que para que su víctima consiga aquello antes deberá seguir ciertas pautas.
¿Qué pautas? Solo las que satisfarán únicamente a quien manipula. De este modo,
el dominio sobre el otro se llevará a cabo de manera lenta, pero efectiva»,
detalló el especialista.
Y añadió: «Desde luego, no todos muerden aquella carnada, sino solo
aquellos ávidos por conseguirla. Y dado que la enorme mayoría de las estafas
más efectivas son emocionales o apuntan al área emocional para luego extraer
otros dividendos, esto nos da cuentas de presas emocionalmente frágiles. ¿Por
qué? Por su historia, la cual a veces se remonta incluso hasta los primeros
años de vida».
De aquí que, para el Lic. Fernández, hay que prestar suma atención a los
rasgos más comunes de una persona manipuladora, que podrían resumirse en los
siguientes:
Personas convincentes y buenos argumentistas: son expertos en tener
siempre la razón, aunque no sea así. Cuando se percatan de que no están en lo
cierto, resultan lo bastante hábiles y rápidos para cambiar de argumento.
Descubren tus debilidades y saben usarlas en tu contra: tienen una
capacidad de análisis que les permite detectar no sólo aquellos aspectos en los
que no eres hábil, sino en los que te hacen sentir mal. Es su modo de hacerte
sentir inseguro y aprovechar ese momento para conseguir lo que quieran.
Saben cómo convertirse siempre en la víctima: como ellos consideran que
no se equivocan, si hacen algo mal buscan culpabilizar al otro, aunque eso
implique dar vuelta la historia. Como no asumen sus errores ni su parte en los
problemas, logran que sientas pena por lo que les pasa a ellos.
·
Persistentes: son tan agotadores e incansables que a veces se les da la razón
para no seguir en la discusión. No se detienen hasta conseguir lo que quieren.
·
Insaciables: para ellos el fin justifica los medios. Son especialmente buenos
en anotar como propios méritos de otros y lo hacen gracias a la manipulación.
·
Conocen tácticas para hacerse amigos de todos: saben cuándo y cómo ser simpático con los
demás para lograr lo que quieren. Les encanta que se estén en deuda con ellos.
Para el Lic. Fernández, en general una expareja manipuladora tiene
signos de personalidad narcisista e intentará como sea llegar a su meta: en
este caso, hacer caer de nuevo a un ex en una relación amorosa tóxica.
«Básicamente, las personas más susceptibles de ser manipuladas padecen
de baja autoestima, anhelan con desesperación la aceptación de los otros, son
inseguras de sí mismas, son sumamente crédulas y se caracterizan por un
mecanismo de negación muy marcado. Y tras haber podido zafar de una relación en
la que se sintieron emocionalmente estafadas, habrán de sentirse aún más
inseguras y tendrán una autoestima aún más dañada, por lo cual pueden volverse
todavía más vulnerables y, por ende, ser nuevamente víctimas en una vieja o
nueva relación similar», explicó y aclaró que las personas narcisistas suelen
manipular o volver disfrazadas tras la ruptura para atrapar de nuevo a su
presa.
Signos
y características del hoovering
De acuerdo con el especialista, un manipulador/a que intenta acercarse
nuevamente a su presa tras una ruptura amorosa puede hacerlo de esta manera:
Dar una falsa
señal de arrepentimiento: puede actuar y mostrarse arrepentido/a por actitudes o
comportamientos del pasado, pero no lo hace sinceramente, sino con el único fin
de endulzar al otro y hacer que vuelva a caer en sus garras.
Aproximación
al círculo íntimo: puede ser que recurra a los afectos del otro para victimizarse e
intentar recuperarlo, haciéndoles creer a los demás que tiene buenas
intenciones y que es una buena persona que realmente ama.
Victimización: el manipulador puede inventar enfermedades o
amenazar con que se va a morir si no vuelve con su víctima. Puede hacerla
sentir imprescindible en su vida o mostrar arrepentimiento a corto plazo. No
obstante, la careta se cae con el tiempo, a medida que vaya cambiando su
discurso para hacer sentir culpable al otro por el fracaso del vínculo y
posicionándose como víctima de la situación.
Pedirá la
ayuda de su víctima: puede suceder que el manipulador/a diga que necesita del otro
porque tiene un problema, pero que, en realidad, esté inventando un escenario
para volver a atrapar a su víctima, jugando con su sensibilidad y generosidad.
Contacto
inesperado: en
general, el manipulador/a puede aparecer y desaparecer de la nada. Puede decir
cosas bonitas y hacer recordar los momentos de felicidad juntos.
Acá no pasó
nada: otra
posibilidad es que minimice o ignore sus fallas y errores. Como personas
narcisistas que suelen ser los manipuladores, ellos no sienten culpa. No
hablará de lo que dañó, en cambio, durante la relación intentará desviar la
atención para reconquistar a su víctima. HD
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