Qué ha pasado para que en Europa, en
solo unas semanas, nos encontremos en una situación igual o peor a la que
teníamos durante el confinamiento de primavera. La velocidad de propagación nos
sorprende y, aunque aún no tenemos todas las respuestas a la pregunta, en las
últimas semanas se han hecho descubrimientos muy importantes que nos ayudan a
entender qué está pasando.
¿Es más contagioso el
SARS-CoV-2 que otros coronavirus?
La respuesta es sí. Hay otros dos
coronavirus muy similares que causan también una patología respiratoria muy
grave: el SARS-CoV, que apareció en China en 2003, y el MERS, que se diseminó
en Oriente Medio en 2012. Ambos tenían una tasa de letalidad mucho mayor que el
SARS-CoV-2 (murieron el 35 % de los pacientes con MERS), pero su infectividad
fue mucho menor. A pesar de los temores iniciales, ambos brotes se extinguieron
sin causar la temida pandemia.
Pero, si son tan parecidos ¿por qué
el coronavirus actual es tan sumamente contagioso, mientras que los otros no lo
fueron?
La respuesta está en la inserción de
4 aminoácidos. Solo 4. Un virus, en realidad, actúa como un parásito que
necesita introducirse dentro de una célula para replicarse. Para entrar en ella,
se acopla a una molécula presente en la superficie de la misma (su receptor) y,
una vez anclado, este receptor hace de caballo de Troya al internalizarse y
arrastrar consigo al virus hasta dentro de la célula.
Para que esto ocurra es necesario que
la membrana del virus y la de la célula se fusionen, y ahí juegan un papel
clave determinadas enzimas (proteasas) que favorecen este proceso. Podríamos
pensar que el SARS-CoV-2 es mucho más infeccioso que sus otros dos parientes
próximos porque utiliza un receptor o proteasas diferentes. Pues no. Usa el
mismo receptor (la enzima convertasa de angiotensina-2, ACE-2), y también la
misma proteasa (la proteasa transmembrana serina 2, TMPRSS2).
Entonces, ¿cuál es la diferencia?
Volvemos a los 4 aminoácidos que se han insertado en la proteína de la espícula
(la 'corona') del nuevo virus, y que no está presente en los anteriores. Esos
cuatro aminoácidos (Arginina-Arginina-Alanina-Arginina, RRAR), crean un nuevo
sitio de corte sobre el que puede actuar otra proteasa diferente, la furina,
muy activa y abundante en el pulmón.
Desde hace meses se sospechaba que
este sitio era un elemento clave para explicar la mayor infectividad del
SARS-CoV-2, pero solo recientemente hemos confirmado esta hipótesis. En un
interesante estudio se produjo en el laboratorio una variante del SARS-CoV-2 al
que le habían eliminado estos cuatro aminoácidos, por lo que ya no existía el
sitio de corte para la furina. La variante resultante tenía una menor capacidad
de infectar in vitro células de pulmón y también una menor capacidad de
infectar animales modelo.
Los hámsteres infectados con la
variante seleccionada tenían una enfermedad muy suave y el virus tenía una
escasa capacidad de replicación, mientras que los animales infectados con el
SARS-CoV-2 no manipulado sufrían una enfermedad grave. Por tanto, este sitio de
corte para la furina (los 4 aminoácidos insertados) confiere una infectividad
mucho mayor al virus causante de la Covid-19 que la exhibida por sus
antecesores de 2003 y 2012.
Pero eso no es todo. Datos muy
recientes han demostrado que, como consecuencia del corte de la furina, se crea
en el SARS-CoV-2 un segundo sitio, tampoco presente en sus antecesores, que
favorece la infección al interaccionar con una nueva molécula: la neuropilina,
que ayuda aún más a la entrada del virus. Un pequeño cambio nos ha ocasionado
un gran problema.
Nuevas variantes más
infectivas
Estos datos nos explican por qué el
virus es más infeccioso que los anteriores, pero la progresión de la enfermedad
parece ahora mucho más rápida que en primavera. ¿Qué ha pasado?
Pues que el virus ha cambiado, y esta
vez en un solo aminoácido: el aminoácido 614 de la proteína de espícula,
inicialmente un aspartato, es ahora una glicina. Es lo que se llama la mutación
D614G. Comenzó a identificarse en Europa a finales de febrero, y en abril la
mayoría de los virus que circulaban ya contenían esta variante que es ahora
hegemónica en el continente. La lógica indicaba que este cambio mínimo, un
aminoácido por otro, era suficiente para conferir mucha mayor infectividad
puesto que la variante mutada había conseguido desplazar por completo a la
original.
Había que demostrarlo en el
laboratorio. Y, efectivamente, esta variante es mucho más eficiente infectando
diferentes tipos de células. Lo más importante es que los modelos animales
también lo avalan. Cuando se inocularon hámsteres con la nueva variante, se
comprobó que esta era mucho más eficiente infectando células de nariz y de la
tráquea, pero no del pulmón. Además, cuando a los animales se les administraba
de manera simultánea ambas, la mutada rápidamente sobrecrecía a la original.
Estos experimentos nos indican que la
nueva variante, ahora dominante, es mucho más infectiva. Afortunadamente, no es
más virulenta, puesto que no se aprecian diferencias en cuanto a la capacidad
de infectar células de pulmón. Ni tampoco se ha establecido, en pacientes,
correlación alguna entre la nueva variante y la gravedad de la enfermedad.
La variante española
Recientemente se ha publicado una
nueva variante, ahora dominante en Europa. Científicos españoles y suizos han
descubierto una nueva mutación (que se añade a la D614G), y que de nuevo
resulta del cambio de un aminoácido: la Alanina 222 de la espícula se sustituye
por una Valina (mutación 20A.EU1). Se detectó en 7 muestras españolas y 1
holandesa obtenidas el 20 de junio. El 18 de julio estaba en el Reino Unido, el
22 en Suiza y el 23 en Irlanda. En Nueva Zelanda estaba el 22 de septiembre. Aunque la significación biológica de esta variante aún
no es conocida, es posible que confiera a los virus una capacidad infectiva aún
mayor al haberse propagado con tanta rapidez.
Cómo hemos llegado a esta
situación
Para explicarlo, hay elementos
relacionados con el virus y otros con el comportamiento social. La oleada
actual puede deberse a una variante mucho más infectiva que la de la primavera,
aunque no más letal, lo que explica parcialmente la tremenda velocidad de
propagación. En este sentido, es
posible que lo que se ha vivido en España fuera un adelanto del calendario de
la segunda ola que ahora sufre toda Europa, puesto que la nueva variante se
habría originado en este país. A ello contribuyó, muy probablemente, una
precipitada desescalada y una despreocupada conducta social durante el verano,
por lo que no solo hay efectos atribuibles al virus.
Dos buenas noticias, para finalizar.
Estas mutaciones, además de no resultar más patogénicas, probablemente no
tendrán ningún efecto sobre las vacunas que se están desarrollando, y que están
basadas en la secuencia original, ni tampoco en la capacidad de bloquear el
virus por los anticuerpos monoclonales neutralizantes que están cerca de ser
aprobados. Algo es algo. IJM
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