La mononucleosis infecciosa, ‘enfermedad del beso’ o fiebre
glandular, es una enfermedad contagiosa que suele ocurrir entre adolescentes y
adultos jóvenes. Esta afección se caracteriza por provocar fiebre, dolor de
garganta e inflamación de los ganglios linfáticos.
En la mayoría de los casos, la mononucleosis, comúnmente
abreviada como ‘mono’ en inglés, es causada por el virus Epstein Barr,
perteneciente a la familia del virus del herpes. Sin embargo, otros virus, como
el Citomegalovirus, o el Toxoplasma gondii (parásito
causante de la toxoplasmosis) también pueden provocarla.
El período de incubación del virus puede llegar a los 40
días, y se propaga mediante los líquidos corporales, donde puede permanecer
vivo varias horas. Su principal medio de transmisión es la saliva (de ahí su
nombre popular) aunque también puede ser mediante transfusiones de sangre,
contacto sexual, o por vía perinatal.
Cuáles son los síntomas de la mononucleosis
Los síntomas de la mononucleosis se presentan entre 4 y 6 semanas tras
el contagio. Entre ellos se encuentran: fiebre, dolor de garganta, cabeza y
cuerpo, fatiga extrema, ganglios linfáticos inflamados, especialmente en el
cuello y las axilas, aparición de petequias (manchas rojizas en la piel), y
sarpullido. En el peor de los casos, se puede dar un agradamiento del bazo e
inflamación del hígado.
Aunque menos comunes, pueden experimentarse otros síntomas
frente a la presencia de mononucleosis, como dolor torácico, tos, urticaria,
ictericia, sangrado nasal, frecuencia cardíaca anormal, sensibilidad a la luz,
y problemas para respirar.
Según informan las autoridades de salud, las personas de
entre 15 y 30 años, enfermeros, pasantes médicos, cuidadores o personas que
toman medicamentos que inhiben el sistema inmunitario tienen un mayor riesgo de
contagiarse de mononucleosis.
Para detectar la mononucleosis se realizarán análisis con el
objetivo de encontrar un aumento de glóbulos blancos en sangre, linfocitos y
enzimas hepáticas, o la presencia de anticuerpos frente al virus de Epstein
Barr. A pesar de las múltiples investigaciones realizadas, aún no se
dispone de una vacuna eficaz frente a este virus.
Cómo se trata la mononucleosis
Para tratar la mononucleosis se recurre al uso de analgésicos, como
paracetamol o ibuprofeno, y medicinas para la fiebre. También se pueden
realizar gárgaras con agua tibia y sal, para aliviar la irritación de la
garganta, beber abundante líquido, para prevenir la deshidratación, y hacer
reposo, para no empeorar los episodios de fatiga.
Cómo prevenirla
Para prevenir la mononucleosis se debe evitar el intercambio de fluidos
con el enfermo. Este deberá, a su vez, extremar el cuidado y no estar en
contacto con personas, especialmente con quienes sufren inmunodeficiencias,
pacientes trasplantados o mujeres embarazadas. En el caso de los niños, no
deberán acudir al colegio durante la fase aguda de la enfermedad, es decir,
entre la primer y segunda semana.
Alimentación
Los efectos de la fatiga, fiebre y dolor de garganta pueden dificultar
cumplir con las comidas diarias. Por ello, procura incorporar alimentos que
favorezcan la digestión y absorción de nutrientes, como frutas, vegetales,
granos, semillas y carnes magras. También puedes sumar infusiones con
propiedades antivirales, como las de jengibre, canela, ajo o limón.
Ejercicio
La fatiga y la fiebre pueden retrasar el retorno al ejercicio o la
actividad física, por lo que la ansiedad por retomarlo puede ser muy grande.
Sobre esto, los expertos aconsejan tomarlo con calma. A medida que el cuerpo lo
permita, realiza actividades de bajo impacto y aumenta la intensidad, pero
evita los deportes de contacto.
Otros consejos
Debes respetar las recomendaciones del médico y evitar la
automedicación, un error muy común en esta situación es recurrir al uso de
antibióticos. Tampoco es necesario aislarse por completo, ya que un buen estado
de ánimo puede facilitar atravesar este proceso. Tus familiares y amigos pueden
acompañarte, siempre que se cumpla con las medidas preventivas
correspondientes. TV
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