Martirologio Romano: En la cartuja de Valcasotto, en el Piamonte,
beato Guillermo de Fenolis, religioso, el cual antes había sido ermitaño (†
1120).
Fecha de beatificación: Culto confirmado el 29 de marzo de 1860 por
el Papa Pío IX.
Nació en Garessio, provincia de Cuneo, Italia. Cuando a los 20 años de edad, ingresó en la cartuja de Casotto ya había realizado un intenso camino de perfección y profunda unión con Dios. Fue cartujo lego, encargado de proveer los víveres al monasterio, y no duda en llegar, con su cuestación, hasta Mondovì y Albenga.
Fue el blanco perfecto de los salteadores de
caminos y que más de una vez lo dejaron sin nada de lo que había obtenido por
las limosnas. De la obediencia hizo el objetivo de su vida y en ella realizó
milagros muy curiosos: Se le pide que organice la comida para el monasterio,
allí va, pidiendo limosna en las fincas y pueblos de la zona. Los delincuentes
le roban varias veces, Guillermo entra en crisis, y se queja al Prior, que
entre serio y burlón le invita a defenderse «incluso con la pata de la mula».
El humilde cartujo, siempre obediente, en la siguiente oportunidad en que lo
atacan los bandidos, toma la pata de la mula, y consigue espantar a los bandidos.
Guillermo pone la pata del animal en su lugar y vuelve a la Cartuja, pero en la
prisa la coloca boca abajo, de modo que la mula cojea lamentablemente. El prior
se da cuenta, y para verificar qué hay de cierto en lo que se cuenta del
prodigio de nuestro beato, lo regaña por su descuido y le ordena que ponga la
pata como debe ser, y así, delante de toda la comunidad y pidiendo disculpas
por su error, quita con toda naturalidad de nuevo la pata y la coloca
correctamente. Todo esto, por supuesto, sin que el animal pierda sangre ni
rebuzne de dolor. De este hecho se ha apoderado la hagiografía del beato, a
quien representa siempre empuñando la pata; e incluso en la cartuja de Pavía se
lo llama en broma el «santo del jamón».
Murió en la cartuja de Valcasotto. Su tumba fue
lugar de peregrinaciones y en ella se obraron muchos prodigios. Su cuerpo
incorrupto se escondió durante la época napoleónica y ya no ha habido modo de
encontrarlo. SS. Pío XI, el 29 de marzo de 1860, aprueba el culto de Guillermo,
oficializando con el título de beato una veneración que la gente desde siempre
le había tenido.
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