jueves, 1 de noviembre de 2018

El absurdo miedo a la muerte

Cuando hablamos de longevidad y de añadir años a nuestra vida y también de añadir vida a los años, siempre merodea por nuestra mente ese miedo a envejecer que no es otra cosa que el miedo a la muerte. 
Si nos paramos a pensar, el miedo a la muerte es un poco absurdo, porque en realidad todos los días nos estamos muriendo a trocitos. Ninguna de las células que forman nuestro cuerpo hoy estará viva dentro de unos pocos años, de hecho millones de células se nos mueren cada día y otras nuevas nacen. 
Lo malo no es morirse, lo malo es lo que muere dentro de nosotros mientras estamos vivos y ahora no me refiero a las células, sino a los sueños que dejamos morir, a los proyectos que un día hicimos con ilusión y dejamos que languidezcan y mueran, el amor que nos hizo vibrar y dejamos que muera. Estas formas de suicidarnos de puntillas es lo que deberíamos evitar. 
Una brillante escritora y periodista brasileña Martha Medeiros nos lo recuerda de una manera brillante en uno de sus poemas que reproduzco parcialmente (por cierto, algunas personas se lo atribuyen equivocadamente a Pablo Neruda). 
·        Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo todos los días los mismos trayectos, quien no cambia de marca, no arriesga vestir un color nuevo.
·        Muere lentamente quien hace de la televisión su gurú. 
·        Muere lentamente quien evita una pasión. 
·        Muere lentamente quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien no se permite por lo menos una vez en la vida, huir de los consejos sensatos. 
·        Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no oye música. 
·        Muere lentamente, quien pasa los días quejándose de su mala suerte o de la lluvia incesante. 
·        Muere lentamente, quien abandona un proyecto antes de iniciarlo. 
·        Evitemos la muerte en suaves cuotas. FJG

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