Con más o menos rigor, los efectos de la cuarentena sobre
la salud física y mental de las personas recrudecen conforme el aislamiento se
prolonga. Los que la recibieron con los brazos abiertos allá por fines de
marzo, casi 100 días después ya se cruzaron a las filas de los que acusan
malestares varios, hastío y un estrés difícil de disimular. Sin embargo, como toda crisis de
tamaña magnitud, la pandemia de coronavirus también visibilizó otras tantas enfermedades que,
precisamente, concentran su fuerza en la desatención.
Históricamente, la comida ha estado ligada a lo sensorial. Más
allá de saciar el hambre físico, ciertos alimentos también nutren nuestro
apetito emocional. Pero cuando esta conexión se utiliza para ocultar otros
trastornos, la placentera sensación de comer se vuelve en contra. “En algunos
casos quienes están sufriendo los efectos del Covid-19 en términos de
aislamiento no logran manifestarlo, y es lo que conocemos como “alexitimia”: la incapacidad de poder expresar emociones”, menciona Agustina Murcho, licenciada en Nutrición.
¿Pero qué tiene que ver lo introvertido con lo que comemos? “Aparece
en escena un término no tan nuevo pero poco escuchado, y que está ligado en
forma directa con las personas que sufren trastornos alimenticios. No
solo ellos lo padecen, pero es muy común que quien tenga algún trastorno de
alimentación lo sufra”, esclarece Murcho.
La alexitimia es la condición psicológica que
impide la identificación, control y expresión de las emociones, propias y
ajenas, y según la Sociedad Española de Neurología (SEN) un 10% de la población
mundial la padece. Durante el confinamiento prolongado e incierto, producto de
una pandemia impensada, el cúmulo de sentimientos supone necesario encontrar la
manera de canalizarlos, y cuando algún mecanismo interno nos impide el
desahogo, la comida suele ser un placebo tan efectivo como dañino.
“Muchos ven el vaso medio lleno y otros el medio vacío. No
obstante, por fuera de si la cuarentena es una oportunidad o una crisis, estar
lejos de los amigos o la familia, el no tener la libertad para salir libremente
de casa, o la nueva normalidad a la cual tendremos que
acostumbrarnos genera un
impacto significativo en las emociones y el cómo lo vivimos”, reflexiona la licenciada, y detalla cuáles son las
características más comunes de este trastorno.
-
Dificultad para identificar y comunicar
emociones.
-
Dificultad para distinguir afectos de
sensaciones corporales.
-
Escasa capacidad de simbolización: poca o nula
fantasía y actividad imaginativa.
-
Preferencia para ocuparse de eventos externos
más que de experiencias internas.
“Esto, sumado a las dificultades por los trastornos alimenticios,
sean por delgadez como la bulimia o anorexia, o por sobrepeso u obesidad,
hacen que quienes sufren alexitimia tengan un contexto social todavía más
difícil de sobrellevar, como consecuencia de sus emociones y la imposibilidad
de comprenderlas tal cual son”, explica la nutricionista.
Comerse las emociones
En un contexto como el actual, comer rico y comer de más se torna
una práctica extendida y cotidiana. Incluso los más responsables con su
nutrición han sucumbido a los encantos de un dulce empalagoso o un plato
suculento. Pero cuando la acción
de comer pasa a ser un mecanismo autodestructivo, o la manera de expresar lo que no puede ponerse en palabras,
estamos frente a un definido trastorno alimentario. ¿Qué representa la comida
para estas personas?
Atracón y
bulimia: en estos trastornos el individuo tiene
episodios recurrentes de atracones (en bulimia con método compensatorio y en
trastorno por atracón sin compensación). Son personas que comen para no decir, no pensar y no sentir, claramente de manera inconsciente. La comida en este sentido es
un ‘alivio’ momentáneo. Es una vía de escape, llenan ese vacío, ‘expresan’ sus
emociones a través de la comida, calman dolores, pero a su vez es una manera de
autodestruirse.
Obesidad
y sobrepeso: Esto se sabe muy poco ya que se cree que
la obesidad y el sobrepeso viene por culpa de las series y películas, el
sillón y la comida o por culpa de la industria solamente, cuando es muchísimo
más complejo. Aunque no existieran las fábricas de alimentos de baja calidad ni
el sillón ni Netflix, los problemas de peso y patologías seguirán existiendo
porque no pasa solamente por lo que se come, sino por qué se come, con
qué fin, con qué frecuencia y en qué cantidad", sentencia
Murcho, y avisa: “Hay poca información sobre la relación comida y emociones, y
ni hablar de los trastornos alimentarios. Si bien la pandemia es una situación
excepcional que nos tomó a todos por sorpresa, es necesario pedir ayuda o que
el entorno cercano pueda asesorarse en caso de identificar patologías de esta
gravedad”.
Coronavirus y trastornos alimentarios
Como se advirtió desde que el coronavirus comenzó
a circular y propagarse a nivel mundial, los efectos más graves del Covid-19
sobre la salud de
las personas están directamente relacionados con muchas enfermedades de
base. De ahí, los extremos cuidados que pacientes con hipertensión, diabetes, enfermedades
respiratorias o cardiovasculares
deben tener frente a este nuevo enemigo invisible. Pero
dentro de este grupo también debe incluirse a las personas que sufren obesidad,
puesto que este trastorno está directamente relacionado con algunas de las
comorbilidades favoritas del coronavirus. En efecto, en un reciente estudio a
cargo de académicos de los servicios de Medicina Interna e Inmunología de la
Gerencia de Atención Integrada de la Ciudad Real, en España, se evidenció que
el número de linfocitos en la sangre y la obesidad son factores asociados a la gravedad del virus. De todas las comorbilidades analizadas en el trabajo, únicamente
la obesidad demostró aumentar el riesgo de agravar la enfermedad producida por
Covid-19.
“La obesidad es más importante para la hospitalización que la
hipertensión arterial o la diabetes, aunque a menudo van juntas, y es más
importante que la enfermedad coronaria o el cáncer o la enfermedad renal, o
incluso la enfermedad pulmonar”, detallaba en abril la Dra. Leora Horwitz,
directora del Centro para la Innovación de la Atención Médica y la Ciencia de
la Entrega en NYU Langone, y autora principal de otro estudio realizado en
Estados Unidos para identificar este trastorno como un factor de riesgo
prominente.
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