La cifra mundial estimada de
personas con discapacidad visual en la actualidad es de 253 millones. De este
total, 36 millones padecen ceguera y 217 millones tienen discapacidad
visual. La importancia del control oftalmológico de manera preventiva, aún
sin síntomas visuales, radica en que más del 80% del total mundial de casos de
discapacidad visual se pueden evitar o curar.
Según estimaciones recientes,
las principales causas mundiales de discapacidad visual y/o ceguera permanente
o transitoria son los errores de refracción no corregidos (necesidad de
lentes), las cataratas no operadas, la degeneración macular relacionada con la
edad, la retinopatía diabética y el glaucoma, entre otras. Esto hace que
sea muy importante realizar los controles oftalmológicos de manera periódica, a
pesar de no tener ninguna molestia.
En lo que respecta a los niños,
se calcula que hay unos 19 millones con discapacidad visual, de los cuales 12
millones la padecen debido a errores de refracción.
Aproximadamente 1,4 millones de
menores de 15 años sufren ceguera irreversible y necesitan acceso a servicios
de rehabilitación visual para optimizar su funcionamiento y reducir la
discapacidad. “Las cifras avalan la relevancia de los controles visuales
en niños desde el nacimiento y a lo largo de toda la vida. El sistema visual
del recién nacido es inmaduro y se va desarrollando a medida que la corteza
cerebral recibe estímulos apropiados de ambos ojos durante los primeros años de
vida. La etapa lábil de desarrollo de la corteza visual es desde el nacimiento
y hasta los 8 años de vida aproximadamente”, explica la Dra. Laura Taverna,
médica oftalmóloga de INEBA.
Todas las patologías que no se
puedan advertir en esa etapa pueden derivar en una ambliopía (falta de
desarrollo de la corteza visual por falta de estímulo), lo que popularmente se
conoce como “ojo perezoso”. El cerebro del ser humano en el área visual
requiere de estímulo continuo para desarrollarse – lo que no sucede con otros
órganos - y esto determinará la agudeza visual en la edad adulta.
Dentro de las causas más comunes
de “ojo perezoso” o ambliopía se encuentran la ametropía, es decir, la
presencia de un vicio refractivo en ambos ojos, las hipermetropías, miopías y/o
astigmatismos. También el estrabismo (los ejes oculares no están paralelos o
alineados con el objeto de fijación).
Otra causa es por la privación
al cerebro de la visión nítida, como ocurre en casos de alteración de la
transparencia de medios oculares (como, por ejemplo, en pacientes con
cataratas, opacificaciones corneales, hemorragias en el vítreo, retinopatías,
etc.).
“Antes de comenzar el ciclo
lectivo – y con una frecuencia anual - es recomendable hacer los chequeos
correspondientes en niños. El examen es muy simple y consiste en toma de la
agudeza visual, examen del ojo con lámpara de hendidura y un fondo de ojos para
estudiar la retina y el nervio óptico. De manera rápida y sencilla se puede
determinar la mayor parte de la patología y así prevenir y/o tratar posibles
enfermedades oftalmológicas”, concluye la especialista de INEBA.
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