Martirologio Romano: En Palermo, Sicilia, beato Gerardo Cágnoli, religioso de la Orden de
Hermanos Menores, que durante mucho tiempo hizo vida eremítica (1342).
El culto que desde tiempo inmemorial se tributaba
en Palermo y otras partes, a este franciscano, fue confirmado por Pío X el 13
de mayo de 1908.
Gerardo nació hacia 1270. Era el único vástago de
una noble familia del norte de Italia. A los diez años de edad perdió a su
padre. Su madre murió algunos años después. Resistió a los consejos de sus
parientes que querían casarlo y, distribuyó sus bienes entre los pobres.
Hasta los cuarenta años, vivió como ermitaño en los
sitios más inhospitalarios de Sicilia.
A principios del siglo XIV, se habló mucho de la
santidad y milagros de San Luis de Anjou, quien había renunciado al trono que
le esperaba para hacerse franciscano. Gerardo, tomándole por patrono, ingresó
en la misma orden alrededor de 1310.
La sencillez y devoción con que cumplió sus deberes
de hermano lego, fueron la admiración de todos.
Un día de fiesta, cuando él era cocinero del
convento, se quedó absorto en oración y se olvidó de preparar la comida. Cuando
a media mañana el guardián se enteró de que ni siquiera había encendido el
fuego, reprendió al hermanito por su descuido. Sin inmutarse por ello, Gerardo
se dirigió a la cocina. Asistido por un joven desconocido, de radiante belleza,
consiguió preparar, para la hora fijada, el banquete más delicioso que la
comunidad había jamás probado.
A la intercesión del Beato Gerardo se atribuyeron
muchos milagros. Por ejemplo, en una ocasión, encontró llorando a un niño que
había roto una jarra de cristal que llevaba a su madre; el hermano Gerardo
recogió los fragmentos, los bendijo y entregó al niño la jarra en perfecto
estado.
Para los milagros de curación empleaba el aceite de
la lámpara del altar de su patrono, San Luis. Vivía a pan y agua, dormía sobre
una tabla, se disciplinaba hasta sacarse sangre y, con frecuencia, era
arrebatado en éxtasis a varios palmos sobre el suelo, rodeado de un halo
luminoso.
Dios le llamó a Sí el 29 de diciembre de 1345. Los
restos mortales del Beato Gerardo Cágnoli reposan en el templo de San Francisco
en Palermo, a pocos pasos de la puerta del convento que por largos años fue
testigo de su santidad.
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