Desde las primeras semanas del aislamiento social
preventivo y obligatorio (ASPO), médicos de distintas especialidades vienen
haciendo hincapié en los efectos indirectos que la pandemia de coronavirus genera
sobre un universo de patologías que se están viendo desatendidas frente a la
emergencia sanitaria. La cuarentena
y sus limitaciones, sumado al temor de muchas personas frente a un
posible contagio, parece haber invisibilizado el seguimiento que merecen
otros trastornos.
Es el caso de las enfermedades poco frecuentes (EPOF) que durante los últimos
meses han visto completamente alterados sus tratamientos. Así lo confirma la
primera encuesta a nivel mundial sobre cómo la pandemia de COVID-19 está
afectando a las personas que viven con una EPOF respecto del acceso a la
atención. Del relevamiento, denominado ‘Barómetro Raro’ (o Rare Barometer
Voices) participaron pacientes de todo el mundo, entre los que se encuentra Argentina, donde los resultados
que 7 de cada 10 pacientes experimentaron interrupciones en la atención que reciben.
A su vez la mayoría (67%) considera que estas
suspensiones son o podrían ser negativas para su bienestar y también para
su salud (47%). En
concreto, se vieron alteradas sus terapias, citas médicas, intervenciones
quirúrgicas, pruebas diagnósticas y tratamientos. Las cifras fueron reveladas
por la Federación Argentina de Enfermedades Poco Frecuentes (FADEPOF), y forman
parte de las afirmaciones preliminares.
¿Por qué dejaron de atenderse? Una vez más, la
respuesta pone a la pandemia como una barrera inquebrantable entre los
servicios de salud y quien los necesitan por fuera del coronavirus: Más del 60% de las
terapias de rehabilitación han sido totalmente canceladas y un 31% se han
retrasado. Además, las citas con el médico de cabecera o con el especialista
que atiende su EPOF han sido canceladas en el 41% de los casos y en otro 40%
han sido pospuestas o retrasadas. Sólo en el 19% se han concretado con
normalidad.
Ésta es una realidad que tiene su origen, entre
otras causas, en que “los sistemas de salud en nuestro país no están
suficientemente dotados y capacitados
para enfrentar una pandemia como la actual, más aún con el desafío
de llevar los estándares de calidad en la atención a una ‘salud digital’ como
la telemedicina. Incluso, la escasez de registros con datos robustos que
permitan alcanzar estrategias para identificar entre la población, quiénes son
las personas que deben tener atención de modo prioritario por su condición de
salud”, detalla Luciana Escati Peñaloza, Directora Ejecutiva de FADEPOF.
Todo ello repercute “de forma directa en quienes
convivimos con enfermedades poco frecuentes, pacientes de alto riesgo que
pertenecemos a un grupo muy vulnerable, ya que la peligrosidad del virus
aumenta con la preexistencia de este tipo de patologías crónicas y
complejas, muchos inmunodeprimidos por
el tratamiento de su enfermedad de base”, advirtió.
Las EPOF son las enfermedades que afectan a un
número limitado de personas con respecto a la población general. En Argentina,
son aquellas que tienen incidencia sobre una persona cada 2.000 habitantes, según lo establece la Ley Nº
26.689 de “Cuidado integral de la salud de las personas con EPOF” (promulgada
en junio 2011 y reglamentada por el Decreto 794/15). Se estima que hay más de
8,000 enfermedades poco frecuentes, de las cuales el 72% son genéticas y el 70% comienza en
la infancia.
De naturaleza heterogénea y geográficamente
dispares, pocas son prevenibles o curables, la mayoría son crónicas y muchas resultan en muerte prematura.
No obstante, a pesar de su heterogeneidad, las EPOF comparten elementos comunes
vinculados a su rareza que requieren un enfoque integral de salud pública. La medicación no está
exenta dentro de sus necesidades, aunque es otro de los aspectos que se vio
completamente alterado por el coronavirus.
En ese sentido el 39% de los pacientes informó
que tuvo que realizar modificaciones en la toma, ya fuesen temporales o
definitivas. En tanto, del 42% de las personas con EPOF que afirmaron recibir
tratamiento en un hospital, la mayoría lo vio alterado debido a circunstancias
derivadas de la pandemia. Asimismo, casi un 40% no acudió al hospital por temor al contagio y hasta un
64,2% no lo hizo para evitar el contagio de las personas que están a su cargo. Pero
lo más alarmante es que a más de dos terceras partes (67,5%) le dijeron que no
acuda a su centro hospitalario, mientras que un 22,5% de los consultados tuvo
que enfrentar el cierre de su
unidad u hospital.
“El Covid-19 ha potenciado las inmensas
dificultades que ya tienen las personas con EPOF para acceder a la atención
socio-sanitaria, encontrar un especialista y acceder a los tratamientos
apropiados. La pandemia se
transformó en una nueva barrera que empeora esta situación ya
difícil. Por eso, hacemos un llamado a los responsables políticos y a los
funcionarios públicos para proteger a las personas que viven con una
enfermedad poco frecuente en Argentina”, repite Roberto Anido, Presidente
de FADEPOF.
Desde la organización plantean incesantemente un
acercamiento con las áreas de Gobierno responsables de hacer efectiva la
protección de estas personas, siendo lo prioritario que se establezcan
protocolos y medidas especiales que aseguren, entre otros, el acceso y continuidad en el tratamiento,
los cuidados en el hogar y
la asistencia médica.
No invisibilizarlas durante esta etapa es clave
para no retroceder en su reconocimiento, porque precisamente, los desafíos
derivados de su baja prevalencia resultan en la falta de conocimiento y la
escasez de experiencia con la que se cuenta en el sistema de salud, respecto de
este conjunto de trastornos.
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