A partir de un estudio preclínico y análisis
bioinformáticos de genes de 800 pacientes con cáncer de próstata, científicas
del CONICET en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y del MD
Anderson Cancer Center de Estados Unidos comprobaron que ese tipo de tumor
utiliza moléculas derivadas de los lípidos como fuente de energía. Ahora buscan
identificar fármacos que impidan la ‘alimentación’ de ese cáncer.
Los andrógenos, como la testosterona o la
dihidrotestosterona, promueven el crecimiento de las células de cáncer de
próstata. Y uno de los tratamientos en distintas etapas de esta patología es la
terapia hormonal o de ‘deprivación de andrógenos’ mediante la administración de
fármacos que, en muchos casos, funcionan de manera exitosa.
Pero, en otros casos, el tumor se vuelve
resistente, mucho más agresivo y ya no depende de los andrógenos para crecer.
Ahora, un equipo internacional, liderado por científicas argentinas, identificó
otra ‘fuente de energía’ que utiliza el cáncer de próstata para evadir el
tratamiento de deprivación hormonal y replicarse, lo que podría inspirar tanto
un abordaje farmacológico como dietario para prevenir o mitigar esa
complicación.
“Nuestro trabajo sienta
bases para explorar el desarrollo de tratamientos. Comprobamos que en estos
tumores que dejan de responder a la terapia antiandrogénica, la fuente
preferida de energía son los cuerpos cetónicos, moléculas derivadas de los
lípidos y un combustible de alta energía que pueden utilizar las células”,
indicó la doctora en Química Biológica Geraldine Gueron, líder del estudio e investigadora
del CONICET y jefa del Laboratorio de Inflamación y Cáncer en Departamento de
Química Biológica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN) de la
UBA.
En colaboración con el grupo de la doctora Nora
Navone en el MD Anderson Cancer Center de Estados Unidos, Gueron, Elba Vázquez,
del Instituto de Química Biológica de la FCEN (IQUIBICEN, UBA-CONICET), y
colegas trabajaron en un modelo preclínico (ratones con cáncer de próstata
resistentes) y pudieron descubrir que poseían muy activa la vía metabólica de
los cuerpos cetónicos.
Para profundizar más sobre este tema y estudiar lo que
pasaba en muestras humanas, las investigadoras realizaron un análisis
bioinformático exhaustivo utilizando bases de datos públicas, entre ellas, las
provenientes de los grupos de pacientes de cáncer de próstata de los proyectos
‘The Cancer Genome Atlas’, y ‘Stand Up To Cancer’.
“En total, analizamos casi 800 muestras
de pacientes, y en ellas pudimos observar que los genes que participan en el
metabolismo de los cuerpos cetónicos se encuentran aumentados en los pacientes
que presentan una recaída temprana de la enfermedad, en concordancia con lo que
observamos en el modelo preclínico con ratones”, destacó Gueron, también
investigadora del IQUIBICEN.
A la luz de los resultados del estudio, publicado en
‘Oncogene’, la investigadora consideró que “bloquear la formación de cuerpos
cetónicos y su conversión en energía detendría el crecimiento del cáncer de
próstata después de la terapia de deprivación de andrógenos. Desde un punto de
vista farmacológico, se podría pensar que si inhibimos algunas de las enzimas
críticas en el metabolismo de cuerpos cetónicos, estaríamos bloqueando el
principal suministro de energía de los tumores resistentes al tratamiento
hormonal. Estos experimentos ya están en proceso para evaluar drogas que puedan
bloquear la producción de estos metabolitos”, puntualizó Gueron.
“En segundo lugar, con una aplicabilidad
mucho más rápida, se podría regular la disponibilidad de cuerpos cetónicos a
nivel de la dieta de los pacientes, es decir, un régimen dietario caracterizado
por bajas cantidades de grasas y lípidos, para no estimular su degradación y la
formación de los cuerpos cetónicos”, agregó la científica. BP
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