Hiltrudis era hija de Ada, una noble franca, y de Wiberto, conde de Poitiers, que poseían tierras entre los ríos Sambre y Mosa, entre Francia y Bélgica, y fue la hermana de Gontrado, primer abad de Liessies. Fue prometida de Hugo de Borgoña, pero ella prefirió consagrarse a Dios, recibiendo el velo de las vírgenes en el 768, con la bendición del obispo de Cambrai; luego fue recibida por su hermano Gontrado, que la alojó en una ermita al lado del monasterio de Liessies. En este lugar vivió durante diecisiete años como monja solitaria, participando en la vida litúrgica de la abadía. Murió el 27 de septiembre de un año alrededor del 800 y fue enterrada en la abadía.
La fama de su santidad creció a lo largo del tiempo, y el 17 de septiembre de 1004, el obispo de Cambrai, Erluino, hizo abrir la tumba y elevó los restos a categoría de reliquias. En 1587 las reliquias del cráneo fueron colocadas en un relicario de plata, y san Luis de Blois, abad de Liessies, contribuyó a impulsar nuevamente el culto. Durante la guerra de los treinta años las reliquias fueron puestas a salvo en Mons, donde en 1641 se las rodeó de una artística urna. Pero las peripecias de estas reliquias no habían terminado: en 1793, durante la Revolución Francesa, en la que la Convención requisó los metales preciosos, el cráneo de la santa fue tirado al suelo, de donde lo recogió un feligrés. El culto regresó en 1802, y en 1842 las reliquias, después de una investigación, fueron nuevamente reconocidas como auténticas.
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