Ante la pregunta si son felices los adultos
mayores, la respuesta es “Sí, lo son”. Las
encuestas dicen que la felicidad subjetiva mejora y va aumentando conforme se
envejece. La vejez no sólo trae consigo achaques, también felicidad. No es
envejecer lo que resta felicidad, sino las circunstancias que se asocian al
envejecimiento.
La curva en U de la felicidad así lo dice. Somos
muy felices en nuestra infancia y juventud, para ir decayendo y ser menos
felices cuando llegamos a la llamada crisis de los 40 (arrugas, canas, análisis
y reflexión sobre los fracasos y éxitos profesionales y personales y si nos
satisfacen). Asociando felicidad a juventud, pensamos que a los 40 empieza la
cuesta abajo.
Pero las encuestas dicen que la felicidad subjetiva
mejora y va aumentando conforme envejecemos. La vejez no sólo trae consigo
achaques: también felicidad. No es envejecer lo que resta felicidad, sino las
circunstancias que se asocian al envejecimiento.
Un estudio realizado por VA Ann Arbor Healthcare
System junto con la University of Michigan (EEUU) así lo demuestra.
Los participantes (divididos en dos grupos de 21 a 40 años y mayores de 60)
fueron invitados a evaluar y predecir su propia felicidad en su edad actual, a
los 30 años y a los 70 años para después expresar la felicidad que, a su modo
de ver, tenía la mayoría de la gente a esas mismas edades.
El análisis estadístico de la encuesta reveló que
los mayores se sentían mucho más felices que las personas de menos de 40 años y
que todos los participantes en general opinaban que a los 30 años se era más
feliz que a los 70, y que la felicidad disminuía con la edad. Es la paradoja de
la felicidad en la vejez.
Con
la edad aprendemos a ser felices
Rocío Fernández-Ballesteros, catedrática de
Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad Autónoma
de Madrid (España) afirma:
Cuando se es mayor, se experimentan emociones con
la misma intensidad que cuando se es joven y los mayores sienten emociones
positivas con igual frecuencia que la gente más joven.
Existe una fuerte evidencia de que la experiencia
emocional negativa se da en mucha menor frecuencia a partir de los 60 años.
Así, a esas edades, existe más expresión de “felicidad”, “gratitud”, “contento”
que de “frustración”, “tristeza” o “rabia”.
La conclusión de la mayor parte de autores que
investigan el mundo afectivo de los mayores es que en la vejez existe una mayor
complejidad y riqueza emocional. Es decir, que en la vejez se incrementa el
manejo adecuado de los afectos y que, por tanto, existe una mayor “madurez”
afectiva.
Cuando pensamos en el fenómeno del envejecimiento
miramos sólo la parte biológica. Tendemos a pensar que a partir de una
determinada edad nos espera con los brazos abiertos la dependencia, el declive,
el deterioro… Son prejuicios y estereotipos negativos sobre la vejez, elementos
comunes de nuestro imaginario sociocultural debido a la valoración positiva de la
juventud, la belleza, etc.
Envejecer no es visto como una etapa natural de
nuestro ciclo vital que tiene sus particularidades, sus peculiaridades, sus
posibilidades de desarrollo y crecimiento humano, no es una etapa de
involución.
Es verdad que se tienen achaques, y que la
enfermedad acecha, pero en términos de felicidad, tenemos una común y
equivocada creencia: que los días más felices de la vida de las personas se
producen cuando se es joven.
Y es que no pensamos en la vejez como en el aumento
de la longevidad, no lo asumimos como un logro de nuestra sociedad aunque se
esté disfrutando de un mejor nivel de vida y de una mejor calidad de vida.
Haber conseguido cerca de 30 años en la esperanza de
vida es una de las mayores proezas del hombre en el siglo XX y un signo de
progreso, pero la sociedad no contribuye a de construir las representaciones
negativas y los estereotipos del envejecimiento, y por lo tanto, las actitudes
y las discriminaciones (“ageism” traducido al español por la Comisión Europea
como “edaísmo”) derivados de estas.
Las personas mayores disponen, como demuestran los
estudios, de más herramientas y estrategias cognitivas y emocionales para
afrontar la vida, a pesar de que, biológicamente, se haya entrado en la
decadencia física. A medida que nos hacemos mayores, buscamos recursos para ser
lo más felices posible y adaptarnos a las nuevas circunstancias.
Se trata de una actitud vital y positiva ante
nuestra propia vida y con el futuro y valorar lo vivido, dar el justo valor a
cada cosa, en definitiva, conseguir sentirse vivo.
Es posible que pensemos que los mayores viven
resignados a su vejez, que se han acomodado, que se han conformado, que esto es
lo que hay y que por eso, al conformarse, son más felices, pues nada esperan.
¡Nada más lejos de la verdad!
