Obispo, 10 de Marzo
Martirologio Romano: Conmemoración
de san Macario, obispo de Jerusalén, que con sus exhortaciones logró que los
Santos Lugares fueran restaurados y enriquecidos con basílicas por el emperador
Constantino el Grande y por su madre, santa Elena. († c.335)
La fecha en la que
Macario fue consagrado Obispo se encuentra en la versión de San Jerónimo de las
“Crónicas” de Eusebio. Su muerte debe haber
acaecido antes del Concilio de Tiro, en el año 335, en el que su sucesor,
Máximo, fue aparentemente uno de los obispos participantes.
Macario fue uno de los
obispos a quienes San Alejandro de Alejandría escribiera previniéndolos contra
Ario. El vigor de su oposición
a la nueva herejía se evidencia en la manera abusiva en la que Ario se refiere
a él en su carta a Eusebio de Nicomedia.
Asistió al Concilio de
Nicea, y vale mencionar aquí dos conjeturas relacionadas con el papel que
desempeñó en dicho concilio. La primera es que hubo un forcejeo entre él y su obispo
metropolitano Eusebio de Cesarea, en cuanto a los derechos de sus respectivas
sedes. El séptimo canon del concilio (“Debido a que la costumbre y la tradición
antigua muestran que el obispo de Elia [Jerusalén] debe ser honrado y debe
tener precedencia; sin que esto perjudique, sin embargo, la dignidad que
corresponde al obispo de la Metrópolis”), por su vaguedad sugiere que fue el
resultado de una prolongada batalla.
La segunda conjetura es
que Macario, junto con Eustaquio de Antioquía, tuvo mucho que ver con la
redacción del Credo adoptado finalmente por el Concilio de Nicea.
De las conjeturas
podemos pasar a la ficción. En la “Historia del Concilio de Nicea” atribuida a
Gelasio de Cícico hay varias discusiones imaginarias entre los Padres del
Concilio y los filósofos al servicio de Ario. En una
de esas discusiones, en donde Macario actúa como vocero de los obispos, éste
defiende el Descendimiento a los infiernos.
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