30/05 - Día de la Esclerosis Múltiple.
La Esclerosis
Múltiple (EM) es una enfermedad crónica inflamatoria con un mecanismo de daño
basado en la auto-inmunidad. Esto quiere decir que parte del sistema
inmunológico del paciente se convierte en auto-agresivo dañando su Sistema
Nervioso Central. Dentro de éste, la principal víctima del daño es la mielina,
una estructura de naturaleza lipoproteica que envuelve las terminales nerviosas
del cerebro y la médula.
Hoy es la segunda
causa de discapacidad neurológica en adultos jóvenes, ubicándose detrás de las
lesiones traumáticas de encéfalo y médula secundarias causadas por accidentes
vehiculares, y afecta a unos 2.5 millones de adultos jóvenes a nivel mundial.
A pesar de ser más
frecuente en otras áreas del mundo como en el norte de América y de Europa,
donde su prevalencia es de 250 por 100.000 habitantes, en nuestro país un
estudio de 2016 estima que hay unos 15 mil argentinos que la padecen.
“Como
la mayoría de las enfermedades auto-inmunes, esta es una patología que se da
con mayor frecuencia en el sexo femenino, estableciendo una relación de tres
mujeres por cada hombre afectado, y comienza generalmente en la segunda o
tercera década de la vida. La causa de la enfermedad aún no está aclarada
aunque se sostiene la importancia de una predisposición genética individual que
se suma a la exposición a un determinado factor ambiental aún no identificado”,
explica el Dr. Fernando Cáceres, médico neurólogo especializado en EM y
Director General de INEBA.
Entre sus síntomas
se pueden enumerar visión doble, disminución de la visión, falta de fuerzas,
alteraciones en la sensibilidad, falta de equilibrio, alteraciones
esfinterianas, entre otras; aunque en los comienzos se suelen dar recaídas y
remisiones, observándose síntomas varios y transitorios alternados con períodos
de calma sintomática.
Factores ambientales y hábitos de vida como
factores causales y pronóstico en la EM
“Si bien existe una
predisposición genética para el desarrollo de esta enfermedad, la presencia de
ésta por sí sólo no alcanza. Cada vez se identifican más factores ambientales y
de hábitos de vida como co-responsables para la aparición de la EM así como su
posterior actividad y progresión”, manifiesta la Dra. María Laura Saladino,
médica neuróloga de la Clínica de Esclerosis Múltiple de INEBA.
Por su parte, la
Vitamina D tiene un efecto inmunomodulador y múltiples estudios demuestran una
asociación entre el déficit de esta vitamina y un aumento en la actividad y la
progresión de la enfermedad.
A su vez, se ha
comprobado que el fumador, tanto activo como pasivo, tiene más riesgo que la
población general de desarrollar Esclerosis Múltiple; y otros factores que se
relacionan con peor pronóstico son la obesidad, el stress, la sal y el exceso
en el consumo de alcohol y cafeína.
Aunque pueda sonar
curioso, estudios recientes han detectado una relación entre las bacterias del
intestino y el desarrollo de esta patología. “Hay investigaciones que han
puesto el foco en la relación de la microbiota intestinal, que son los millones
de bacterias que conviven con nosotros en nuestro intestino, con el desarrollo
y evolución de la Esclerosis Múltiple. Según estos hallazgos, parecería que
existe una conexión entre el intestino y el cerebro, ya que la presencia de
determinadas bacterias intestinales estaría asociadas con la enfermedad. Esto
se está demostrando a nivel de estudios en animales y en personas enfermas y
abriría una nueva alternativa para su control en el futuro”, relatan los
especialistas.
Avances en los tratamientos farmacológicos
Desde la primera
descripción de la enfermedad realizada por Jean-Martin Charcoten 1868 no hubo
durante muchos años un tratamiento considerado eficaz. Recién en 1993, 125 años
luego, se consiguieron avances en una medicación que disminuyó la frecuencia de
las recaídas y con ello la acumulación de discapacidad en el paciente.
A partir de entonces
y hasta ahora hubo una verdadera explosión positiva de nuevos medicamentos
llegando al momento actual con 15 drogas aprobadas en el mundo, la mayoría de
ellas presentes en nuestro medio, para el tratamiento de la EM en recaídas y
remisiones.
“Actualmente el
espectro terapéutico se ha ampliado ya que se ha aprobado el primer
medicamento, un anticuerpo monoclonal, Ocrelizumab, para las formas 'primarias
progresivas' de la enfermedad, es decir para la forma más agresiva de la misma,
que hasta hace un año atrás no tenía tratamiento farmacológico alguno”, comenta
el Dr. Cáceres.
Asimismo, para las
formas “en recaídas y remisiones” (la forma más común de ésta enfermedad)
también han aparecido medicamentos nuevos. “Se trata de drogas que tienen como
objetivo la “restauración del sistema inmune” del paciente. Sería como resetear
al sistema inmune como quien reinicia una computadora para intentar una
remisión de la enfermedad por períodos prolongados. Lo novedoso de estos
tratamientos es que no requieren de una dosis de mantenimiento crónica como los
otros medicamentos disponibles”, amplía el especialista.
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