miércoles, 22 de agosto de 2018

El mejor Sermón del día

Una mañana de domingo un joven pastorcito estaba mirando a sus ovejas. Al oír las campanas de la iglesia y ver a la gente caminando por el camino cercano a donde arriaba a sus ovejas, comenzó a pensar que a él también le gustaría comunicarse con Dios. ¿Pero qué puedo decir? pensó.
Nunca aprendió ninguna oración. Entonces de rodillas, comenzó a recitar el abecedario: A, B, C, y así hasta llegar a la Z, repitiendo su oración bastantes veces.
Un hombre que pasaba por ahí escuchó la voz de un niño, y al mirar por entre los arbustos vio al jovencito arrodillado, con las manos unidas y los ojos cerrados, diciendo:
-J, K, L, M...
-¿Qué haces, pequeño amigo? -le preguntó al muchacho interrumpiéndole.
-Estaba orando, señor -respondió el niño.
-¿Pero por qué estás recitando el alfabeto? -le dijo el hombre sorprendido.
- No sé ninguna oración, señor. Pero quiero que Dios cuide de mí y me ayude a cuidar de mis ovejas. Así que creí que si decía todo lo que sabía, él podría juntar las letras para formar las palabras que quiero y debería decir.
-Dios bendiga tu corazón. Tienes razón. ¡Dios lo hará! -le deseó el hombre sonriendo feliz.
Y se fue a la iglesia, sabiendo que ya había escuchado el mejor sermón que pudiese escuchar ese día.
Cada niño trae al mundo el mensaje de que Dios no está aún decepcionado del hombre.
¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y honra. Salmo 8:5,6

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