jueves, 6 de septiembre de 2018

Francisco Manzano Cruz y José Peris Ramos, Beatos

Sacerdotes y Mártires, 01 de Septiembre
Fecha de beatificación: 25 de marzo de 2017, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Francisco Manzano Cruz 
En la Iglesia Parroquial de la Inmaculada de Adra, Almería, fue bautizado tres días después de nacer. Ingresó en los Seminarios de Almería y de Granada. Mucho tuvo que sacrificarse su familia y él mismo para sufragar estos estudios, pues ni siquiera podía pagar el billete del tren durante las vacaciones y volvía caminando a Adra.
El Arzobispo Meseguer y Costa, el dieciocho de septiembre de 1909, le confirió el Presbiterado en Granada. Cinco días después fue nombrado Coadjutor de Alboloduy y, un año después, Cura Ecónomo de Torre – Cardela. Desde el dieciséis de octubre de 1911 sirvió la coadjutoría de su Parroquia natal, edificando con su santidad a sus paisanos por un cuarto de siglo.
Muy piadoso y entregado a su ministerio, vivía con gran austeridad. Doña Josefa Gómez, antigua feligresa suya, cuenta que: «Yo nunca le vi usar manteo, al contrario que los otros sacerdotes. Recuerdo que cuando celebró las bodas de plata sacerdotales un grupo de amigos le regalaron un reloj de oro de la marca Longines y el siervo de Dios no se lo quería poner porque decía él que era mucho lujo para un sacerdote». Aficionado al dibujo, aún se conservan algunas de sus obras como auténticas reliquias.
Al inicio de la Persecución Religiosa, la sierva de Dios doña Carmen Godoy y su tía le enviaron un giro postal para que pudiera refugiarse en Madrid. Devolvió el dinero y les respondió: «Mi puesto está en Adra y en la iglesia». También se negó a quitarse la sotana. A las doce de la noche del uno de septiembre de 1936, su vecina doña Ángeles Martínez refería que: «Lo apresaron en su misma casa sin que opusiera resistencia. El marido de su sobrina que estaba allí, de la impresión e impotencia ante la injusticia que estaban cometiendo, perdió el habla y quedó así hasta que murió».
En unión con el siervo de Dios don José Peris Ramos, los llevaron a la rambla de Albuñol. Ataron sus manos y arrastraron sus cuerpos por el suelo hasta mutilarlos, fusilándolos después. El humilde padre Manzanico, como aún lo llaman cariñosamente los abderitanos, fue martirizado a sus cincuenta y cinco años.
José Peris Ramos
Hijo de un escribiente velezano, fue bautizado en la fiesta de la Candelaria en la Iglesia Parroquial de santa María la Mayor de su ciudad natal (Vélez-Málaga, Málaga). Con veintidós años, en 1891, experimentó la llamada vocacional e ingresó en el Seminario de Granada.
Ordenado presbítero el veintiuno de septiembre de 1895, fue enviado a la coadjutoría de Berja. No permaneció allí mucho tiempo, pues durante largos años ejerció el ministerio en Argentina. Regresó a España y, el veintiséis de octubre de 1928 fue nombrado Coadjutor de Adra y Cura Ecónomo de la Parroquia de Nuestra Señora Virgen de las Angustias de La Alquería. También se ocupaba de la ermita de la Santísima Virgen del Carmen de Río Chico, tan venerada por aquellas tierras.
Presbítero íntegro de carácter fuerte, don Antonio Martín recordaba que: «No se acobardaba de dar la cara para defender la fe y la Iglesia. En cierta ocasión un grupo de mozalbetes se mofaba de un grupo de señoras que acudían al templo para oír Misa y el siervo de Dios acercándose al grupo, con buenos modales, les llamó la atención y les pidió respeto para esas señoras».
Desde el inicio de la Persecución Religiosa fue maltratado. Aunque ya contaba con sesenta y siete años, como era un hombre fuerte, lo obligaron a cavar las fosas en la Albufera para sepultar a los fusilados por los milicianos. De este modo, el diecinueve de agosto enterró el cuerpo del siervo de Dios don Gregorio Martos Muñoz.
En la noche del uno de septiembre los milicianos irrumpieron en su casa junto al siervo de Dios don Francisco Manzano Cruz, detenido con anterioridad. Los dos Coadjutores abderitanos fueron llevados a la rambla de Albuñol, donde sufrieron tortura y recibieron la palma martirial.

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