domingo, 4 de marzo de 2018

Acúfenos en la niñez: la molestia de los “ruidos imaginarios”

Igual que para el adulto, el acúfeno puede exacerbarse en la niñez al estar bajo condiciones de stress o debido a trastornos emocionales por situaciones conflictivas familiares o escolares. Si bien muchos niños experimentan acúfenos en sus oídos, la mayoría no se queja de sentirlos porque lo internalizan como una experiencia de la vida diaria. “Muchas veces lo que sucede es que los chicos no le cuentan de esta molestia a sus padres porque no les gusta que el adulto piense que escuchan ruidos imaginarios. Es por eso que es muy importante permitirle a los niños hablar de las cosas que los perturban”, explica Susana Domínguez, fonoaudióloga de INEBA. 
Los chicos describen los acúfenos como pasos de personas que caminan detrás de ellos, el sonido de alguien bailando cerca o el sonar de un tambor. “Incluso a veces pueden llegar a compararlos con un monstruo amigo”, agrega la especialista. 
Debido a esto, los niños no suelen quejarse de sus acúfenos y si lo hacen, es muy importante considerar seriamente su perturbación. 
“Muchos profesionales no se sienten seguros en manejar niños con acúfenos porque piensan que hablar con ellos sobre su problema podría aumentar la magnitud del mismo y esto no es así. El secreto es justamente animar a los niños a describir este sonido y escuchar lo que ellos dicen del mismo y cómo se sienten. Los niños son poco capaces de asociar el acúfeno a eventos internos o a su estado de ánimo por lo que debemos prestarles mucha atención”, agrega Domínguez. 
“La palabra acúfeno puede ser nueva para el niño por lo que lo primero que se debe saber es cómo llaman a ese “ruidito” que siente en el oído y si no tiene nombre lo invitamos a ponérselo. Los niños desarrollan habilidades imaginativas que podemos usar como guarniciones en el desarrollo de estrategias que serán muy significativas y útiles para ellos en la mejora en la reducción o eliminación del acufeno”, sostiene la oftalmóloga. 
Otro punto importante a destacar es cuando padres y niños llegan a la consulta sus intereses obviamente no son los mismos. Mientras que a los padres les preocupa saber si el acúfeno es el resultado de un tumor cerebral o de una actividad cerebral anormal, para el niño lo único que quiere saber es cómo detenerlo para que no lo asuste o moleste más a la noche o en la escuela. Las historias familiares sobre las enfermedades en general, la falta de audición, la incapacidad y la hospitalización brindan datos sobre cómo encarar el tratamiento en ese entorno familiar. 
“Si la familia cree que el acúfeno es muy importante para ese niño esto afectará las interacciones entre ambos e influenciará en las creencias que ese niño experimente. Cuando los padres ven el problema como parte integral de ellos mismos es difícil cambiar su manera de pensar o creer que las cosas serán diferentes. Hay que enseñarles a padres y niños a externalizar el problema y verlo como algo separado de su persona pudiendo así reducir o minimizar los pensamientos negativos e ideas inapropiadas”, dice la especialista de INEBA. 
Para un mejor modo de abordar la problemática es importante conocer los miedos y quejas que el niño tenga y los factores de stress que lo modulan con el fin de gestionar un tratamiento estratégico. “La incorporación del acúfeno a historias agradables y placenteras serán el camino más rápido y sencillo en el tratamiento pediátrico”, concluye Domínguez.

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