Mártir, 07
de Agosto
Martirologio Romano: En
Augsburgo, de la Retia, santa Afra, mártir. Siendo pecadora, se convirtió a
Cristo y, sin haber sido aún bautizada, según cuenta la tradición, fue quemada
viva por confesar a Cristo (304).
La Ciudad de Augusta (la actual Augsburgo) se encontraba situada en la parte norte de la Provincia Romana de Rhtia sobre el río Lech, no lejos de su confluencia con el río Danubio.
Era una colonia Romana importante, investida con
derechos municipales (municipium) por el Emperador Adriano, en la cual el
Cristianismo había penetrado aún antes de la era de Constantino, como lo
prueba, fuera de toda duda, el martirio de Santa Afra.
Es un hecho histórico indiscutible que una
Cristiana llamada Afra fue ejecutada en Augsburgo durante la persecución de
Diocleciano (c. 304) por su inconmovible profesión de fe y que ya en una época
temprana su tumba era objeto de gran veneración.
El así llamado “Martyrologium Hieronymianum”, que
es una compilación de varios calendarios y listas de mártires cuyos inicios
datan del siglo cuarto, menciona, el 5 de Agosto (en algunos MSS., 6 o 7 de
Agosto), que Santa Afra padeció en la ciudad de Augsburgo y fue enterrada allí.
En el siglo sexto en su poema sobre St. Martin, Venantius
Fortunatus, Obispo de Poitiers, también menciona a Augsburgo como su lugar de
sepultura.
En resumen hay una compilación de dos diferentes
narraciones, una la historia de la conversión de Santa Afra y la otra la
historia de su martirio.
El origen de la primera es posterior es muy
probable que contenga meramente una narración legendaria de la época
Carolingia, escrita con la intención de hacer participar a Santa Afra en la
organización de la iglesia en Augsburgo.
Cuenta que los abuelos de Afra llegaron procedentes
de Chipre a Augsburgo y que allí fueron iniciados en la adoración de la diosa
Venus. Afra fue entregada como prostituta al servicio de la diosa por su propia
madre Hilaria o Hilara.
Durante la persecución de Diocleciano, Narciso,
Obispo de Gerundum en España se refugió de sus perseguidores en Augsburgo y
encontró asilo en el hogar de Afra. Por sus esfuerzos, la familia se convirtió
al Cristianismo, y fueron bautizados.
Al partir Narciso ordenó presbítero (u Obispo) al
hermano de Hilaria llamado Dionisio. Esta historia del martirio de Afra termina
mencionando que su mamá y tres doncellas de Afra (Digna, Eunomia o Eumenia, y
Eutropia o Euprepia), quienes después que los restos de la mártir fueron
colocados en su tumba, ella también sufrieron martirio siendo quemadas.
La Segunda parte de las “Actas de Afra”, que tratan
de su juicio y muerte (Ruinart, Acta Sincera, 482-484, Ratisbon, 1859), es más
antigua. Según Duchesne data de finales del siglo cuarto o principios del siglo
quinto. Por tanto puede haber preservado, no solo el hecho del martirio sino
también detalles confiables relativos a la Santa y a su muerte. En esta
narración, se menciona solo a Afra, y no existen rastros de aquellas
exageraciones y embellecimientos fantásticos que caracterizaron las leyendas
posteriores de los mártires. Según este Passio, Afra (ver ACTAS DE LOS
MARTIRES) fue condenada a morir quemada porque se confesó Cristiana, y se
rehusó a participar en ritos paganos.
Fue ejecutada en la pequeña isla del río Lech y sus
restos fueron sepultados cerca del lugar de su muerte.
El testimonio de Venantius Fortunatus señala que su
tumba fue objeto de gran veneración durante el siglo sexto. Sus restos
permanecen hasta ahora en Augsburgo en la iglesia de los Santos Ulrico y Afra,
al lado de la cual se levanta una famosa abadía Benedictina.
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