Valentina Avetta es estudiante de Bioingeniería en
la Facultad de Ingeniería de la UNER, en Oro Verde, Entre Ríos. Como paciente
insulinodependiente, sabe que la temperatura de su medicamento no puede superar
los 30°. Por eso, inventó un sensor que identifica en qué momento pierde la
cadena de frío y se vuelve inocuo.
La joven oriunda de la localidad bonaerense de San
Nicolás, como paciente insulinodependiente, se propuso desarrollar un sensor
termocrómico (cambia de color con el aumento de temperatura) para detectar la pérdida
de la cadena de frío de la insulina biosintética (medicamento inyectable para
regularizar la glucosa en sangre en personas con diabetes), cuando se encuentra
en manos del consumidor. La insulina debe conservarse entre los 4° y 8°
cuando está cerrada y hasta los 30° una vez abierta, es decir, durante el uso
del paciente. Hay diversos instrumentos para controlar la cadena de frío de
este medicamento durante el transporte y la distribución, pero no hay nada que
lo indique una vez que está en uso.
El sensor que creó se basa en un compuesto
termocrómico, es decir que cambia de color con la modificación de la
temperatura. El hallazgo es que una vez que se pasaron los 30°, el cambio se
hace irreversible. “Hace más dos años que investigo este proyecto y tuvo varios
cambios desde el comienzo. Hoy, la solución que encontré es imprimir en 3D un
chip que indica la temperatura mediante una gelatina que combina dos colores y
avisa al paciente. Así es mucho más barato y fácil de producir”, señaló a
Brando. El proyecto lo presentó por primera vez en una
feria de ciencias en su escuela secundaria de la localidad de San Nicolás, pero
no tuvo mucha repercusión. Sin embargo, su idea obtuvo reconocimientos en
diversos certámenes nacionales e internacionales como I-SWEEEP (International
Sustainable World Energy, Engineering, and Environment Project) y el concurso
Soluciones para el Futuro organizado por Samsung y Socialab. De esa manera,
logró financiamiento para seguir adelante con la investigación y perfeccionar
la técnica del sensor.
“Mi idea es lograr la patente internacional y, para
eso, necesito más fondos. Seguiré presentándome en concursos y voy a producir
el prototipo más cercano al producto final”, afirma la estudiante.
Valentina entró a comienzos de año al concurso
Naves que organiza el IAE Business School para emprendedores y apuesta a lograr
un nuevo reconocimiento para tener listo su dispositivo. BP
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