Por definición, la
gangrena es la muerte de tejido corporal que se produce por la falta de
irrigación sanguínea o de una infección
bacteriana grave. Afecta por lo general a las extremidades (como los dedos
de las manos y de los pies), pero también puede ocurrir en los músculos y
órganos, como los genitales. Cuando el cuadro se da en esa localización, se
denomina Gangrena de Fournier.
La gangrena de
Fournier comprende los órganos genitales. Los hombres se ven afectados con más
frecuencia, aunque las mujeres también pueden padecerla. Generalmente se
produce por una infección en la zona genital o en las vías urinarias, y causa dolor, sensibilidad, enrojecimiento e
hinchazón en los genitales, explica un artículo de la Clínica Mayo,
de Estados Unidos.
La gangrena de
Fournier es una fascitis necrosante que afecta a la región perineogenital, un
cuadro poco frecuente que se presenta en forma
súbita y que debe ser tratado con urgencia porque puede ser muy grave. Los factores que pueden
predisponer el cuadro son la diabetes mellitus y el alcoholismo crónico. Suele
producirse como complicación de una enfermedad perirrectal o urogenital que no
fue correctamente tratada.
El diagnóstico es
fundamentalmente clínico y el acceso a tratamiento temprano mejora el
pronóstico. El tratamiento puede incluir antibióticos
de amplio espectro, desbridamiento quirúrgico precoz y agresivo y
soporte vital de mantenimiento.
La gangrena de
Fournier tiene una incidencia estimada de 1,6 casos por cada 100.000 hombres.
Suele ser más común entre los 50 y
los 60 años, pero su incidencia está en aumento debido al incremento de
la expectativa de vida, así como por la suba de pacientes inmunocomprometidos e
infectados por el VIH, precisa un trabajo publicado en la Revista Chilena de
Cirugía en 2016, cuyos autores realizaron una revisión de estudios con el
objetivo de describir los factores pronósticos de mortalidad por esta causa
reportados a nivel mundial.
“Pese a los avances
quirúrgicos y cuidados postoperatorios, la gangrena de Fournier sigue
presentando altas tasas de
mortalidad, posiblemente por la falta de un consenso en los índices o
factores pronósticos de mortalidad”, concluyen sus autores, Lisseth
Camargoa y Herney Andrés García-Perdomo.
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