Mientras
la jerarquía católica insiste en la necesidad del «magisterio eclesiástico»
para instruir y guiar a los fieles, sectores importantes de cristianos orientan
hoy su vida sin tener en cuenta sus directrices. ¿Hacia dónde nos puede
conducir este fenómeno? La cuestión inquieta cada vez más.
Algunos
teólogos creen necesario recuperar la conciencia del «magisterio interior», tan
olvidado entre los cristianos. Se viene a decir esto: de poco sirve insistir en
el «magisterio jerárquico» si los creyentes –jerarquía y fieles– no escuchamos
la voz de Cristo, «Maestro interior» que sigue instruyendo a través de su
Espíritu a quienes de verdad quieren seguirlo.
La
idea de Cristo «Maestro interior» arranca del mismo Jesús: «No llaméis a nadie
maestro, porque uno es vuestro Maestro: Cristo» (Mateo 23,10). Pero ha sido sobre todo san Agustín quien lo ha
introducido en la teología reivindicando con fuerza su importancia: «Tenemos un
solo Maestro. Y bajo él somos todos condiscípulos. No nos constituimos en
maestros por el hecho de hablaros desde un púlpito. El verdadero Maestro habla
desde dentro».
La
teología contemporánea insiste en esta verdad demasiado olvidada por todos,
jerarquía y fieles: las palabras que se pronuncian en la Iglesia solo han de
servir de invitación para que cada creyente escuche dentro de sí la voz de
Cristo. Esto es lo decisivo. Solo cuando uno «aprende» del mismo Cristo se
produce «algo nuevo» en su vida de creyente.
Esto
trae consigo diversas exigencias. Antes que nada para quienes hablan con autoridad
dentro de la Iglesia. No son los propietarios de la fe ni de la moral
cristiana. Su misión no es enjuiciar y condenar a las personas. Menos aún
«echar fardos pesados e insoportables» a los demás. No son maestros de nadie.
Son discípulos que han de vivir «aprendiendo» de Cristo. Solo entonces podrán
ayudar a otros a «dejarse enseñar» por él. Así interpela san Agustín a los
predicadores: «¿Por qué gustas tanto de hablar y tan poco de escuchar? El que
enseña de verdad está dentro; en cambio, cuando tú tratas de enseñar te sales
de ti mismo y andas por fuera. Escucha primero al que habla por dentro, y desde
dentro habla después a los de fuera».
Por
otra parte, todos hemos de recordar que lo importante, al oír la palabra del
magisterio, es sentirnos invitados a volvernos hacia dentro para escuchar la
voz del único Maestro. Nos lo recuerda también san Agustín: «No andes por
fuera. No te desparrames. Adéntrate en tu intimidad. La verdad reside en el
hombre interior». Es aleccionadora la escena en que Jesús alaba la actitud de
María, que, «sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra». Las palabras
de Jesús son claras: «Solo una cosa es necesaria. María ha escogido la parte
mejor». JAP
No hay comentarios.:
Publicar un comentario