Superar los estereotipos
Los estereotipos hacen que no veamos las ventajas
de la vejez. Se puede aprender mucho de los mayores, simplemente porque saben
más sobre la vida. La experiencia adquirida a lo largo de los años facilita la
adaptación a las nuevas circunstancias y condiciones que impone la edad, pues
las personas mayores conocen cómo actuar utilizando destrezas y habilidades que
ayuden a superar los vaivenes de la vida. Una persona será más o menos feliz en
función de sus circunstancias, sus condiciones de vida y su personalidad.
¿En qué medida el contexto (las condiciones
socioeconómicas, el estado civil, etc.), la salud y la situación funcional y
las relaciones interpersonales influyen en la afectividad (positiva y negativa)
en la vejez y en qué medida esos factores son más importantes que la edad?
Evidentemente, la salud y la autonomía son importantes; una condición física
buena ayuda a sentirse más dinámico y anímicamente más alegre y vital.
Pero la personalidad ocupa también un lugar
destacado. Ser optimista es la mejor vacuna contra la depresión, además las
personas optimistas se cuidan más y siguen mejores hábitos de salud, ya que se
alimentan de forma más adecuada y hacen más ejercicio.
Un proyecto de investigación, realizado por el Centro
de Ciencias Humanas y Sociales del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas de España, se propuso estudiar en el año 2007 las claves que
permiten envejecer más y mejor. Aparte de la importancia de factores como el
optimismo, el estudio señala aspectos como la fortaleza interior y la
autoestima.
La felicidad en la vejez obedece más a una actitud
positiva que a la salud que se posea, señala un estudio realizado por el Sam
and Rose Stain Institute for Research on Aging (SIRA), perteneciente a la
Universidad de California en San Diego (EEUU).
La investigación, llevada a cabo por el profesor
Dilip Jeste señala que el optimismo y la actitud positiva hacia los devenires
de la vida, son importantes para conseguir un buen envejecimiento y que el
estado físico no es sinónimo de un envejecimiento óptimo.
Se examinó a 500 voluntarios de edades comprendidas
entre los 60 y 98 años, que vivían independientes y que habían padecido
diversas enfermedades, como el cáncer, fallos cardiacos, diabetes, problemas
mentales u otro tipo de disfunciones.
Lo sorprendente de los resultados obtenidos, fue
que las personas más optimistas no siempre coincidían con los que tenían mejor
salud. Nuestra vida tiene otro color cuando nuestra actitud es optimista.
Más felices a partir de
los 65
Investigadores de la Universidad de Granada han
publicado un artículo en la prestigiosa Revista Journal of Happiness Studies
(2013). En él exploran sobre la felicidad actual (en el momento del estudio) y
pasada (a lo largo de la vida) de hombres y mujeres mayores de 65 años, con
diferentes características personales y sociodemográficas.
Los datos obtenidos hacen referencia a que las
personas mayores de 65 años son más felices cuando, a su vez, han disfrutado de
una vida feliz. Además, aquellos mayores que no sufren de depresión, que
cuentan apoyo familiar y que pueden ejercer su actividad diaria sin depender de
otros, están más satisfechos con su vida.
Laura Carstensen, directora y psicóloga del Centro
de Longevidad de la Universidad de Standford (California EEUU) asegura que las
personas mayores son (al menos estadísticamente) “más felices” que las jóvenes.
Se pidió a personas de entre 18 y 90 años que llevaran un diario de vida
enfocado en sus estados emocionales y descubrió que la frecuencia con que
jóvenes y mayores experimentaban emociones positivas era muy similar, pero que
los mayores experimentaban menos emociones negativas.
Además, comprobó que en las personas mayores los
estados positivos duraban más y los negativos menos; es decir, que con la edad
las personas se recuperaban antes cuando se sentían tristes y que cuando
estaban alegres… les duraba más tiempo.
En referencia a lo anterior, el estudio Mood
Regulation in Real Time: Differences in the Role of Looking, publicado en
la revista científica Current Directions in Psychological Science,
confirma que los mayores tiene más capacidad para superar las adversidades que
los jóvenes.
Más gerontología y menos
geriatría
Las investigaciones en psicología gerontológica
promueven la imagen positiva de la vejez y del envejecimiento.
La Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento destacó
la necesidad de implementar todas las acciones que favorezcan el envejecimiento
saludable, su bienestar subjetivo o felicidad y el “empoderamiento”,
entendiéndose como empoderamiento la revalorización de las personas mayores en
la sociedad.
Promover la felicidad de los mayores beneficiará la
salud de los mayores y por ende a toda la sociedad. Las personas felices no
solo disfrutan más de la vida, sino que además tienen menos posibilidades de
morir en los próximos años si su estado anímico es positivo. Diversos estudios
sobre la longevidad han demostrado que felicidad y longevidad están
estrechamente relacionadas. BP
No hay comentarios.:
Publicar un comentario