A más de un año del comienzo de la pandemia, en Argentina día a día
continúa la suba de casos de COVID-19 consolidándose dentro de la llamada
segunda ola. El nivel de alerta ha aumentado y a la par las autoridades
sanitarias han pedido reforzar los cuidados y han tomado nuevas medidas
restrictivas para disminuir el riesgo de contagio.
Sin embargo, en este último tiempo han aflorado ciertos interrogantes
como: ¿Son conscientes los ciudadanos argentinos de los riesgos?; En
circunstancias económicas difíciles y después de más de un año de pandemia, ¿Es
posible sostener las conductas de cuidado?; y ¿Están dispuestas las personas a
aceptar nuevas restricciones?
En este contexto, Fundación Ineco, con el apoyo del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), se propuso analizar cómo
se encuentra preparada la población argentina para afrontar la segunda ola de
COVID-19. Para ello, la institución realizó una encuesta representativa a nivel
nacional que alcanzó a 2.909 personas.
«Hasta tanto la vacunación no alcance niveles suficientes en la
población, el avance del virus depende de las conductas de cuidado personal y
de las medidas sanitarias gubernamentales. Ambas están atravesadas por el
comportamiento, las percepciones y las creencias de las personas. Por ello,
hacia fines de marzo nos propusimos estudiar como la población está preparada
mentalmente para enfrentar esta segunda ola», afirmó el Dr. Fernando Torrente,
Director del estudio.
Los principales resultados arrojaron que, si bien la mayoría de los
participantes percibe un riesgo importante, hay grupos que perciben un riesgo
menor y el comportamiento de esos grupos puede tener impacto significativo
global. En el caso de los más jóvenes, los mismos perciben adecuadamente el
riesgo general (el contexto sanitario) pero se sienten menos amenazados en lo
personal y esta diferencia puede impactar en sus conductas de cuidado. Según
los datos, las conductas de cuidado se vuelven más laxas a medida que disminuye
la edad.
Asimismo, también se encontró que la mayoría de las personas se auto
percibe como ‘cumplidora’ con las conductas de cuidado. En contraste con los
niveles crecientes de contagio, los niveles altos de cumplimiento reportados
plantean el interrogante sobre la exactitud de este registro. Muchas veces las
personas tenemos apreciaciones demasiado benévolas sobre nuestras conductas.
Este tipo de sesgo podría estar afectando las conductas de cuidado (creer que
cumplimos más de lo que realmente cumplimos). También se pudo inferir que la
percepción del riesgo es el factor más importante en relación a los cuidados.
Cuanto mayor es el nivel de riesgo personal percibido, más se cuidan las
personas.
Respecto a posibles nuevas restricciones, tal como vienen advirtiendo
las autoridades, se observó que si bien la mayoría de las personas se siente
preparada y dispuesta a aceptar nuevas medidas preferirían que estas no sean
extremas. La mayoría de las personas aceptan restricciones que no afecten la
escolaridad y la actividad laboral. Por su parte, la orientación política
resultó ser el factor que más influye en la aceptación de medidas de
restricción, por encima del nivel de riesgo percibido.
El estado emocional de las personas parece ser menos negativo que un año
atrás y no influye demasiado en la adopción de medidas de cuidado y en la
aceptación de medidas restrictivas en general, aunque entre aquellos que menos
se cuidan el ánimo es más negativo, pudiendo ser un factor que favorece el no
cumplimiento en ese grupo.
Por último, en el estudio se probó la efectividad de diferentes mensajes
para aumentar la aceptación de las medidas sanitarias. Se encontró que los
mensajes que enfatizan el riesgo resultan más efectivos que aquellos que apelan
a cuidar a los otros (mensaje altruista o prosocial).
Como conclusión, comunicar mejor el riesgo, sobre todo a los grupos más
jóvenes, agotados o refractarios, puede mejorar la adopción de conductas de
cuidado. Como la orientación política influye en la aceptación de medidas
restrictivas, resulta clave separar los mensajes sanitarios y sus motivaciones
de la discusión política polarizada. BP
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