A finales del siglo VIII, Pablo el Diácono escribió la «Gesta episcoporum Mettensium», En la que sostenía que Anatolio había sido discípulo de Pedro, quien lo había enviado a Milán como el primer obispo. El antiguo Martirologio Romano y otros catálogos sostenían en cambio que la cátedra de Milán fue establecida por el apóstol Bernabé, quien, después de siete años, nombró a Anatolio como su sucesor. De acuerdo con la «Datiana historia ecclesiae mediolanensis», una obra anónima que data del siglo XI, un cierto «Anatelon» habría sido obispo de Milán y Brescia del 50 al 63. De hecho, la cronología de estas tradiciones se ha establecido específicamente en el siglo XI, en relación a la polémica de Milán con Roma sobre la herejía de los Patarinos, o tal vez por la reforma establecida por el Papa Gregorio VII, retrotrayendo la historia de la diócesis con el fin de establecer una igual antigüedad que la Iglesia de Roma, lo que la hubiera eximido de su sujeción. Los historiadores afirman que san Bernabé nunca fue a Milán, y que en cambio fue martirizado en Oriente. Siempre según la leyenda, Anatolio habría construido una iglesia dedicada al Salvador, sobre el anterior templo del dios Mercurio y Apolo, en el lugar donde está hoy la iglesia del Palazzo San Giorgio.
Más allá de estas y otras leyendas sobre el personaje, el «Beroldo Nuovo», calendario litúrgico milanés de 1263, afirma que Anatolio estaría enterrado en la iglesia de San Florián en Brescia, una ciudad donde, como hemos visto, algunas leyendas lo quieren también como primer obispo. En 1472 algunas de sus reliquias fueron efectivamente encontradas en esa iglesia, y solemnemente trasladadas a la catedral de la ciudad, donde actualmente son objeto de veneración.
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