Investigadores y
médicos terapistas publicaron los resultados de un estudio realizado en
Argentina sobre aspergilosis pulmonar invasiva asociada a COVID-19, coinfección
que se denomina con las siglas CAPA. E instan a un pronto diagnóstico para
administrar un tratamiento de manera oportuna.
La aspergilosis
invasiva causa a nivel mundial más de 1,6 millones de muertes por año y es
producida por los hongos Aspergillus spp. En diferentes países europeos se
reportó que afecta hasta un tercio de los pacientes en estado crítico por
COVID-19, esto es, aquellos que están en la unidad de cuidados intensivos y que
reciben ventilación mecánica.
«Aspergillus es
un agente capaz de aumentar la morbimortalidad de estos pacientes. Por ello, la
detección precoz es clave para un tratamiento oportuno», afirmó María Lujan
Cuestas, jefa del grupo de micología del Instituto de Investigaciones en
Microbiología y Parasitología Médica (IMPaM), que depende de la UBA y del
CONICET.
La investigadora
del CONICET destacó que «en nuestro país aún no existen estudios que documenten
con exactitud la prevalencia de CAPA, pero nuestro grupo está realizando
estudios al respecto, y por ahora podríamos estimar en forma preliminar que la
prevalencia en nuestro medio sería menor al 10%».
Por la corta
historia de COVID-19 aún se desconoce el verdadero impacto de CAPA en la
morbimortalidad. Para comprender las características epidemiológicas y clínicas
de esta coinfección, investigadores del IMPaM y médicos terapistas del Hospital
Nacional Posadas, en la Provincia de Buenos Aires, realizaron estudios en
profundidad a 5 pacientes diagnosticados con CAPA, de entre 23 y 69 años,
internados en estado crítico en la unidad de cuidados intensivos (UCI). Los resultados del estudio se publicaron
en Medical Mycology Case Reports.
Las enfermedades
subyacentes en esos pacientes eran leucemia, diabetes, obesidad, hipertensión
arterial, tabaquismo y enfermedad pulmonar crónica. En el momento de
diagnosticarse CAPA, presentaban distrés respiratorio moderado a grave pero
ningún tipo de inmunosupresión, a excepción de un paciente oncohematológico.
Los pacientes
fueron tratados con medicación antifúngica: voriconazol o anfotericina B. «La
respuesta en la mayoría de los casos fue satisfactoria», indicó María Fernanda
Benedetti, médica terapista del Servicio de Infectología del Hospital Posadas y
coautora del estudio. Los
autores de la investigación comprobaron que CAPA era diagnosticada luego de una
media de 14.5 días (10-20 días) luego de comenzar los pacientes con los
síntomas del COVID-19, y luego de aproximadamente 6 días (2-13 días) de haber
sido admitidos a la terapia intensiva.
«Entre los
factores que podrían explicar la alta frecuencia de aspergilosis invasiva en
los pacientes en estado crítico con COVID-19 se incluyen el daño en el epitelio
respiratorio, una defectuosa actividad mucociliar (una barrera defensiva de las
células respiratorias), y una respuesta inmune disfuncional, todos como
consecuencia de la infección con el SARS-CoV-2», subrayó Cuestas. Comorbilidades tales como obesidad o
afecciones de los sistemas cardiovascular, respiratorio e inmunitario confieren
un mayor riesgo de enfermedad grave y de muerte.
«Es importante
que la aspergilosis (sobre todo sus formas invasivas) sea tenida en cuenta como
sobreinfección posible en los pacientes críticos con COVID-19. Ante la sospecha
clínica deberían maximizarse los esfuerzos para realizar el diagnóstico de modo
de instaurar un tratamiento oportuno efectivo, dado que podría estar asociada a
un peor pronóstico o evolución clínica desfavorable», concluyó Benedetti. BP
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