Obispo y Abad, 04 de
Marzo
Martirologio Romano: En
el monasterio de Cava, en la Campania (Italia), san Pedro, que habiendo seguido
desde su juventud vida eremítica, fue elegido obispo de Policastro, pero
cansado del estrépito de la vida exterior, regresó al monasterio, donde,
constituido abad, restableció admirablemente la disciplina. (†1123)
Fecha de
canonización: 21 de
diciembre de 1893 por el Papa León XIII.
Pedro de
Pappacarbone nació en Salerno (Italia). Era sobrino de san Alferio, fundador
del monasterio de Cava. Ingresó en la vida religiosa a muy temprana edad, bajo
la dirección de san León, el segundo abad. Pronto se distinguió por su piedad,
sus abstinencias y su amor a la soledad. En aquélla época la abadía de Cluny era
ya muy famosa y el joven monje obtuvo permiso para ir a Francia a ingresar en
ella. Los monjes de Cluny intentaron enviarle a la escuela, pero el abad san
Hugo les dijo que, a pesar de su poca edad, Pedro era ya maduro en las cosas de
Dios. Pronto se confirmó esa opinión, pues, Pedro no desentonaba en aquel
convento de santos monjes, en el que permaneció seis años, al cabo de los
cuales fue llamado a Italia. San Hugo le permitió partir, gracias a la
intercesión del archidiácono de Roma, Hildebrando, que más tarde sería el Papa
Gregorio VII.
San Pedro fue el
primer obispo de Policastro, pero, como no se sintiese llamado por Dios al
vértigo de obligaciones mundanas que le imponía su cargo, obtuvo licencia de
renunciar a él y retirarse a Cava. El abad León, muy anciano para gobernar, le
nombró sucesor suyo y se retiró. Los monjes habían confirmado, con sus
sufragios, la elección de san Pedro, pero pronto encontraron demasiado dura la
observancia que éste había aprendido en Cluny y empezaron a murmurar y a rebelarse.
Algunos de ellos llevaron sus quejas al antiguo abad León. San Pedro, que no
quería oponer resistencia ni ceder en las exigencias de la observancia, partió
de Cava y se refugió en otro monasterio. Al poco tiempo, los monjes de Cava,
aconsejados por el abad León, fueron a rogarle que volviese a tomar el gobierno
y el santo aceptó. De ahí en adelante, los que se habían mostrado más opuestos
a san Pedro fueron los más prontos en someterse a la observancia de las reglas.
Bajo el gobierno de
San Pedro, el monasterio floreció mucho: los aspirantes a la vida religiosa
acudían en gran abundancia y muchas damas y caballeros regalaron tierras y
dinero a la comunidad, que pudo así prestar ayuda a los pobres y a los
enfermos. Hubo de agrandar la abadía para dar cabida a todos los aspirantes;
igualmente se construyó una nueva iglesia, a cuya dedicación asistió el Papa
Urbano II, quien había hecho gran amistad con san Pedro en Cluny. En Cava se
conserva la crónica de la fiesta organizada en tal ocasión. Según dicha crónica,
el Papa trató a san Pedro y a los otros monjes con gran sencillez, como si
“hubiese olvidado que era Papa”. San Pedro murió a edad muy avanzada, en 1123.
La abadía de Cava
existe todavía. En 1912, para manifestar su devoción a sus fundadores, los monjes
de Cava publicaron las vidas de Alferio, de san Pedro y de otros dos abades,
tomándolas de un antiquísimo manuscrito de su biblioteca; probablemente el
autor de esas vidas es Hugo de Venosa, un contemporáneo de san Pedro. En esa
biografía, que puede leerse en Acta Sanctorum (marzo, vol. I), así como en
Ughelli y en Muratori se basan todas las noticias que poseemos sobre San Pedro
de Cava.
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