miércoles, 5 de septiembre de 2018

Mateo Casals y 108 compañeros, Beatos

Religiosos y Mártires, 05 de Septiembre
En distintas poblaciones de España, Beatos Mateo Casals, sacerdote profeso, Teófilo Casajús, escolástico profeso, Fernando Saperas, hermano profeso, y 106 compañeros, de la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de la Bienaventurada Virgen María; asesinados por odio a la fe durante la Guerra Civil en España entre el 1936 y el 1937.
Fecha de beatificación: 21 de octubre de 2017, durante el pontificado de S.S. Francisco.

En Sabadell, la ciudad más industrial de Cataluña, a 20 km. de Barcelona, los Claretianos regentaban en el centro de la Ciudad una iglesia que ofrecía un cuidado culto, y la constante presencia de sacerdotes siempre dispuestos a la Confesión. Los Padres eran ocho, casi todos de edad provecta, a los que ayudaban tres Hermanos ejemplares. La revolución se iba a cebar en esta pacífica Comunidad, de la que ocho de sus once miembros iban a ser mártires.
El 20 de Julio ardían los templos de Sabadell, y los claretianos se dispersaron y refugiaron en casas de familias amigas. Antes se congregaron en la iglesia para celebrar la Eucaristía. Su llave la depositaron a los pies de la imagen del Corazón de María para que Ella velase por todo, y si entraba en los planes de Dios, salvara lo ya casi insalvable. El mismo día 20 incendiaban la iglesia. Los seis mártires de la Comunidad cayeron en manos de los milicianos de manera misteriosa. Durante el día, 4 de Agosto fueron a buscarlos a sus respectivos domicilios, siendo requeridos nombre por nombre y con los datos personales exactos. Todos fueron a parar a la cárcel de Sabadell.
Allí se encontraron el Superior Padre Mateo Casals, el venerable Padre José Puig, que había celebrado ya sus bodas de oro sacerdotales, los Hermanos José Clavería y Juan Rafí, ya cercanos a los setenta, el Hermano José Solé, en plena madurez, y el Hermano José Cardona, de sólo veinte años.
Encerraron a los misioneros en una cárcel casi vacía, en la que sólo había otros nueve presos: un Padre Escolapio y ocho excelentes jóvenes carlistas. Con benévola tolerancia de los funcionarios de la prisión, los detenidos llevaron vida tranquila cada uno en su celda, y con facilidad para reunirse y rezar juntos el Rosario a la Virgen. A los seglares les traían la comida sus familiares, y a los claretianos, con el dinero que trajeron al venir, se la preparaba el buen cocinero Hermano Cardona. El anciano y candoroso Padre Puig escribe: - Nos encontramos bien, y nos parece como si estuviéramos en casa. Hasta les hacían entrever la libertad; pero a finales de Agosto caía Irún en poder de los nacionales, y en venganza, una columna de milicianos que iban a partir para el frente, ven menos arriesgado asaltar la cárcel y matar a presos indefensos. Se apostaron a la entrada de la cárcel dos milicianos y otros dos guardias de Asalto. En la noche del 4 de Septiembre los milicianos exigen las llaves y despiden a los guardias. Uno dice: -Las once y media. Hemos de comenzar la faena.
La faena consistió en sacar a los presos de sus celdas para cuando llegasen los coches. Al llegar éstos presentan al Director un papel firmado por el Consejero de Defensa, Esteve, que ordenaba trasladar a Barcelona a los presos que relacionaba, “en evitación de un asalto a la cárcel por los fascistas”. Una voz empezó a contar: Uno, dos, tres, cuatro, ¡Adelante!; otro coche y nuevo recuento. Igual con un tercero. Con el cuarto vehículo ya no se oyeron más que tres números, sin llegar al cuatro. Quince cadáveres aparecían al amanecer de aquel día 5, primer sábado del mes de septiembre, dedicado al Inmaculado Corazón de María, en las carreteras de los alrededores.
Cinco en la carretera de Sabadell a Matadepera; otros cuatro en la de Castellar a Tarrasa: los del P. Puig y los hermanos Clavería, Rafí y Solé. En un tercer grupo se halló el cadáver del P. Mateo Casals, junto con el escolapio P. Viñolas y los jóvenes Bartrons y Siscart. Junto al caserío de Santiga, carretera de Santa Perpetua se hallaron los cadáveres del Hermano José Cardona, junto a los jóvenes Moga y Boada. Aquella aciaga noche del 5 de septiembre de 1936 eran también asesinados en las carreteras que rodean la ciudad los Padres Escolapios Juan Viñolas, vicerrector del Colegio de Sabadell, el P. Juan Soler, el P. Fco. Farreny, y el P. Ignacio Gorina, profesores de la Escuela Pía.
Otros dos miembros de la Comunidad de Sabadell fueron también mártires: el P. Josep Reixach el 26 de julio de 1936, y el Padre Juan Torrents el 17 de marzo de 1937.

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