Es muy fácil quedarse en la vida «sin caminos» hacia Dios. No hace falta
ser ateo. No es necesario rechazar a Dios de manera consciente. Basta seguir la
tendencia general de nuestros días e instalarse en la indiferencia religiosa.
Poco a poco, Dios desaparece del horizonte. Cada vez interesa menos. ¿Es
posible recuperar hoy caminos nuevos hacia Dios?
Tal vez, lo primero sea recuperar «la humanidad de la religión».
Abandonar caminos ambiguos que conducen hacia un Dios interesado y dominador,
celoso sólo de su gloria y poder, y en definitiva poco humano, para abrirse a
un Dios que sólo busca y desea, desde ahora y para siempre, lo mejor para
nosotros. Dios no es el Ser Supremo que aplasta y humilla, sino el Amor Santo
que atrae y da vida. Las personas volverán a Dios, no atraídas por lo
«tremendum» sino por lo «fascinans» de su misterio.
Es necesario, al mismo tiempo, ensanchar el horizonte de nuestra vida.
Estamos llenando nuestra existencia de cosas y nos estamos quedando vacíos por
dentro. Vivimos informados de todo, pero ya no sabemos hacia donde orientar
nuestra vida. Nos creemos los seres más inteligentes y progresistas de la
historia, pero no sabemos entrar en nuestro corazón, meditar, orar o dar
gracias. Sólo camina hacia Dios el que no está satisfecho con el lugar actual y
busca uno nuevo para existir.
Es importante, además, buscar un «fundamento sólido» a la vida. ¿En qué
nos podemos apoyar en medio de tanta incertidumbre y desconcierto? La vida es
como una casa: hay que cuidar la fachada y el tejado, pero lo importante es
construir sobre cimiento seguro. Al final, siempre necesitamos poner nuestra
confianza última en algo o en alguien. ¿No será que necesitamos a Dios?
Para recuperar caminos hacia Dios necesitamos aprender a callar. A lo
más íntimo de la existencia se llega, no cuando hablamos y nos agitamos, sino
cuando hacemos silencio. Cuando la persona se recoge y está callada ante Dios,
el corazón tarde o temprano comienza a abrirse.
Se puede vivir encerrado en uno mismo, sin caminos hacia nada nuevo y
creador. Pero se puede también buscar nuevos caminos hacia Dios. A ello nos
invita el Bautista. JAP
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