Sacerdote,
26 de Diciembre
Martirologio Romano: En Dragali, Montenegro, beato Segundo Pollo, presbítero de Vercelli,
que ejerciendo de capellán castrense durante la guerra, al asistir a un soldado
moribundo fue herido, y poco después murió desangrado. († 1941)
Fecha de beatificación: 23 de mayo de 1998, por S.S. Juan
Pablo II.
Memoria Litúrgica: 4 de enero (para la región de
Piamonte).
Para los alpeinos es su primer “santo”, para los
capellanes militares es el primer modelo elevado a la gloria de los altares,
para toda la Iglesia un “mártir de la caridad” auténtico.
Nació en Vercelli el 2 de enero de 1908, en
Caresanablot (pequeño pueblo de la provincia de Vercelli, Italia), de niño fue
alumno de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Quizás es aquí donde madura
su vocación, ya que con apenas 11 años ingresa al seminario diocesano. Es
ordenado sacerdote el 15 de agosto de 1931, revelándose como un gran profesor e
iluminado director espiritual del seminario menor, donde es amado y seguido por
los jóvenes seminaristas.
Luego es trasladado, por otros cuatro años, al
Seminario Mayor, siempre como maestro. Paralelamente, fue nombrado asistente
diocesano de la Juventud de la Acción Católica, siendo esta, tal vez, la labor
más fructífera, pero tristemente algo olvidada ante la nobleza de la acción que
diera el heroico final a su vida.
En su homilía de la ceremonia de beatificación, Su
Santidad dijo:
Don Segundo es un ejemplo de sacerdote valiente
que, en el arco de una breve existencia, supo alcanzar la cumbre de la
santidad. La víspera de su ordenación sacerdotal, el nuevo beato ya manifestaba
con lúcida determinación su propósito de acoger sin reservas en su vida el exigente
programa del Evangelio. “Llegar a ser santo": este fue su ideal, y por él
se esforzó a diario. Guiado por este propósito, vivió intensamente su ministerio
sacerdotal, buscando y siguiendo asiduamente la voluntad de Dios.
La Providencia le encomendó numerosas y difíciles
tareas en el ámbito de la Iglesia de Vercelli. Fue educador de fina intuición
pedagógica en los seminarios diocesanos, donde desempeñó los cargos de profesor
y padre espiritual. Primero se convirtió en discípulo y servidor diligente de
la palabra de Dios a través del estudio asiduo de las disciplinas sagradas y la
intensa actividad de predicador. Fue generoso dispensador de la misericordia
divina en la administración del sacramento del perdón. Trabajó con entusiasmo
entre los jóvenes como asistente de la Acción católica, hasta seguirlos en la
tormenta de la guerra como capellán de los alpinos. Precisamente en el
ejercicio heroico de la caridad, este joven sacerdote de Vercelli entregó su
alma a Dios, dejando a los capellanes militares de todo el mundo un ejemplo de
cómo se ama y sirve a sus hermanos bajo las armas, y a los alpinos un modelo y
un protector en el cielo.
Dos fueron los secretos de la ascensión de don
Segundo a las cumbres de la santidad: su unión constante con Dios a través de
la oración, y su profunda devoción a la Madre celestial, María. Su diálogo
asiduo con Dios y su amor filial a la Virgen fortalecieron su particular
caridad pastoral, que se presenta como la síntesis más alta y característica de
su ministerio sacerdotal. Vivió totalmente para sus hermanos, concluyendo su
aventura terrena el día de san Esteban, casi imitando al ardiente testigo, “lleno
del Espíritu Santo", del que habla el libro de los Hechos de los Apóstoles
(cf. Hch 7, 55).
Da todo por los jóvenes, al punto de seguirlos
cuando en 1940 optan por ir al frente. Alistado en el batallón alpino “Val
Ghisone”, que debuta en el frente occidental y luego en Montenegro, aquí 26 de
diciembre de 1941, durante la batalla de Dragali, se encuentra en medio de un
tiroteo, que cobra víctimas en ambos lados. Es generoso, no tiene miedo y,
corriendo a llevar consuelo a un herido, es impactado por una bala que le corta
la arteria femoral. Muere desangrado, como aquel que lo ha dado todo, hasta la
última gota. El estado le otorgó inmediatamente la medalla de
plata al valor militar.
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