Según un estudio
reciente publicado en la revista The Journals of Gerontology: Series A,
científicos siguieron de cerca a 1.000 hombres y mujeres en Inglaterra, que
nacieron en marzo de 1946, hasta su edad adulta. A los que comieron más fruta,
verdura y cereales integrales (y menos alimentos muy procesados) a lo largo de
su adultez les fue mejor en tres pruebas de funcionamiento físico entre los 60
y los 65 años que a los que tenían unos hábitos de alimentación menos
saludables.
El estudio también
encontró que a los que mejoraron sus hábitos de alimentación durante la edad
adulta les fue mejor en dos de las pruebas: la velocidad al levantarse de la
silla y el tiempo de equilibrio estando de pie. La tercera prueba fue sobre la
velocidad de levantarse y ponerse a andar.
“Mejorar la calidad de
su dieta puede tener un efecto beneficioso sobre la salud, independientemente
de la edad”, dijo la autora del estudio, Sian Robinson, profesora de
epidemiología nutricional en la Universidad de Southampton.
“Pero este estudio
sugiere que tomar buenas decisiones dietéticas a lo largo de su adultez (al
reducir la ingesta de alimentos muy procesados y al incorporar más fruta,
verdura y granos integrales a la dieta) puede tener un efecto beneficioso
significativo sobre la fortaleza y el rendimiento físico más adelante en la
vida, lo que ayuda a asegurarse un envejecimiento mucho más saludable”,
enfatizó Robinson en un comunicado de prensa de la universidad.
Aunque el estudio no
demostró causalidad, señaló Cyrus Cooper, director de la Unidad de
Epidemiología Vital del Consejo de Investigación Médica de la universidad, “el
vínculo entre los patrones dietéticos y la fragilidad de las personas mayores abrirá
la puerta a intervenciones efectivas contra el declive relacionado con el
envejecimiento de la función musculoesquelética, que es una causa cada vez
mayor de discapacidad en las poblaciones que envejecen en todo el mundo”. BP
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