Analizando la carta Apostólica de Juan Pablo II
“Mane Domiscum Domine” en el año de la Eucaristía expresa algo muy
trascendental en el mundo de hoy día, dice “En nuestra cultura
secularizada se respira el olvido de Dios y se cultiva la vana autosuficiencia
del hombre”. Que palabras tan llenas de profundidad y realidad,
y es así mayormente, hoy día el hombre o se olvida de Dios o se acuerda
de Él solamente en los momentos de angustia. Las gracias se las damos
casi siempre a otras personas, incluso a nosotros mismos. ¡Qué mal
agradecido somos! Debemos estar agradecidos por todo, Dios nos ama tanto que
desde la Creación del mundo nos adorno el Cielo de estrellas y aves, de mares y
peces y le dio al hombre todo lo que se mueve y tiene vida (Gen 9,3). Por eso
acordémonos en cada momento de darle las gracias a nuestro Padre, porque
tenemos los brazos abiertos cuando hay muchos que los tienen mutilados, cuando
nuestros ojos pueden ver y hay quienes no pueden ver luz, cuando nuestra voz
canta cuando hay tantos que enmudecen, cuando nuestras manos trabajan cuando
hay quienes mendigan, cuando sonreímos cuando hay quienes odian, cuando vivimos
cuando hay quienes agonizan, es decir hay infinidad de cosas por la cual
debemos dar las gracias.
Les quiero contar una parábola del encuentro de
Pedro el Apóstol de Jesús y un alma que recién llegaba al cielo. “Un alma
recién llegada al cielo se encontró con San Pedro, el Santo lo llevo en
un recorrido por cielo, ambos caminaron paso a paso hasta llegar a talleres
grandes, llenos con ángeles, San Pedro se detuvo en una sección y le dijo
al alma “Este es la sección de recibo, aquí todas las peticiones hechas
a Dios mediante la oración son recibidas”. Él alma miró la sección y vio
que estaba terriblemente ocupada con muchos ángeles clasificando peticiones
escritas que llegan de todo el mundo. Siguieron caminando hasta que llegaron a
la siguiente sección y San Pedro le dijo que era la sección de
empaque y entrega en donde las gracias y bendiciones que la gente
pide son empacadas y enviadas a las personas que las solicitaron. El alma vio
cuan ocupado estaban los ángeles en esta sección. Finalmente en la esquina más
lejana se detuvieron en la última sección, para sorpresa del alma, solo un
ángel permanecía en ella, ocioso haciendo poca cosa, era la sección de
agradecimiento, sin embargo el alma le preguntó a San Pedro ¿Cómo es
que hay tan poco trabajo aquí? San Pedro le respondió “Después que las personas
reciben las bendiciones que pidieron, muy pocas envían su agradecimiento”.
¿Cómo uno le agradece las bendiciones a Dios?
preguntó el alma y San Pedro le dijo “Es simple solo tienes que decir, gracias
Señor”. OC
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