Investigadores japoneses iniciarán esta semana un
ensayo clínico para tratar el Parkinson utilizando células de pluripotencia
inducida (iPS), la primera prueba de este tipo que se realiza para esta
enfermedad neurodegenerativa.
La prueba clínica, que comenzará el miércoles,
consiste en la implantación de células nerviosas sanas en el cerebro de los
pacientes con el fin de complementar a las dañadas, según anunció la
Universidad de Kioto.
El gobierno japonés dio luz verde al equipo
liderado por el profesor Jun Takahashi del Centro para la Investigación y
Aplicación de células iPS de esa universidad para comenzar el tratamiento en
siete pacientes.
Las células iPS son pluripotenciales porque son
capaces de generar cualquier célula del cuerpo. Son un tipo de célula madre de
laboratorio, porque no lo son originariamente, sino que son derivadas
artificialmente o “reprogramadas” a partir de una célula adulta que no era
pluripotente.
Los investigadores ya hicieron pruebas en monos y
comprobaron que ninguno de los animales desarrolló tumores cerebrales que se
pudieran convertir en cáncer en los dos años posteriores al experimento, tal
como advertían algunos expertos.
El nuevo tratamiento estaría cubierto por el
sistema sanitario del país asiático y busca atender al creciente número de
pacientes que sufre esta enfermedad, cerca de 160.000 personas en Japón, según
cifras de la agencia japonesa Kyodo.
El Parkinson, la segunda enfermedad
neurodegenerativa más frecuente después del Alzheimer, reduce las neuronas
productoras de dopamina en el cerebro y produce temblores en manos y pies y
rigidez en el cuerpo. Suele presentarse a partir de los 50 años, aunque su
prevalencia aumenta en las personas de mayor edad.
“Me gustaría que este tratamiento esté disponible
para la gente lo antes posible”, señaló el presidente de la Asociación contra
el Parkinson, Kosei Hasegawa, en declaraciones a la agencia Kyodo.
Las células iPS ya se utilizaron en Japón para
realizar pioneros trasplantes de retina o para fabricar fármacos para tratar
una enfermedad ósea extremadamente rara y de origen genético.
La Universidad de Osaka también planea utilizarlas
para crear tejido muscular y tratar así los fallos cardíacos. EFE
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